domingo, 27 de marzo de 2011

Más sobre el cambio



Publica Expansión un interesante artículo de Santiago Álvarez de Mon en el que viene a decir que las incertidumbres y los cambios de este mundo hacen que sólo podamos alcanzar la serenidad aceptando el cambio como estado natural.

En el fondo no es nada nuevo. ¿Incertidumbre? La de nuestros ancestros de las cavernas que se levantaban cada mañana sin saber si iba a salir el sol y estarían vivos al final del día o si, por el contrario, cuando salieran a cazar algún mamut para llevarse a la boca dejarían el pellejo en el intento. O la de sus mujeres que, cada vez que tenían que dar a luz, desconocían si añadirían un nuevo miembro a la tribu o si causarían baja en el censo.

Ya hace unos años, el maestro Luis Huete hablaba de la aceleración del curso de la Historia debida a las posibilidades de comunicación e interconexión derivadas de las nuevas tecnologías.

Tampoco esto es tan malo. Los grandes avances que ha experimentado la humanidad se han conseguido en escenarios de incertidumbre. A mi particularmente me entusiasma la hazaña de los 90 valientes que se metieron en tres cáscaras de nuez para partir rumbo a lo desconocido y descubrieron América ellos solos, transformando para siempre la Historia de la humanidad y convirtiéndose en inmortales. Recomiendo a quien pase por Huelva que se acerque a Palos a ver las réplicas de las carabelas para hacerse idea de la grandeza de aquellos hombres, especialmente de Martín Alonso Pinzón, acaudalado y respetable, que dejó la seguridad para embarcarse de lleno en aquella locura.

¿Qué podemos aprender de todo esto? Yo creo que básicamente habrá que olvidar el adaptarse al tiempo en que vivimos para adaptarse al ritmo de los tiempos, que es frenético. Eso implica tener siempre el culo levantado del asiento, lo que es algo cansado, y estar continuamente oteando el horizonte. Y supone dar por enterrados modelos estáticos como el Estado del Bienestar, que se ha mostrado insostenible e incapaz de adaptarse a los cambios que está experimentando la humanidad.

Pero renunciar a la seguridad permanente no es tan malo. Porque tanta seguridad suele acabar en rutina, adocenamiento y oxidación de las neuronas y del espíritu. Y además, porque no somos tan importantes, ni nuestras personas un bien tan precioso que haya que preservar a toda costa, aunque sea conservados en formol.

Sacudámonos el miedo y cambiemos nuestras inercias porque, al igual que un cuerpo parado necesita mucha energía para ponerse en movimiento, cuando está en movimiento la inercia le impulsa hacia adelante. Y preguntémonos de nuevo qué podemos hacer por el mundo en lugar de exigirle al mundo que siga haciendo cosas por nosotros.

Así con atrevimiento, dinamismo y solidaridad podremos seguir transformando el planeta, a pesar de los tsunamis e incertidumbres, para convertirlo en algo mejor.

sábado, 26 de marzo de 2011

Sobre políticas energéticas.


El debate sobre política energética está al rojo vivo tras Fukushima. Y se ha visto de todo: desde la Merkel metiendo la marcha atrás de un día para otro (le ha dado resultado en las elecciones regionales por cierto) a Zp que, excepcionalmente y sin que sirva de precedente, ha hecho lo razonable, manteniendo la calma y limitándose a pedir un estudio de seguridad de las centrales nucleares españolas. Curioso lo de China, cuyo desprecio absoluto por el medio ambiente y la salud de sus ciudadanos no le ha impedido replantearse su política energética. Lo más llamativo ha sido la salida de pata de banco del Comisario Europeo de Energía y su histeria apocalíptica.

Así, de un día para otro se ha producido un vuelco en la carrera. Y la nuclear, que empezaba a destacarse, se ha visto amenazada por las renovables que estaban seriamente tocadas por su repercusión en la factura de la luz (por cierto las facturas de este invierno están levantando ampollas). Hasta se vuelve a hablar del carbón, que ya estaba mal visto incluso por los Reyes Magos. Y todo con el petróleo por las nubes y el Medio Oriente en ebullición.

