sábado, 27 de octubre de 2012

España no es Alemania!


Eso me decía un amigo ante la diferente forma de enfrentarse a los problemas de una y otra nación. No se trata de un problema de desarrollo o de tecnología, sino de un problema de unidad y solidaridad de verdad, no de boquilla. Hablo de renunciar a lo nuestro por los demás, no de llenarnos la boca hablando de la integración de marginados que nunca llamarán a la puerta de nuestras casas, o de repartir el 0´7% del dinero que no es mío.
Cuando Alemania Occidental se enfrentó a la encrucijada de la reunificación con sus vecinos del Este, reconocieron a sus hermanos en aquellos que dos días antes, aunque hablaran el mismo idioma, amenazaban con ser la punta de lanza de una invasión soviética. Y asumieron compartir un mismo destino a sabiendas de que eso supondría recesión, paro y recortes, mientras los restantes países de la Unión Europea crecían al doble de ritmo que ellos.
Aquí, en cuanto hemos topado con la crisis, cada uno ha decidido salvar sus muebles a costa de lo que sea. Las comunidades autónomas se pelean por el presupuesto para tapar los agujeros creados por su despilfarro, cuando no hablan de separarse pretendiendo, eso sí, que los demás paguen sus facturas; los directivos que arruinaron las cajas han blindado sus contratos inmorales; los responsables de las inmobiliarias tratan de engañar a la gente diciendo que los pisos no bajarán, aunque ya nadie les cree, a ver si consiguen colar sus últimos saldos; los sindicalistas se suben el sueldo a cargo del erario mientras hablan de situación insostenible; y los políticos tratan de aprovechar las decisiones impopulares de los rivales para ponerse ellos en el mando.
Son preocupantes las reacciones a los recortes del gobierno. Aunque Rajoy es incapaz de vender Coca-Cola a los beduinos del desierto, lo cierto es que la forma en que han sido acogidas excede con mucho de la repercusión de las mismas. Si un país en quiebra técnica, en lugar de remangarse y soportar los sacrificios necesarios para salir de ella, se echa a la calle (o a las redes sociales) hablando de derechos, algo está fallando. Entiendo que la supresión de la paga extra a los funcionarios es una tocada de narices, pero alguien debiera decirles que trabajan para una empresa quebrada que si sale a flote va a ser gracias a las medias de ajuste, tanto las que afectan a ellos como las que afectan a los parados sin paga extra, o los autónomos que luchan por pagar las extras a sus empleados.
Que de ésta saldremos, aunque muchos agoreros no lo crean, no tengo ninguna duda. Lo que no tengo tan claro es si vamos a crear algo que merezca la pena o nos volveremos a comportar como nuevos ricos. Me asalta la incertidumbre sobre si seremos capaces de construir algo sostenible, donde el premio sea fruto del esfuerzo y la cerveza del fin de la jornada está ganada con el sudor propio, no con el crédito fácil. Cuando aparecen indicios de que no se va derrumbar todo, pienso si vale la pena conservar lo que hemos creado.

martes, 23 de octubre de 2012

De políticos perdedores (esa especie a extinguir)


