jueves, 28 de julio de 2011

Cerrado por vacaciones.


En septiembre volveremos con nuevas aventuras.

El milagro de APNABA



La entrada anterior iba a cerrar el blog hasta septiembre. Pero esta mañana he estado en la despedida del curso de APNABA y tenía que contarlo. APNABA (Asociación de Padres de Niños Autistas de Badajoz) atiende a casi 200 usuarios y es un referente a nivel nacional. ¿Por qué? Sus instalaciones, aunque dignas, no son obra de Moneo. Los profesionales, expertos y cualificados, no son doctores por prestigiosas universidades. Pero poseen alguna receta misteriosa que consigue resultados espectaculares en los pequeños que pasan por el centro.

El ambiente es especial. Se palpa la entrega, sencillez, trabajo, humildad y cariño. Y funciona, como no podía ser menos. Además contagia a los que tienen el infortunio o la suerte de pasar por allí. Recuerdo el esfuerzo de un reportero gráfico que cubría el XX aniversario para no emocionarse grabando a un autista pequeñajo que entregaba un ramo de flores a la consejera invitada, mientras tres niños del centro interpretaban una melodía con sus violines.

Al ver un grupo y sus terapeutas, todos impregnados de una alegría desbordante, en un autobús rumbo a un campamento donde alucinan viendo el cuadro que supone ese montón de enanos disparatados, geniales y felices, te sorprende la infelicidad de los que se quejan por cosas como que la crisis no les permite cambiar de coche.

Cuando se es testigo de estas cosas los demás problemas se empequeñecen, porque son pequeños. Os dejo con la frase de la foto que encabeza este post. “Con cuidado y precisión haremos torres cada vez más difíciles”. Si ellos con sus limitaciones pueden construirlas, nosotros no tenemos excusas para dejar de quejarnos y ponernos a construir un mundo mejor.

miércoles, 27 de julio de 2011

¿Nos vamos de vacaciones?



El curso ha sido duro para todas las empresas. No es fácil navegar en medio de la tormenta perfecta. Muchas se han quedado en el camino desde el verano pasado, y en demasiados casos por circunstancias ajenas a ellas.
Frases hemos tenido para todos los gustos. En el “hit parade” podemos destacar algunas:

- “Crisis significa oportunidad en chino”. Una de las más guays, últimamente casi nadie se atreve a decirla, no sea que le peguen.
- “Lo que toca es trabajar más para ganar lo mismo”. O “ menos”, según opiniones.
- “Aquí no paga ni Dios”. Muy común, se dice cabreado.
- “La culpa es de los bancos”. Igualmente con cabreo.
- “Puf, cómo está la cosa…” Se puede repetir varias veces en la misma conversación sin temor de ser pesado.
- “Lo importante es resistir”. También la decía Rocky, mientras Apolo le partía los morros.
- “El que aguante lo va a tener fácil cuando se acabe la crisis”. Versión de la anterior.
- “Ya se empieza a ver la luz” Ésta la repiten periódicamente los optimistas.
- “La verás tú, so cachondo”. Réplica inmediata.
- “Yo la crisis ya la pasé cuando monté mi empresa”. Propia de los más “sobraos”.
- “¡¡¡Socorrooooo!!!”. Previa al concurso de acreedores.

Lo cierto es que aquí estamos, un verano más, al pie del cañón. Y cuando miras a tu alrededor ves que, aunque la tropa está diezmada, quedan muchos en pié. Más flacos, llenos de mataduras, e incluso algunos que, como el torero “Desperdicios”, dicen que no es nada lo del ojo aunque lo lleven en la mano. Pero todos más curtidos y avezados; mejores y más sabios después de atravesar el ojo del huracán.

También es cierto que hay cosas que han cambiado para siempre, y algunas para bien. Nuevas formas de colaboración, nuevas ideas y menos tonterías. Otras tendrán que cambiar aunque no nos guste. Se acabaron las certidumbres y comienzan los tiempos de la aventura permanente.