Yo creo que el tema de las políticas energéticas se abordará en serio cuando se despolitice y se base en una premisa básica: la tecnología y la ciencia no tienen ideología. Simplemente funcionan o no y son eficientes o no, al margen de quien las promueva. Ni al viento ni al uranio les importa el gobierno que decide utilizarlos. Esto parece una perogrullada, pero si escuchamos a los ecologistas, parece que no lo tienen demasiado claro.

El mix energético deberá basarse en la sostenibilidad medioambiental y en la sostenibilidad económica, que incluye la seguridad en las fuentes de abastecimiento. Lo que no es de recibo son los vaivenes en función de un titular de periódico, de unas elecciones a la vista o de una “mani” con doscientos ecologistas encadenados a algo, porque la política energética es la base del desarrollo y no se puede improvisar de un día para otro.

Además, cuando no se tienen en cuenta todos los factores con visión de futuro se acaba bombardeando al vecino mahometano en cuanto pone en peligro el suministro de combustible.

¿Y qué hacemos con la opinión pública y sus votos? Informarla. Los prejuicios se combaten con información honesta y transparente. Casi siempre que a la gente se le explican las ventajas e inconvenientes de cada opción (seguridad, contaminación y, muy importante, consecuencias en términos de desarrollo, empleo y factura de la luz) suele elegir lo más razonable.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un poco de calma


El Comisario Europeo de Energía, en un alarde de serenidad y temple, calificaba como “apocalíptica” la situación de Japón con su alerta nuclear, y criticaba la respuesta “poco profesional” de los japoneses ante la crisis mientras cincuenta héroes se la jugaban tratando de enfriar la central de Fukushima para evitar una catástrofe a sus compatriotas. Buena ocasión para dar ejemplo y tratar de ser útil en lugar de contribuir a sembrar el terror cómodamente instalado a más de 10.000 Km de distancia del peligro. Y este es el mismo sujeto que hace unos meses defendía con uñas y dientes las centrales nucleares europeas.

Veremos qué pasa con la central del demonio, pero lo que no parece serio es que quienes tienen responsabilidades del más alto nivel cedan a la tentación demagógica de rasgarse las vestiduras ante la energía nuclear, y se pasen al bando de los ecologistas radicales sin ningún tipo de reflexión. Como ejemplo pueden mirarse en la actitud del pueblo japonés, que soporta valerosamente el desastre, mientras se anuncia que aumenta en Europa la compra de contadores geiger para la radioactividad, muestra de que la frase “no cabe un tonto más” no se aplica sólo a España sino que es exportable al resto del continente.

Si tenemos que sacar conclusiones precipitadas de la catástrofe provocada por el terremoto y el tsunami, lo más urgente no es ponerse a cerrar centrales nucleares a toda prisa: las explosiones en la central han producido un único muerto todavía, mientras que el número de víctimas por la ola asciende a varios miles. Si de lo que se trata es de tomar decisiones drásticas lo primero es evacuar Barcelona, Málaga, San Sebastián y Vigo, junto a las demás ciudades costeras españolas, y trasladar a todos los habitantes a la montaña, que es mucho más segura en caso de tsunami. Además el agua de manantial es muy sana y se evitan las playas y sus peligrosas radiaciones solares.

En fin, solo espero que los japoneses tengan toda la suerte del mundo.

martes, 15 de marzo de 2011

Extremadura, capital Madrid.


Me dice mi amigo Julián que le eche algo de estúpida osadía al blog. Y yo, que en cuanto me enseñan el trapo embisto como un Miura (es que no aprendo) en lugar de hablar mal de los catalanes que siempre gusta, pongo en cuestión el terruño. Voy a ver si consigo que la parroquia, escasa pero selecta, me tire tomates.

No se trata de cambiar Mérida por Madrid como capital autonómica, aunque tampoco tengo muy claras las ventajas competitivas de una frente a otra, sino de ver cuál puede ser la orientación económica que haga viable nuestra Región.

Ahora los políticos regionales nos dicen que falta gente en Extremadura, aguda observación, y que no hay masa crítica para hacer cosas aquí. Y como no hay masa, mercado para entendernos, aunque ahora cuando se habla de los mercados es para equipararlos a la Bicha, lo que hay que hacer es internacionalizarse. Así, a lo bestia: como no nos comemos una rosca en casa, porque no la hay, vamos a triunfar al extranjero. Y organizamos expediciones comerciales a Panamá, Rumanía y Dios sabe dónde. No tengo nada en contra de las expediciones, de hecho nos ronda en la cabeza una a Chile, pero me traen a la memoria a Marco Polo: suenan más a aventura que a plan de negocio.