Sobre las autonómicas ya se ha dicho casi todo, por lo que no voy a ser yo el que aburra con eso de si Galicia refrenda o no la política de Rajoy, la deriva nacionalista y palabros semejantes. Me centraré en el análisis de los políticos perdedores, aunque en las elecciones de eso casi no hay, que orbitan en una elipse distinta a sus votantes terrícolas.
Me explico, en una competición normal, quien llega el último suele darse cuenta de que ha perdido al ver la espalda de los que han ganado cuando levantan los brazos al llegar a la meta. En política, por el contrario, quien pierde no se da por enterado aunque le doble un contrincante cojo. Escuchar las declaraciones de los perdedores en unas elecciones te hace dudar si viven en un universo paralelo.
Lo más divertido es la preocupación de todo perdedor por la abstención. “Ojo con la abstención”, te dicen,  porque aquí si ha perdido alguien es la democracia. Da igual que la democracia haya perdido un 0,43% de votos y la candidatura derrotada un 28%. Siempre pierde primero la democracia. La pobre!
Luego, en un ejercicio impagable de altruismo, declaran solemnemente que asumen el resultado. Acabáramos! Lo voy a asumir yo si les parece.
Otro argumento insoslayable es el relativo a la capacidad de comprensión de los votantes, que no han entendido el mensaje, lo que obliga al sufrido candidato a seguir en el cargo trabajando para que cale. Me recuerda mucho al chiste del teléfono:
“- Buenas, es el 910 XXX XXX?
- No, aquí no es.
- Oiga, yo he marcado bien.
- Perdón, entonces será que he descolgado yo mal.”
Escuchando a los políticos derrotados cualquiera diría que han marcado bien y los votantes hemos descolgado mal, equivocándonos al rechazar su llamada.  Solo les falta decir como Alfonso Guerra en el año 79, cuando UCD ganó las segundas elecciones: “el pueblo se ha equivocado.”
Si el fracaso es tan apabullante que los hijos del candidato se niegan abochornados a ir al cole, entonces se produce una repentina conversión al marxismo. Efectivamente, en ese caso procede una “profunda reflexión”. Es un error pensar en cambiar las personas, cosa que no solucionaría el problema, cuando lo conveniente y necesario es una renovación de ideas, en aplicación estricta de la teoría de Groucho Marx: “estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros”.
“Hombre, pueden dimitir”, objetará algún insensato, desconocedor de que la palabra dimisión fue eliminada del diccionario RAE en la penúltima actualización. Cierto que era un vocablo en desuso, porque ya en época de Franco se decía “en el camino del Pardo, y muy cerca de la ermita, hay un letrero que dice maricón el que dimita”. Pues eso, aquí de dimisión hemos hablado bastante. Si tiene que dimitir alguien que dimitan los votantes, que no cobran nómina y no se juegan el pan de sus hijos. En política una vez más rigen reglas distintas que en la empresa privada, y no es aplicable la frase de Henry Ford “los que renuncian son más numerosos que los que fracasan”. Yo empiezo a echar de menos el sistema musulmán, caracterizado por las palabras de aquel jeque que, cuando le mostraron el sistema parlamentario inglés, exclamaba maravillado: “Cómo hacen ustedes al cambiar de gobierno para cortar 600 cabezas?”.

domingo, 21 de octubre de 2012

Engañándonos como a chinos?


La “Operación emperador” me ha traído a la memoria lo que contaba un profesor de comercio internacional que conocía bien China. Según decía, si coincides con un japonés en el centro de un puente con un solo carril éste, aunque haya entrado en el puente antes, no discutirá la preferencia sino que hará una reverencia, retrocederá y cederá el paso. Por el contrario, si es un chino, incluso si ha entrado después, se sentará en el capó de su coche y no hará caso a tus protestas, esperando a que te canses y des marcha atrás. Con ello manifestaba sutilmente la capacidad de los chinos para manejar el tiempo a su favor y su concepto de la ética.
Y si del manejo de los tiempos sobrecoge un poco la forma en que aparentemente extienden sus tentáculos en la economía española, de su respeto por las normas parece que el entramado puesto al descubierto en Fuenlabrada es un ejemplo. Blanqueo de dinero, préstamo usurario, extorsión, mafia y fraude en proporciones gigantescas, unido a los funcionarios corruptos que siempre aparecen en estos casos y el actor porno, han colmado las expectativas de las mentes más calenturientas.
Al final el desmantelamiento de esta mafia china en España es una muestra de debilidad del sistema de comercio practicado por ese país. Si para competir necesitan mano de obra semiesclava en Oriente, extorsión a los comerciantes y distribuidores en Occidente, y fraude a las normas fiscales, penales, administrativas y de propiedad intelectual e industrial, es que no son tan competitivos como muchos piensan.
El tema del made in China no es nuevo. En los setenta todo era made in Taiwan y los denominados “tigres asiáticos” (Taiwan, Corea del Sur Hong Kong y Singapur) parecía que se iban a comer el mundo con sus exportaciones baratas. Al final resultó que las garras de aquellos tigres no eran tan afiladas, cuando sus ciudadanos decidieron que también les gustaba el nivel de vida occidental, y sus economías acabaron siendo integradas en la economía mundial. Tanto que la marca Daewo, por poner un ejemplo, acabó siendo absorbida por Chevrolet.
Hace un año escribía en este blog que no me acabo de creer que el futuro de la humanidad pase por Pekín. Pensar que los 400 millones de chinos de la costa este (los campesinos del interior no cuentan ni para el gobierno chino) van a dominar la economía mundial en unos años es mucho suponer. Sus enormes tensiones interiores, dictadura, diferencias sociales, y explotación laboral acabarán pasándoles factura más pronto que tarde.
En cuanto a las mafias, es tentador echar la culpa de nuestros males también a los chinos, pero recordemos que cuando se trata de meter mano en el dinero público no necesitamos su ayuda. Si el fiscal de la Operación emperador estima que la mafia del polígono de Cobo Calleja defraudó 1.200 millones en cuatro años, la juez Alaya estima a su vez que el fraude de los falsos EREs andaluces anda por los 1.400 millones, saqueados directamente de las arcas autonómicas por Griñán y sus muchachos que, por cierto, no han sido detenidos a centenares como los orientales.
Hay que encerrar  a los delincuentes entre rejas, pero es un error meter a sus víctimas en el mismo saco. Debiéramos tomar nota del espíritu sacrificado y emprendedor de los chinos españoles, que aspiran a crear su propia empresa en mucha mayor medida que el resto de nuestros jóvenes. Luego no debe sorprendernos si son los que nos acaban contratando. En cualquier caso puede que vaya siendo hora de dejar de pensar en ellos y nosotros. Hace poco escuché en Huelva a una chinita encantadora que hablaba un castellano perfecto con un marcado acento andaluz. Y al oírla pensé que la integración está a la vuelta de la esquina, porque en el fondo no hay ningún impedimento para ello.