Lo que nos espera a la vuelta de la esquina no lo sabe nadie. Unos dicen que, si esto no ha reventado, ya no revienta, y que ha pasado lo peor. Otros no se fían un pelo de que no venga una ola más alta. Como el que no se consuela es porque no quiere, pensemos que en la crisis del 29, que fue bastante más triste que ésta, la gente seguía yendo a los cafés. Y los argentinos quiebran trimestralmente y por ahí andan tan contentos, exportando psicólogos y delanteros-centro.

Yo soy optimista por razones genéticas y porque no parece muy útil ser pesimista (Churchill dixit). Así que, en lugar de cortarnos las venas, mejor nos las dejamos largas y olvidamos “la cosa” en la playa, en la montaña o donde se pueda. Vamos a coger fuerzas para septiembre en que habrá que volver a remangarse y, entre todos, sacar adelante España.

domingo, 24 de julio de 2011

De patrias grandes, patrias chicas y patrias de cuarto y mitad



Últimamente se está poniendo complicado lo de ser patriota. El gobierno, y algún periodista que le apoya todavía, le calzan el sambenito de antipatriota a cualquiera que ose criticar sus medidas o su falta de medidas, no vaya a ser que provoque el ataque de los especuladores extranjeros.

Pero es que si te atreves a manifestar que el vino que te gusta es el Rioja incurres en delito de lesa traición a la patria chica autonómica, salvo que seas riojano. Y ojo con decir que tu pueblo es feo, porque se te puede echar encima el vecindario. El colmo es que tengas que alegrarte cuando aumentan las transferencias en “tu” Estatuto de Autonomía, que es como pedir que te emociones porque el precio de los calabacines ha bajado tres céntimos en origen. Así, con tanta patria, se va acumulando el trabajo y no hay forma de cumplir.

Me parece muy bien el amor al terruño, aunque sin excesos. Todos celebramos la victoria en el Mundial, pero de eso no se come. Me siento extremeño, mas no pienso partirme la cara defendiendo los vinos de la región. Y además, nunca olvido mis ascendientes gallegos… durante el mes de agosto yo soy betanceiro al 100%. Sin dejar de lado lo que le debo a Madrid, ciudad de la que formamos parte todos los que hemos pasado un tiempo allí.

A lo mejor de lo que se trata es de ser decentes y buenas personas, practicando la lealtad con lo que nos rodean, y luego podremos dedicarnos a tener tantas o tan pocas patrias como queramos. Miremos primero por los que tenemos cerca, antes de calificar a los demás por su grado de adhesión a la patria vigente en cada momento.

Porque, cuando oigo a alguno de nuestros ministros pasar revista al personal, que siempre es un crítico o un oponente político, para negarle la patente de patriotismo, no puedo evitar que me venga a la cabeza la frase de que “el patriotismo es el último refugio de los canallas”.

sábado, 23 de julio de 2011

Hacemos como que pagamos y hacen como que trabajan…


Cuando se pregunta cuánto deben ganar los políticos y funcionarios la respuesta unánime es… MENOOOS!!! Y lo cierto es que es una respuesta que sale de las tripas. Otra cosa es que sea razonable cuando se piensa con la cabeza.

Porque luego queremos calidad. Y buena prueba de ello la tenemos en estos tiempos de cambios en que todos miran con lupa los nuevos nombramientos, normalmente para poner el dedo acusador sobre la mediocridad de los nombrados… no sabe idiomas, sólo tiene una diplomatura medianeja, carece de experiencia en gestión, demasiado joven, demasiado viejo, es desconocido, y cosas así. Cuando no decimos eso de “mi cuñado, que estudió con él, me ha dicho que no vale nada”.