¿Y por qué no miramos a Madrid? Está a un paso, hablan nuestro idioma, tiene un mercado de más de 6 millones de consumidores apiñados como la plaza de toros de Olivenza, utilizan nuestra moneda, lo que elimina los riesgos de cambio, y nos miran con simpatía. Además no abusan de las especias en la comida. Yo los conozco un poco (estudié allí) y la mayoría tienen en común que no son de Madrid, jeje, con lo que todo el mundo está en su casa. Encima, todos los extremeños tenemos en la capital un hermano o un primo, con lo que te ahorras pagar un guía local. Y, sobre todo, ya que nuestro nivel de vida es menor, podemos ofrecer calidad a menos precio. Es cierto que allí la competencia es más dura pero, por eso mismo, si tenemos algo bueno que ofrecer nos lo comprarán.

Tenemos algunos sectores muy competitivos, especialmente el agrícola, que no necesitan internacionalizarse porque ya están triunfando por todo el mundo. Y otros, como el del vino, que si no se internacionalizan no tienen futuro, porque no hay sitio para su producción en Extremadura ni en el resto de España. Pero sectores como el TIC, del que tanto presumimos, y otros relacionados con el conocimiento, no pueden internacionalizarse por una razón: no tienen volumen y los desplazamientos se comen los márgenes. Y por mucho que pensemos que Internet es la solución, que en parte sí, un empresario TIC en Castañar de Ibor tiene menos futuro que un cubito de hielo en el escote de Paris Hilton. Aunque le pongan un ADSL de muchos megas.

¿Estoy proponiendo un segundo éxodo y que volvamos a emigrar? En absoluto, a mí me gusta mi tierra y no tengo intención de dejarla. Lo que digo es que pensemos en grande y nos lancemos a competir en plazas de primera, como Madrid, pero desde aquí, como ya están haciendo algunos (mis amigos de “think big” se van a hacer los madriles, por cierto). Y que no nos despistemos mirando a plazas de tercera, eso sí exóticas y lejanas, porque las aventuras están bien y pueden ser un complemento, pero no dejan de ser aventuras.

No tengo ninguna duda de que en Extremadura hay talento e iniciativa para hacer cosas grandes: utilicémoslos con sentido común. Lo único que les pido a los políticos de esta Región, para que podamos salir fuera, es que nos traigan el AVE. Luego, como dicen los toreros: dejarme solo.

domingo, 13 de marzo de 2011

El papel de la sociedad civil



http://www.elconfidencial.com/sociedad/2011/lideres-empresariales-direccion-sociedad-20110312-75958.html

Se plantea el Confidencial si deben los líderes empresariales dirigir la sociedad.

Puede que en comparación con lo que tenemos cualquier cosa pueda parecer mejor. Pero quizá fuera bueno no mezclar churras con merinas. Si nuestro gobierno es un desastre la solución más razonable es sustituirlo por otro. La anormalidad actual es que un gobierno quemado, intervenido y actuando en contra de su programa, no utilice el medio normal para la salida de esta situación que es la convocatoria de elecciones.

La democracia tiene como mecanismo corrector del fallo la alternancia política. Además, cuando los políticos piensan que pagarán sus errores se aplican más en su trabajo. Por eso dan tanto miedo los “grandes pactos políticos”, los “gobiernos de concentración” y cosas parecidas. Cuando el precio a pagar por el error o la desvergüenza es que todo siga igual para el responsable, pero eso sí en compañía, se deja indefensos a los ciudadanos al privarles de alternativas.

El problema es cuando la ciudadanía percibe que todos son iguales: entonces se abona el campo para los salvapatrias y los Berlusconis, cuyas consecuencias todos conocemos.

¿Y entonces la sustitución de la política por el gobierno de la sociedad civil es una alternativa? Sinceramente no me parece que un gobierno compuesto por Celestino Pérez, Francisco Roig, Entrecanales y alguno más, a los que por cierto no vimos quejarse cuando les iba bien, sea la solución. A mí me da más bien miedo. Sólo faltarían Botín y Blesa en la parte financiera y Luis del Rivero por la parte inmobiliaria, por ejemplo, para completar un pastel que nos puede provocar la indigestión absoluta. Yo a estos señores siempre les he oído hablar de balances y cuentas de resultados y nunca de valores.