sábado, 13 de octubre de 2012

De penas y penes.


Este país parece el entierro de la sardina. Entre difuntos y plañideras el ambiente es para coger el Ryanair y largarse a Río de Janeiro, donde no tienen para zapatos pero se lo pasan pipa. España ha pasado de ser un sitio alegre a un contenedor de gente frustrada que no hace más que lamentarse de la pérdida de un espejismo. Cierto que los medios de comunicación no contribuyen a levantar los ánimos. No se trata de imitar a los romanos, que mataban al mensajero de las malas noticias, pero tampoco se entiende la fijación por buscar lo peor en cada una de ellas.
Con todo sorprende la incapacidad de los españoles para la equidistancia: o nos creemos los mejores y nos ponemos a dar lecciones al mundo entero (hace cuatro días hablábamos de mojarle la oreja a Francia) o pasamos a considerarnos unos gusanos a la altura de Marruecos. Pues ni lo uno ni lo otro, pero estamos muchísimo más cerca de los primeros, 30.000 frente a 42.000 $ de PIB per cápita, que de los segundos, que se quedan en 3.000 $. Además, dicen que en el término medio está la virtud. Pasó el tiempo de las ostras y el champán a discreción, y a crédito, pero tampoco se trata de que las lágrimas nos impidan disfrutar de la cerveza.
Es posible que escasee el dinero, y que se haya robado mucho, pero  no nos engañemos, antes de la burbuja había menos y los españoles éramos más felices.  Curioso que todos los que hablaban de amor, solidaridad, tolerancia, talante y demás anden cabreados y cabizbajos en cuanto se ha cerrado el grifo del crédito. Al final va resultar que la felicidad era una cuestión pecuniaria.
Pues aunque hay casos dramáticos, mucho menos que los que ha habido siempre, yo pienso que es una cuestión mental más que nada. Resulta penoso ver llorando en coches de lujo a quienes hace no mucho eran felices en un Simca 1000, pero la verdad es que ya me creo cualquier cosa. Parece ser que las consultas psicológicas están llenas de personal al que la crisis le ha averiado la libido y padece de disfunción eréctil. Acabáramos! Esperemos que esto sea pasajero y tras la fase de depresión venga la de aceptación, para levantar este país y lo que haga falta. Porque como tumbemos el mito del macho hispánico nos vamos a cargar hasta el turismo, que es lo único que va viento en popa.

martes, 9 de octubre de 2012

La culpa fue del chachachá.