¿De verdad pensamos que un profesional experto, con prestigio, plurilingüe y en plenitud de facultades va a dejar su carrera en la empresa privada para ganar bastante menos, renunciar a bonus e incentivos y aguantar críticas? ¿Y eso para que le den la boleta a los cuatro años, haga lo que haga, si el que le ha nombrado pierde las elecciones? ¿Se puede esperar que un funcionario trabaje duro cuando se le ofrece un sueldo rácano y el desprestigio sistemático de su profesión?

La solución no es fácil. Si no podemos tener representantes y empleados públicos buenos y baratos, las alternativas son que sean mediocres o que sean caros. ¿O no? a lo mejor la solución, en lugar de atacar a los encargados de la cosa pública es dignificar su profesión. Y eso pasa por pagar bien pero exigir más. En la práctica eso se puede traducir en limitar el número de años para desempeñar cargos políticos, evitando los “profesionales de la política” y, en el caso de los funcionarios, en reducir su número sustancialmente. Eso sí, acompañado de nóminas dignas que sirvan de acicate a que los mejores opten por la cosa pública. De lo contrario nos encontraremos con políticos de tercera, que están allí porque en otro sitio ganarían menos, y con funcionarios que en lugar de mirar al ciudadano miran al reloj.

Aunque lo mejor del caso es que es que a los mismos ciudadanos que critican sin piedad a políticos y funcionarios negándoles el pan y la sal, cuando se les pregunta qué quieren ser responden que ¡¡¡¡funcionarios!!!

miércoles, 20 de julio de 2011

¿Generación perdida? ¡Anda ya!



Se escucha a menudo que los jóvenes actuales forman parte de una generación perdida. Es una generación superpreparada (carreras, idiomas, etc.) a la que se le niega la oportunidad de desarrollarse profesionalmente y que, por primera vez en la Historia, vivirá peor que sus padres.

Yo no sé predecir el futuro pero la verdad es que no me cuadra mucho. Si a lo largo de la Historia el progreso ha continuo, el ritmo de crecimiento desde la segunda mitad del siglo pasado es espectacular. Mis padres consiguieron dejar a sus hijos un mundo mejor que el suyo, donde vivieron cosas que los jóvenes de ahora no se creerían (gente que moría de “cólico miserere”, es decir apendicitis, viajes dentro de España que duraban tres días, falta de comida en los comercios, estraperlo…). Mis hijos, pequeños todavía, disfrutan de un nivel de vida incomparablemente mejor al que yo tuve en la infancia. Los estudiantes que veo por las calles tienen a su alcance lujos impensables en mi época de estudios en Madrid. Basta con ver por todas partes adolescentes conduciendo automóviles con aspas o aros en su capó que en tiempos no hubiéramos soñado (cierto que no sé quien los paga).

¿Y la generación mejor preparada de la Historia no va a ser capaz de tirar del carro y coger el relevo cuando le toque? Una cosa es que en los felices 2000 todo el mundo, padres e hijos hayamos vivido magníficamente a lomos de la burbuja y el endeudamiento, en una espiral festiva de cuya resaca vamos a tardar en recuperarnos, y otra muy distinta que a las nuevas generaciones se les esté arrebatando su vida y su futuro.

¿Cómo va a ser una generación perdida si todavía está empezando a andar? Claro, que si no tener antes de los treinta años trabajo estable y bien remunerado, piso amueblado y coche caro es estar perdido, pues vale. Pero eso no lo ha tenido ninguna generación de las anteriores, así que dejémonos de chorradas.

Para perderse hay que avanzar primero y se supone que lo que caracteriza la juventud es el empuje, los ideales y la capacidad de emprender aventuras, en lugar de pensar en la seguridad y en el bienestar material como un derecho adquirido por el que no hay que luchar.