A lo mejor el problema de nuestra sociedad civil es que no ha sabido desempeñar su papel. Los que ahora defienden recetas salvadoras y piden protagonismo son los mismos que estaban arrimados al poder político hasta hace dos días mientras el gobierno se empeñaba en negar la realidad y se aplicaba en tomar las medidas para llevarnos al desastre.

Por eso quizá la tarea más urgente de la sociedad civil no sea desempeñar el papel de otros, sino replantearse la forma de hacer el suyo. Sustituir sus actitudes complacientes con el poder y centradas en su cuenta corriente, por otras basadas en la independencia frente al poder político y la defensa de valores como la honestidad, el esfuerzo y la responsabilidad.

sábado, 12 de marzo de 2011

Acostumbrémonos



Son tiempos complicados. De repente nos topamos con una situación con la que no contábamos, y ante este nuevo estado de cosas la gente se ve incapaz de encontrar una salida. Llevamos demasiado tiempo escuchando la frase “hay que aguantar este año”, esperando que el siguiente se acabe la crisis como por arte de magia. Y claro, cuando aparece el Presidente de Mercadona diciendo que lo único que le gusta de 2011 es que va a ser mejor que 2012, se le echa el personal encima. Matar al mensajero es una solución siempre tentadora.

Aquí casi lo único que está claro es que nos ha llevado al foso gastar más de lo que había, y ese endeudamiento es el que está lastrando la recuperación económica (y lo que te rondaré). Lo injusto es que muchos de los que han sido prudentes en el gasto están pagando los excesos del sector inmobiliario, financiero y, no lo olvidemos, del sector público con sus déficit del 13 o el 10% que no es capaz de reducir. En contra de lo que muchos todavía piensan, lo público no es la solución, sino parte del problema.

De la crisis no nos va a sacar nadie, tendremos que salir nosotros solos. Y no hay muchas opciones que no pasen por ser más competitivos. Dado que a corto plazo es imposible aumentar la competitividad cualificando a los recursos humanos (especialmente a los miles y miles de desempleados del sector del ladrillo y auxiliares), no quedan muchas más opciones que trabajar más y ganar menos. Aunque no les guste a los sindicatos, desbordados por las nuevas realidades y enrocados en la defensa de sus propios intereses lo que les lleva a remar en la dirección contraria (el tema de la huelga de AENA es especialmente sangrante).

Las familias ya se están apretando el cinturón, lo que no es descabellado frente a los que dicen que somos ricos y que gastemos con alegría. La solución no puede ser gastar más, porque eso es apagar un incendio con gasolina, sino producir más y vender más. En una economía globalizada hay mercados y oportunidades para todos y ha llegado la hora de los emprendedores. Pero a los que se la juegan en sus empresas no se les puede pedir que carguen con todo, simplemente porque no es justo. Bastante tienen con remar en las turbulentas aguas en las que nos encontramos. Las administraciones públicas, los intermediarios financieros y cada uno de los ciudadanos tendremos que asumir nuestras responsabilidades.

En fin apretemos los dientes y acostumbrémonos a los nuevos tiempos. En peores plazas hemos toreado.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Frikitráfico


Antes el problema de las ciudades eran los atascos y aparcar. Ahora en los atascos se está de miedo: no hay que ir pendiente de las señales. Conducir por Badajoz se ha vuelto una experiencia para gente de nervios templados. Hay señales para todos los gustos: de 50, de 40 (lo juro), de 30 y de 20 (esas delante de los pasos de cebra con badén, pero también en cruces estratégicos) Unas están en el lado derecho, otras en la mediana, las hay detrás de los árboles… de verdad, es Frikilandia. Lo único que falta es utilizar decimales y quebrados: prohibiciones de más de 23,15 o mejor de 85/4.

Si de lo que se trata es de cazar a los conductores es mejor utilizar métodos clásicos. En las películas de Tarzán cuando el Gran Cazador Blanco quería pillar un león, hacía un buen agujero en el suelo, clavaba unas estacas en el fondo (opcional) y lo tapaba con hojarasca. Luego utilizaba como reclamo una cabra atada a una estaca y se tumbaba a la bartola a esperar tranquilamente.