A la vista del estado de ánimo general, me han venido a la cabeza un par de anécdotas vividas no hace mucho en la Venta del Alto, sitio de pausa en la Ruta de la Plata cerca de Sevilla, que sirve algunas tapas excelentes (buenísimas la ensaladilla y el salmorejo) y constituye un muestrario variopinto de la fauna ibérica en tránsito, y una radiografía del estado de la nación.
En una de mis paradas asistí a un peculiar debate entre el camarero del lugar y un cliente con pinta de comercial, donde el primero sostenía que comprar un coche de las llamadas marcas “generalistas” era una miseria, descalificando todo vehículo de rango inferior a BMW, Audi o Mercedes, que entraba directamente en la categoría de “lata”. Mi curiosidad al oír sus argumentos se tornó en pasmo cuando empezó a criticar la política de Porsche, que supuestamente había escatimado en la motorización del Panamera respecto a la del Cayenne. Y no tanto por la familiaridad con que el mozo hablaba de bólidos con la suficiencia de quien está acostumbrado a pilotarlos, sino por la naturalidad con que el contertulio asentía abrumado ante sus razones, en lugar de reírse de tamañas fantasías.
Poco después tuve la ocasión de escuchar a otro cliente quien a la rutinaria pregunta "cómo va la cosa?", respondió con un rosario de quejas, destacando que, tras cotizar 18 años, 9 meses y no sé cuantos días, llevaba unos años en paro y se le había acabado la prestación. Y allí estaba, un individuo frisando en los 40 pero con espíritu de 90, al pie de la barra dándole a una cañita y con pinta de haber acabado la jornada laboral antes de haberla empezado, mientras seguía con su letanía sobre las injusticias del mundo sin pensar por un momento en hacer algo para cambiarlas.
Esto es España, un país donde casi todo el mundo ha gastado más de lo que podía en cosas que no necesitaba para impresionar a gente que no nos importaba. El problema es que ahora resulta que nadie, salvo los bancos, es responsable de nada, en un fenómeno masivo de auto exculpación al que no son ajenos los medios de comunicación. Así, el que ha obtenido un préstamo de 400.000 euros que ni en sueños hubiera podido devolver dice… que el banco le ha engañado! Y a continuación, invoca el derecho constitucional a la vivienda  y pide una gratis a costa de los impuestos de quienes no dan abasto para pagar la suya, olvidando por cierto que la Constitución habla de disfrute, no de propiedad.
No se trata de negar la realidad, pero el que tengamos dificultades serias no nos otorga necesariamente el derecho a exigir que las solucionen otros. Estoy convencido de que el victimismo y la falta de actitud para afrontar los retos que nos asaltan son el problema en mucha mayor medida que los políticos, la deuda, los mercados o la Merkel. Estamos a tiempo para darle la vuelta a la tortilla porque ya se ha hecho otras veces. Pero no será con lamentos ni con fantasías sino con esfuerzo y constancia, como siempre se ha hecho.

domingo, 7 de octubre de 2012

Justicia para facebook


El Juez Pedraz está peleando duramente por tener su minuto de gloria. Para ello ha decido adornar un auto, en el que la imparcialidad brilla por su ausencia, criticando la “convenida decadencia de la denominada clase política”, en un acto de hooliganismo judicial que le ha acarreado simultáneamente el aplauso de los indignados y el repudio de la clase política decadente.

No es cuestión de decirle al juez la frase evangélica “no juzguéis y no seréis juzgados” porque cobra por eso. Y sobre todo porque tampoco se trata de animar a algunos que ya la cumplen a rajatabla, a tenor del retraso que acumulan en sus juzgados donde la justicia no es ciega sino coja. Pero deberían recordar que están para juzgar a los presuntos que les llevan al banquillo, que para opinar de la clase política los ciudadanos nos valemos solos. Especialmente porque si nos ponemos todos a hacer juicios podemos cortarle un traje sastre también a sus señorías, que tienen más tela que cortar que una pañería inglesa.

Desde que Pascual Estevill saltara a la palestra, condenado por imitar al juez descrito por Quevedo en la antesala del infierno, lavándose las manos para tratar de limpiarlas de todo lo que se le había untado en vida, la cosa no ha hecho sino empeorar. Garzón, Bermúdez, el juez del caso Mari Luz… en este país cuando un juez tiene fama es siempre porque ha prevaricado, no ha hecho su trabajo, está buscando notoriedad o todo a la vez.

Peor que los errores concretos, al fin y al cabo “errare humanum est”, es el envilecimiento general de la clase judicial que ha conseguido escalar hasta las más bajas cotas en la percepción de la ciudadanía que, si se sorprendió cuando hace unos años Pacheco la calificó como un cachondeo, hoy piensa que es un asco directamente, y maldita gracia le hace. Delincuentes que salen de los juzgados antes que los policías que los llevan detenidos, sentencias de copia-pega, decisiones judiciales cuyo sentido se conoce de antemano en función de la adscripción política del juez. Por no hablar de los atascos de los juzgados donde los expedientes se acumulan sin que ninguna toga se apiade de ellos y decida resolverlos.