Vamos a dejar de quejarnos antes de empezar la competición y de predecir un futuro catastrófico. Por el contrario, habrá que confiar en que las nuevas generaciones cogerán el testigo y cumplirán con su misión de mejorar el mundo para sus hijos. No debe ser una misión imposible dada su preparación. Eso sí, tendrán que luchar, como han hecho todos los que les han precedido. Para ellos, como para todos nosotros y nuestros mayores, lo único que sigue vigente es que nada de lo que merece la pena se consigue sin esfuerzo.

lunes, 18 de julio de 2011

Hipotecando la sardina



Cualquier parecido entre la realidad y la historia que voy a contar se debe a que es rigurosamente cierta. Hoy, el director de una sucursal bancaria colgaba el móvil con un cabreo monumental. ¿Por qué? Pues muy simple, al llamar a un cliente para recordarle que tiene cuatro pagos de la hipoteca vencidos, lo primero que escuchó al otro lado de la línea fue: “Aquí estamos, en la playa, comiéndonos unas sardinitas.”

Esto, que está pasando en mucha mayor medida de lo que pensamos, no deja de ser una manifestación de lo que sucede a nivel global. Los distintos países, endeudados hasta las cejas aunque unos más que otros, no se atreven a contarle a la familia que no hay para playa ni para sardinas (¿recortes sociales? antes la muerte) y hacen la maletas camino de la costa pensando que el banco puede esperar. Lo curioso, o a lo mejor es por eso, es que los países con menor renta son los que más van a la playa y, encima, en lugar de sardinas piden gambas.

No tengo ni idea de cómo acabará la cosa, aunque últimamente los únicos titulares de la prensa que no producen escalofríos son los que hablan del Tour de Francia. Pero si seguimos comiendo sardinas con cargo a la hipoteca mientras le damos largas al banco puede que las hipotecas empiecen a oler demasiado a sardinas. Lo que ocurre es que, cuando pasa eso, muchas veces viene un gato y se las lleva. Y quizá no sea muy justo echarle la culpa de todo al gato.

jueves, 14 de julio de 2011

Se vende piso. Oportunidad única



Una teoría bastante extendida señala con su dedo acusador a la Ley sobre el Régimen del Suelo y Valoraciones de 1998 como la culpable de la burbuja inmobiliaria, al fomentar la actividad constructora y la expansión del crédito.

Dejando al margen que la competencia del Estado en materia urbanística es muy limitada, correspondiendo el peso a las autonomías y ayuntamientos, no podemos olvidar que las burbujas inmobiliarias se han sucedido en países con distintas normativas.

No caigamos en la “falacia post hoc”, según la cual si el sol sale después del canto del gallo es porque dicho canto lo hace salir. Que la burbuja se haya producido tras la aprobación de la Ley del Suelo sólo demuestra el fracaso del intento liberalizador, que no consiguió impedir que el suelo se convirtiera en el principal, por no decir el único, factor de especulación en la burbuja inmobiliaria, impulsado por la superabundancia del crédito barato. Este último factor sí es común a los diversos países con burbuja, llegándose al disparate económico de tener tipos de interés nominal por debajo de la inflación. Por el contrario la “liberalizadora” Ley del Suelo no puede ser la culpable de la burbuja dado que el suelo, en la práctica, nunca ha estado liberalizado.

Un claro ejemplo lo tenemos en Extremadura, concretamente en Badajoz. Si consideramos la topografía de la ciudad, sin obstáculos naturales que limiten la expansión urbanística, y el hecho de que Extremadura es con Castilla La Mancha, la región menos densamente poblada de España, el precio del suelo debería suponer un porcentaje poco relevante del valor de la vivienda.
Pues bien, el macroestudio de valoraciones inmobiliarias que hizo el Servicio de Valoraciones de la Junta de Extremadura en 2007 demostró que en Badajoz, el valor de repercusión del suelo suponía, a grandes rasgos, en torno al 60% del valor de la vivienda. Teniendo en cuenta que, del valor de repercusión, los costes administrativos de transformación más los costes de urbanización no suponen ni el 20%, resulta que en torno al 50% del valor final de la vivienda provenía de forma pura y dura del valor del suelo rústico.