Yo creo que el procedimiento sigue siendo válido con pequeñas variaciones. Basta con hacer un buen socavón, taparlo con una alfombra color asfalto (la hojarasca se ve mucho) y, como reclamo, en lugar de una cabra, un anuncio con Heidi Klum en bikini: seguro que caen todos. Una vez en el hoyo se empapela al incauto y a otra cosa.
La verdad es que entre eso y los 110 yo no encuentro, que diría aquel. A este paso me voy para Alemania si me admite la Merkel.

Avante


Hoy, en Mérida, se ha presentado Avante, la nueva empresa pública que reemplaza a Sofiex, Fomento de Mercado Exterior, Fomento de Emprendedores, Feisa y Sociedad de la Innovación.

En la presentación estaba una representación muy lucida del sector empresarial y emprendedor extremeño y la plana mayor de la política regional. Bueno, matizo, la plana mayor socialista porque el PP no andaba por allí (o no le invitaron o no quiso ir).

En cuanto al contenido de la presentación nada nuevo bajo el sol. Presentarlo como motor para el desarrollo empresarial de Extremadura está muy bien, salvo que no se lo ha creído ninguno de los presentes: demasiado arroz para tan poco pollo. Pretender que una empresa con poco más de 150 empleados y 280 millones de € en activos (contando todo el crédito, participaciones y avales tocamos a 200 € por cada extremeño) puede ser un potente instrumento que funcione como motor de la economía extremeña es un ejercicio de optimismo que no convenció a ninguno de los asistentes. Nunca el sector público ha funcionado como motor de la economía y pensar que va a hacerlo a través de Avante es ilusorio.

¿Lo mejor? Los asistentes, gente profesional y con ganas, capaz para capear el temporal, aunque parecen pocos para todo lo que hay que hacer y falta alegría.

¿Lo peor? El alcalde de Mérida. Su cabreo con Ruiz Mateos no le da derecho a sermonear a los empresarios que estábamos allí. Ninguno tiene la culpa de que Carcesa le deba dos millones de € en plusvalía. Además no sé de qué se queja… él tampoco paga a sus proveedores.

viernes, 4 de marzo de 2011

La doble vara de medir


El nivel de soberbia y cinismo al que está llegando nuestra clase política empieza a ser intolerable. Que un ministro se permita ante los medios criminalizar a la ciudadanía por acciones como pisar el acelerador en un semáforo mientras se cae el país entre la corrupción, el despilfarro y la incompetencia de nuestros dirigentes, es una muestra más de la doble vara de medir de quienes se creen con derecho a todo.

A nadie en la actividad privada se le permiten los excesos a los que nos tienen acostumbrados los políticos un día tras otro. ¿Qué pasaría si el gerente de una empresa explicara las pérdidas de su gestión diciendo a los accionistas que el próximo semestre cambiará la tendencia? ¿Y si lo hiciera durante tres años seguidos? ¿Se le permitiría a un ejecutivo explicar sus malos resultados culpando a los que estuvieron antes que él?

Quienes nos gobiernan deberían tener en cuenta la frase: “Nunca el odio llega a ser tan fatal para un soberano como el general desprecio. “

miércoles, 2 de marzo de 2011

El ladrillo se resiste.



htpp://www.lacronicabadajoz.com/noticias/noticias.asp?pkid=65290

Leo la noticia del diario Hoy (similar a otras que aparecen en diversos diarios de vez en cuando) sobre la recuperación del ladrillo. Y yo me pregunto ¿pero es que no aprenden? Los promotores tienen un crédito hipotecario de 300.000 millones de euros que no pueden pagar y quieren más dinero para promover. ¡Es como si aquí nos hubiéramos vuelto todos locos!

Desengañémonos de una vez: el sector inmobiliario residencial está arrasado y en muchos años no volverá a parecerse a lo que hemos visto estos tiempos atrás. Se han conjugado una serie de factores en su contra que han dado lugar a otra "tormenta perfecta":

La oferta de vivienda construída sin vender es enorme (1.000.000 de pisos, tal vez más) que se añaden a los muchos pisos vendidos que es dudoso que puedan ser pagados por sus compradores.

