El escándalo de la FEVAL de Don
Benito ha situado a Extremadura en el
mapa de la corrupción política. Por fin! Era casi una deshonra que también en
esto estuviéramos en el furgón de cola. Ahora, una vez puestos lo hemos hecho a
lo grande, con jacuzzi y mariscadas a cargo de los fondos públicos, que es lo
que luce en las fotos. De verdad alguien pensaba que casi 30 años de gobierno
socialista habían pasado sobre Extremadura sin que nada de la riada de fondos
llovidos por aquí se pegara a los dedos de los políticos?
La falta de noticias sobre la
corrupción extremeña durante tantos años se explica, no por su ausencia, sino
por la impunidad de la que gozan los chorizos en este país, cuyo exponente
regional lo tenemos en el escándalo de las vallas del paleto. Rebobinemos! Tras
20 años de la Ibarrismo, las grandes constructoras nacionales han sido
expulsadas de la contratación pública regional a favor de empresas amigas con
un accionariado trufado de cónyuges, hermanos y parientes de los políticos; el “bluf”
Linex ha absorbido millones de euros y pesetas sin resultados apreciables y han
surgido multitud de empresas consultoras y de servicios dirigidas por políticos y sindicalistas con el mismo
bagaje consultor de Urdangarín. Y de repente en 2004… España aparece plagada de
vallas promocionales del turismo regional con la inspirada frase: “No seas
paleto, ven a Extremadura!”
Ante la rechifla nacional por la
ocurrencia publicitaria de insultar a los futuros clientes, se descubre que las
vallas son parte de una campaña de la Consejería de Economía, Trabajo y Turismo
adjudicada a una empresa por el procedimiento habitual, es decir a dedo. Tan a
dedo que, cuando estaban puestas las vallas, todavía no había empezado a tramitarse
el expediente administrativo. El Consejero se excusó diciendo que se había
enterado por la prensa (un clásico) hasta que se descubre que “Crea Guimaraes”,
la empresa adjudicataria, le pagaba un sustancioso alquiler por un local que le
tenía arrendado. Sorprendido con las manos en la masa, el prevaricador hace
como que dimite ante el caudillo Ibarra, que hace como que no le admite su
dimisión, volviendo a su despacho esa misma mañana para seguir adjudicando
contratos a dedo. Y qué hacía la Intervención autonómica? Pues nada, porque ya
se había cuidado Ibarra de que los interventores fueran nombrados también a dedo.
Cuando el personal vio que un
caso tan evidente de corrupción se quedaba en agua de borrajas, captó el mensaje
inmediatamente. Nunca un funcionario o contratista iba a denunciar un cohecho,
porque lo único que podía acarrear era una represalia para el denunciante. Y
así siguieron adjudicándose los contratos al estilo marroquí, sin que nadie
dijera esta boca es mía. Con Vara las cosas no cambiaron, porque no hizo nada
para que cambiaran. Tanto es así que, cuando le mandaron un dossier con el
escándalo de FEVAL, lo guardó en el cajón y expedientaron a los funcionarios
denunciantes, que en su ingenuidad habían pensado que corrían aires distintos.
En defensa del corrupto extremeño
hay que decir que, pese a su impunidad, nunca se llegó al nivel de mangancia de
Andalucía, Cataluña o Valencia, los grandes maestros. Yo creo que ni siquiera
al de Castilla La Mancha, donde Bono puso alto el listón. En fin, ya veremos en
qué queda esto y cuántos casos más salen a la luz. Porque es un secreto a voces
que el nuevo gobierno está tapando los enjuagues y malversaciones de fondos europeos que
se encuentra para evitar dos problemas: llenar las cárceles extremeñas y tener
que devolver a Bruselas un dinero que nadie sabe dónde está. Esperemos que no acabe siendo el "hoy por ti, mañana por mí".