Que el suelo rústico, cuya disponibilidad física es prácticamente ilimitada en Extremadura, multiplique su valor doscientas veces sólo se explica por un proceso administrativo que limita su transformación y convierte el mercado en un monopolio de oferta del que se benefician todos los intervinientes (propietarios rústicos, intermediarios, promotores y administraciones) a costa del comprador final.

Extrapolemos estas cifras a capitales como Madrid o Barcelona, en que el precio de la vivienda triplica al de Badajoz siendo los costes de construcción y urbanización similares, para comprobar cómo la burbuja se asentaba, y todavía se asienta, sobre una espiral especulativa basada en un bien, el suelo, cuya disponibilidad física es ilimitada pero cuya regulación administrativa lo ha convertido en un bien escaso y, por tanto, precioso.

Siguiendo el dicho de que “sólo un necio confunde el valor con el precio” basta pensar, como hemos visto, en la diferencia entre el precio del suelo y su valor real para hacerse una idea de la magnitud de la burbuja.

lunes, 11 de julio de 2011

Toi fadao!


Sin tratar de dramatizar, la subida de la prima de riesgo por encima de los 300 puntos pone en peligro el propio modo de vida de los españoles, mientras nuestro gobierno se dedica a lo suyo, que nadie sabemos lo que es. Y yo estoy como si me hubieran puesto banderillas de fuego y me llevan los demonios. ¿O es que sólo pueden indignarse los de acampadasol? ¿No podemos enfadarnos los que trabajamos como galeotes para tratar de mantener a nuestras familias y lo que queda de este país? ¿Es más democrático el cabreo de los que ocupan ilegalmente la vía pública y se dedican a perseguir a los políticos por las calles? ¿No dicen los políticos que hay que fomentar el gobierno en la red y la democracia abierta?

Pero mientras el coste de la deuda sube a niveles de “sálvese quien pueda”, nuestro presidente anda remodelando ese gobierno que no va a ninguna parte. Y para que no falte de nada, el indignado Rubalcaba se dedica a predicar sandeces como la de subirle los impuestos a los bancos para crear empleo. Pues están los bancos cómo para que les digan uuuh!

Nada, nada, a animar a los mercados a que nos hundan en la miseria. En el post anterior comentaba que los mercados premian la seriedad y el esfuerzo. Por lo mismo, castigan los despropósitos y la falta de rumbo. Y que el rumbo de España lo decida un tipo que no vio la crisis hasta dos años después de que se diera la voz de alarma, manejado por un delfín de 60 años que se dedica a hacerle guiños a los esforzados del 15-M, es definitivamente lo peor para nuestros bonos.

Me gusta poco la política, pero la sociedad civil no puede permanecer al margen de unos gobernantes que se afanan en superar el listón de despropósitos. Y el gobierno que tenemos es lo peor que le puede pasar a este pobre país. No sólo se trata de que nos hayan hundido en una ruina económica que no era necesaria, sino que se empeñan en rematar la faena tocando una sinfonía final disparatada, como la orquesta del Titanic mientras el coloso se iba a pique. La diferencia es que aquella orquesta tenía grandeza.

¡ELECCIONES YA!

sábado, 9 de julio de 2011

La bolsa o la vida


Hoy va de bolsa, tema del que sé tanto como de física cuántica. Y es que la Bolsa se ha dejado los dientes la semana pasada. El Ibex baja de los 10.000, cifra casi cabalística, y los inversores tiemblan por sus ahorros que pueden ser pasto del mercado, ese demonio con cuernos culpable de todos nuestros males. Eso sí, sólo cuando la cosa pinta bastos, porque cuando atamos los perros con longanizas nadie se acuerda del mercado, todo el mérito es nuestro.