El lado de la demanda, sobre el que se han hecho pocos estudios, está igualmente arrasado. Se han vendido pisos en estos años a chavales de veintipocos, a inmigrantes que han ido o se quieren ir, a personas que querían “dar el pase” y que tienen dos o tres hipotecas colgando, en fin, a todo el mundo. Así, resulta que los que gradualmente deberían incorporarse a la demanda ya lo han hecho, creándose un vacío que tardará años en llenarse. Hoy día no se pueden hacer cálculos basándonos en la demanda "normal" que había antes de la crisis.

Los precios de los pisos y, sobre todo, de suelo están distorsionados debido a su papel en los balances de los bancos, que impide sacarlos a la venta a precios asumibles por los compradores.

Como consecuencia de lo anterior, y de los propios problemas de la banca, la financiación a la construcción está totalmente seca: nadie sensato financia algo cuyo precio no se sabe a ciencia cierta, y que sólo puede bajar a medio plazo, porque sería suicida, más aun cuando el dinero escasea de forma alarmante.

La suma de los cuatro factores: superabundancia de oferta, demanda paupérrima, precios inflados artificialmente y nula financiación hacen un cóctel absolutamente explosivo.

Pero es que no hace falta dar muchas pistas: por toda España, incluído Badajoz, podemos ver promociones “fantasma”, abandonadas a medio construir. Si sus promotores (o lo acredores de los promotores), tras comprar el terreno, urbanizarlo y construir, no consideran rentable invertir el “pico” que queda para terminarlas, cómo alguien puede pensar en conseguir financiación para comprar más suelo para promoción.

El panorama puede parecer desolador (lo es) pero es que hasta que no enterremos al difunto no habrá forma de volver a la normalidad.

El problema de estos cantos de cisne es que son paralizadores. Todavía está vivo el recuerdo de unos tiempos fáciles en que fluía el dinero a costa del ladrillo y en los que todos ganaban: los que especulaban y promovían ganaban fortunas, y los que estaban a pie de obra ganaban sueldos de ingeniero con trabajos de peón. Y es difícil centrarse en crear algo nuevo que costará imaginación, esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, en un entorno de incertidumbre además, cuando te rizan la oreja con cantos tan agradables. Yo estoy convencido de que hay vida al margen del ladrillo, pero para encontrarla hay que buscarla en otra parte

martes, 1 de marzo de 2011

Los rescates y el “riesgo país”


Hasta hace poco casi nadie sabía lo que era el “riesgo país”. Ahora todos lo estamos padeciendo sin comerlo ni beberlo. Simplificando para no perdernos, resulta que para determinar el tipo de interés que debemos pagar por nuestra deuda pública se tiene en cuenta, no sólo el riesgo que tiene ésta, sino también la deuda privada del país, especialmente la de los intermediarios financieros, amen de otras variables (estabilidad, etc).

Así, resulta que los españoles pagamos una pasta por nuestra deuda, entre otras cosas porque nuestra banca privada se endeudó de una forma disparatada con la banca extranjera para financiar la burbuja inmobiliaria española. Como los activos inmobiliarios financiados no valen nada (especialmente el suelo) nos dicen: España tiene un enorme riesgo país y pagará unos tipos de interés enormes a cuenta de los impuestos de los españolitos.

Y yo me pregunto ¿y a mí qué? Resulta que un banco alemán ha prestado dinero a un banco español que, a su vez, se lo ha prestado a un promotor inmobiliario que ha comprado terrenos para especular. Y como la jugada salió mal, en lugar de asumir cada uno de los actores sus pérdidas, nos dicen: acudan al rescate con fondos públicos. Y ahora toca ver si somos los ciudadanos españoles los que tenemos que pagar con nuestros impuestos todos estos excesos.

Al final es lo de siempre: la confusión entre lo público y lo privado que hace que nadie responda de sus errores, que terminan recayendo sobre las espaldas de los que no tienen la culpa. Si la banca alemana, la española y los promotores se equivocaron (todos ellos son sujetos privados) allá se las entiendan entre ellos. Esto parece tenerlo claro el nuevo gobierno conservador irlandés que está por la labor (si les dejan) de hacer como Islandia: que cada palo aguante su vela.