Mucho más alarmante que el auto del juez “pijo ácrata” ha sido la pantomima de huelga judicial que estuvieron a punto de protagonizar sus compañeros contra las medidas del gobierno que supuestamente atentaban contra su independencia. Pues bien, el atentado duró justo hasta que el ministro accedió a respetar sus días libres (seis permisos de tres días al año sin necesidad de justificación, vacaciones aparte, o sea igualito que en la empresa privada) momento en que se acabó el conato de motín, demostrandose una vez más la vocación y seriedad con que estos señores se toman su papel.

Resulta paradójico que dicten sentencias para salir en facebook unos personajes que tecnológicamente andan anclados en los legajos amarillentos. Pero a mí de nuestra clase judicial ya no me extraña nada, porque como decía Montaigne “Del mismo papel en que un juez ha escrito una sentencia contra un adúltero rasgará un pedazo para escribir unas líneas amorosas a la esposa de su colega."

lunes, 1 de octubre de 2012

Encuentra las 7 diferencias!


Con la frase “un clavo saca otro clavo” se ilustra la conveniencia de reemplazar lo perdido con más de lo mismo, especialmente en tema de amoríos, donde el mejor remedio para unas calabazas es sustituir el rey muerto por otro, a ser posible diez años más joven. Lo que desconocía es que fuera aplicable en política. Casi ocho años y la ruina nos costó librarnos de Zp, y parece que Mariano ha venido a ocupar el hueco que aquel dejó en nuestros corazones. Quien lo diría!
Pensábamos que ya estaba bien de caldo impositivo y Rajoy vino con dos tazas en la mano. Clamábamos por el recorte de gastos inútiles y recortó toda inversión productiva, manteniendo el estéril gasto corriente. Suspirábamos por el saneamiento financiero que devolviera el crédito a las empresas, y asistimos a un lección del número de Don Tancredo al más puro estilo Zp,  con el gallego mareando la perdiz ante Bruselas y los mercados, y el resultado de una prima de riesgo disparada. Cierto que la herencia recibida y las exigencias de Europa podían justificar lo anterior, aunque seguro que Europa no exigía la liberación de asesinos etarras para que disfrutaran del final de sus vidas en la paz y libertad que negaron a sus víctimas. Aun así, muchos votantes se tragaron también esa piedra de molino, culpando a una justicia que de tal solo conserva el nombre.
Pero lo que ya no entiende ni el militante más fiel es que el presidente defienda en la ONU… la Alianza de Civilizaciones!!! Hacer tragar al electorado esa bazofia trufada de reyezuelos y dictadores, motivo de burla justificada desde su creación, es una bofetada tan gratuita que solo se puede esperar de alguien ajeno a la realidad o que, simplemente, desprecia a quienes le apoyan, pero en ningún caso de un líder con la mínima sensibilidad. Y pido perdón por conjugar las palabras líder y Rajoy en la misma frase.
Yo recomiendo encarecidamente a Mariano que, una vez metido en harina, ya no lo deje. Todavía no están aprobados los presupuestos y la ocasión la pintan calva para introducir nuevas partidas para la memoria histórica o los colectivos de transexuales, que veo apagado a Zerolo últimamente. También está a tiempo de reconciliarse con los sindicatos vía subvenciones multimillonarias, a ver si Méndez le invita al mitin de Rodiezmo el próximo año. Con eso y un buen afeitado logrará que nadie pueda encontrarle 7 diferencias con el supervisor de nubes.
En tiempos ya dijo este clon de Zp entre puro y puro, “si alguien quiere irse al partido liberal o al conservador, que se vaya”. Lo que no pensábamos es que hablara en serio, pero va camino de quedarse solo con sus asesores y los democratacristianos, que son tres en España y en Italia ninguno, que allí acabaron todos en la cárcel. Ahora, metido a cristiano al menos podía repasar el octavo mandamiento, porque como le pasen un video de su campaña electoral va a tener que ir corriendo al confesionario. No seré yo quien le niegue la legitimidad para gobernar, que eso se lo dejo a los perroflautas. Las promesas electorales están para no cumplirlas, como dijo el Viejo Profesor, y por cuatro años le votamos. Pero, o mucho cambia la cosa, o se va a repetir en las próximas elecciones el dicho del clavo, porque los electores van a tener la atención de ponerse botas claveteadas antes de darle la patada al registrador.