Curiosamente, igual que la aldea de Asterix resistía a los romanos, hay empresas como Inditex que resisten y se salvan de la quema ¡Qué curioso! Será porque los inversores no son tontos y tienen en cuenta que es una empresa sólida, puntera y en continua expansión, caso de estudio en la Escuela de Negocios de Harvard.

Recuerdo la ponencia que nos regaló en Extremanager hace un par de años García Paramés, director general de la agencia de inversiones Bestinvert. No tuvo ningún reparo en revelarnos el secreto del éxito en sus inversiones: no especular a corto plazo sino invertir a largo en empresas gestionadas seriamente y con un buen producto. En aquel momento habían huido del mercado español, todavía empeñado en no reconocer el fracaso de la economía del ladrillazo. Por el contrario confiaban en una empresa como BMW.

¡Vaya! A ver si va a ser que en la bolsa, como en la vida, cuando se trabaja y se hacen las cosas bien no hay que tener miedo a los mercados y a los especuladores. A ver si va ser que el éxito y el fracaso están relacionados con la visión, el estudio, el esfuerzo continuado y las cosas bien hechas. A ver si va a ser que el mercado, al final, premia a las hormigas y castiga a las cigarras.

Ahora, los que piensan que la mejor opción en la vida es especular y tratar de obtener resultados por el camino fácil y el pelotazo, harían bien en recordar las palabras de Mark Twain sobre las inversiones especulativas: “Octubre es uno de los meses particularmente peligrosos para especular en la Bolsa. Los otros meses peligrosos son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero”.

viernes, 8 de julio de 2011

Menos mal que nos queda Portugal


Las agencias de rating están acaparando las simpatías del respetable con sus oportunas calificaciones cada vez que algún país europeo trata de refinanciar su deuda. A mí también me parecen unos pedorros la gente de Moddy´s, Standard & Poor´s o Fitch. Pero no caigamos en el error de dejar de ver el bosque tapados por los árboles. La calificación de la deuda portuguesa como bono basura no puede sorprender a nadie que conozca Portugal. Ya no se trata de que lleven diez años de estancamiento, que su economía esté sovietizada con un sector público sobredimensionado e ineficaz, o que sus niveles de deuda y déficit sean imposibles.

Yo prefiero fijarme en los detalles para juzgar el conjunto, y los detalles que se observan en el país hermano no son muy alentadores. Que un trámite burocrático ordinario pueda hacerte perder dos mañanas en una oficina viendo cómo los funcionarios te ignoran salvo que hagas una “contribución especial” es malo para los negocios. El nivel de absentismo injustificado de los empleados recién contratados por una industria de nueva creación en Portugal que conozco es aterrador. La forma en que nos atendieron la última vez que fui a la Pousada de Elvas me suscitó serias dudas sobre el reembolso de los bonos lusos. Y, quizá lo más importante, el espíritu que manifiestan los portugueses cuando se les pregunta por la situación no es precisamente el que llevó a Colón al descubrimiento de las Américas.

En fin, seguiré yendo a comer al Cristo (la única empresa portuguesa en la que invertiría mis escasos ahorros) y bebiendo vino alentejano. Y si es preciso cantaré con los amigos portugueses eso tan bonito de “Oh rama que linda rama. Oh rama da oliveira. O meu par é o mais lindo. Que anda aqui na roda inteira”.

Pero de comprar deuda portuguesa hemos hablado bastante.

jueves, 7 de julio de 2011

La última de indignados


Los indignados siguen dando los últimos coletazos ante la cada vez mayor indiferencia del público.

Todavía gozan de la simpatía de algunos que les cogieron cariño al principio y ahí siguen, apoyando, aunque cada vez con menos entusiasmo.

Cada vez se justifica más el fastidio y la incredulidad de otros, que nunca creímos en ellos aunque pudieran compartir alguno de nuestros postulados. Y digo “nuestros” porque lo de exigir honradez a los políticos, listas abiertas, la crítica a los abusos de los bancos y la defensa de la dación en pago no son ideas de los indignados, no nos equivoquemos. Su aportación más original es la de “no hay pan para tanto chorizo”, y no tengo muy claro que el copyright sea suyo.

Ahora, las reacciones más curiosas son las de la prensa y los políticos de todo pelaje. La exageración mediática ante un hecho de tan poca trascendencia real no me sorprende porque está escrito “no dejes que la verdad te estropee una buena noticia.” Pero la reacción de los políticos es alucinante.

La derecha ha reaccionado con un evidente complejo de inferioridad ante unos individuos que sólo se representan a sí mismos y que, en su momento más glorioso han conseguido reunir en Madrid menos gente que Kaká en su presentación en el Bernabéu. Entiendo que no es muy popular restablecer la legalidad y el orden público a garrotazos. Pero entre eso y permanecer callados como chuchos mientras se ocupa ilegalmente el dominio público, o se corre por las calles a los representantes de la soberanía nacional, hay un amplio abanico de posibilidades.

La izquierda, sin nada que ofrecer, ha visto una puerta abierta a la esperanza, agarrándose a ellos como a un clavo ardiendo. A Cayo Lara le sacaron los colores al grito de “oportunista” cuando se metió en desfacedor de entuertos y desahucios. Le está bien empleado, porque un miembro de la cámara legislativa oponiéndose por la fuerza al cumplimiento de la ley es un espectáculo bananero, al margen de la justicia de la causa. Y el espectáculo de nuestro vicepresidente tratando de ganárselos con críticas a los bancos, mientras una tormenta financiera se abate sobre Portugal, principal deudor de nuestro sistema bancario, es surrealista. No acabo de ver a Rubalcaba con rastas.

Lo cierto es que la gente corriente es menos tonta de lo que políticos y prensa se empeñan en creer. Ayer asistí a una tertulia sobre el desahucio de los últimos acampados improvisada en una tienda en la que entré. Pues bien, ninguno de los presentes, empleados y clientes del más variado pelaje, miraba con simpatía el movimiento, quizá porque lo han visto de cerca y el número no les ha gustado. Resulta difícil simpatizar con unos tipos cuya principal actividad es estar sentados de charla (perdón, asamblea), tocando la guitarra o durmiendo hasta media mañana a la vista de la ciudadanía, y que encima pretenden ser mejores que los demás. De su preparación un botón de muestra, la foto que adereza este post y su mensaje absolutamente disparatado, pero que se ha exhibido orgulloso en Badajoz el último mes y medio.

Desde luego yo no utilizaría a esta gente como bandera electoral, pero parece que algunos se han empeñado en cabalgar sobre un tigre y puede que acaben con más mordiscos y arañazos que Ángel Cristo.

lunes, 4 de julio de 2011

Precaución: políticos en la red!


A la nueva alcaldesa de Cáceres no le gustan los comentarios que hacen los internautas en la prensa digital y se dedica a demandar a todos los que se meten con ella o con su marido. ¡Pues no le va a faltar el trabajo!

El problema es que Internet no es manipulable (¿será porque es un medio esencialmente libre?) y, claro, eso al poder tanto político como económico le gusta poco porque no puede dirigir la orquesta. Qué le pregunten a Nestlé lo que le pasó cuando trató de censurar en su facebook los post de sus fans. Más cerca tenemos la metedura de pata de la nueva alcaldesa de Zafra, que se tuvo que comer con patatas su intención de subirse el sueldo recién nombrada ante el chaparrón digital que le cayó encima.

Van a tener que acostumbrarse, porque esto no tiene marcha atrás. En la Sociedad de la Información, pretender controlarla cuando se está en la cosa pública es sinónimo de necedad o de ignorancia. Así que menos lloriqueos y más espaldas.

Además, en el ámbito de la política siempre se ha pedido luz y taquígrafos. Pues toma dos tazas en forma de prensa digital y redes sociales. A partir de ahora, el político que quiera que hablen bien de él tendrá que esforzarse en hacer bien las cosas, lo que no deja de ser bastante justo.

¿Y qué hacemos con los comentarios falsos u ofensivos de trolls, enemigos, maleducados y gamberros varios?

Se puede tratar de aprender el manejo de las redes y utilizarla en nuestro beneficio. Pero si no tenemos madera de “community manager” recurramos a la sabiduría popular. Apliquemos el dicho de que “no ofende quien quiere sino quien puede”. También vale “ladran luego cabalgamos”. No sobra “a palabras necias oídos sordos”. Y no olvidemos que “no hay mejor desprecio que no dar aprecio”. Ahora, si nos empeñamos en cortar las críticas a base de censura y demandas judiciales corremos el riesgo de que nos atribuyan aquello de “el que se pica ajos come”.

Porque, y que me perdonen la redundancia, al que no le guste Internet ya sabe lo que le toca: “ajo y agua”.

domingo, 3 de julio de 2011

¿Marca Extremadura?


Parece que Extremadura crecerá menos que el resto de España en los próximos años. ¿Le extraña esto a alguien? Lo milagroso sería que una economía basada en funcionarios, empresas públicas y empresas privadas subvencionadas y mediatizadas por el dirigismo político creciera más que la media. Nos pretendían hacer creer que la economía extremeña era a prueba de bombas. Todavía me acuerdo de una reunión de empresarios en Mérida, hace pocos meses, en que la Consejera de Economía cesante nos presentó un power-point con una especie de Plan Quinquenal absolutamente ilusorio, en el que desglosaban los diversos sectores productivos, su situación y sus perspectivas. ¡Estaba hasta el sector petroquímico!¡Con un par! Luego tuvimos que oír cómo Avante iba a ser la locomotora extremeña y nos iba a poner las pilas a todos. Con internacionalizarnos un poco estaba todo hecho.

A mí me parece la cosa es más fácil. Hoy día, para producir bienes y servicios con valor añadido no hacen falta políticos que planifiquen la economía. La aportación de los políticos a la creación de empresas como Apple, Facebook o Google fue poco destacada. Lo que hace falta es conocimiento, financiación y trabajo.

De conocimiento no sé cómo andaremos, pero no debe ser para tirar cohetes, habida cuenta que la Junta, mientras presumía del sistema educativo, se cuidaba muy mucho de someterlo a evaluación externa, escaqueándose año tras año del Informe PISA.

De financiación imagino que como el resto, es decir mal. Pero si tenemos en cuenta la dificultad para generar proyectos rentables en una región con un mercado muy reducido, es posible que incluso peor.

Y de trabajo, dado que el porcentaje de funcionarios es muy superior a la media nacional, pues tampoco vamos a echar las campanas al vuelo. No tengo nada en contra de los funcionarios, pero es un hecho innegable (está medido y expresado en euros) que su productividad, dentro y fuera de la región, es inferior a la del sector privado. Por otro lado, la tendencia a subvencionar en mil formas la actividad económica consistente en estar cruzado de brazos no es el mejor estímulo para la productividad. Ojo, que no me refiero a los desempleados que las están pasando canutas.

¿Y entonces qué?¿Nos cortamos las venas? No creo que sea necesario. Pero para crecer y ponernos a los niveles del resto es imprescindible un cambio de mentalidad. Y ese cambio pasa por resetearnos y abandonar la idea de que no hay nada mejor que unas oposiciones y una paguita segura. El éxito en todos los campos de la vida está fuertemente ligado al riesgo. Y el riesgo es lo contrario a la seguridad. Así que dejémonos de buscar seguridad al amparo de lo público y asumamos riesgos, emprendiendo aventuras empresariales que nos lleven al desarrollo económico, el progreso y el éxito.