sábado, 30 de marzo de 2013

El escrache (el retorno del sambenito)




La plataforma antidesahucios ha adoptado con notable entusiasmo el “escrache”, práctica importada, según dicen, de la Argentina donde se usa para señalar a los implicados en la dictadura. Pero cualquiera con unos mínimos conocimientos de Historia sabe que estigmatizar y perseguir a los que el pueblo, convertido en turba, decide señalar como malditos por una u otra causa es una práctica muy antigua.
Concretamente ya la practicaba la Inquisición con los autos de fe, donde herejes y pecadores de diversa índole eran obligados a vestir el sambenito. Los franceses tampoco se han cortado nunca en señalar, y Dumas nos recuerda la costumbre de marcar a fuego una flor de lis en el hombro a rameras, adúlteras y ladronas. El procedimiento fue perfeccionado por los nazis mediante la estrella amarilla, que debían llevar los judíos en las mangas, y en sus casas y negocios.
Una cosa es que algunos políticos, más de lo que debería, merezcan la reprobación social y otra bien distinta es ver partidas de escuadristas asaltando en las calles a quienes, guste o no, representan la voluntad popular. Pero lo que solo cabe calificar de despreciable es llevar el odio al hogar del supuesto enemigo, rodeando su casa sin reparar en el estupor y miedo de su esposa o marido, hijos o padres, que no tienen nada que ver con esta guerra infame.
Dirán algunos que lo justifica la desesperación de quienes temen perderlo todo. Pero, sospechosamente, los ataques solo van en una dirección, olvidando los miles de desahucios que tuvieron lugar durante el gobierno anterior. Y, lo más importante, eso mismo decían los nazis acusando a los judíos de acaparar el dinero y ser los causantes de sus problemas.
Siguiendo con la Historia, me viene a la cabeza la arenga de Napoleón a los soldados que participaron en su más brillante victoria: “Será suficiente decir yo estuve en Austerlitz  para que se os responda: He aquí un valiente". Pues bien, tras ver las imágenes de una cuadrilla, en pleno siglo XXI, cercando el domicilio familiar de un diputado desconocido, marcando su puerta con pegatinas y  gritándole con megáfonos frases como “os vamos a matar”, será suficiente decir “Yo he practicado el escrache” para que se pueda responder:  “He aquí un miserable”.

sábado, 23 de marzo de 2013

Mariano Rajoy Bellido, digo Brey (Historia de una traición)



Cuando Neville Chamberlain volvió de la Conferencia de Munich, renunciando a todo principio con tal de calmar a los nazis, fue recibido por W. Churchill con la frase “Entre la guerra y el deshonor habéis elegido el deshonor, y tendréis la guerra”. Al igual que Chamberlein, Mariano Rajoy está ganándose a pulso un sitio en la Historia como ejemplo de traición, cobardía y ceguera política.
En cuanto a lo primero, el de Pontevedra parece haber decidido traicionar todas y cada una de sus promesas electorales. En el ámbito fiscal ha asumido las tesis de IU. En el gasto ha recortado de todo menos lo que le pedían sus votantes, el tejido político-burocrático inútil que está devorando nuestras finanzas. En política territorial, la última ha sido la del inefable Montoro proponiendo establecer distintos criterios de déficit según las comunidades, para que Cataluña siga derrochando en inmersión, embajadas y comisiones a los hermanos Pujol. Por no hablar del tema vasco, donde lo único claro es que a Don Mariano le repugnan cada vez más las víctimas de ETA. Así, este nuevo Bellido Dolfos ha conseguido que sus votantes no consigan distinguirlo de Zp, que se supone era el contrario.
Respecto a su cobardía, buena muestra es la forma de esconder la cabeza bajo el ala ante los casos de corrupción en su partido cuando, hace justo un año, pedía que las elecciones andaluzas fueran “un grito esperanzado contra la corrupción". Y así el PP, que en los 8 años de gobierno de Aznar consiguió librarse de ese estigma, no porque no tuviera manzanas podridas en sus filas sino porque no se les consentía, rivaliza en el ranking del choriceo con PSOE y CIU, sin un claro favorito en la cabeza. Y sus militantes observan abochornados como Bárcenas, un  Don Vito de vía estrecha, se ríe de ellos agitando el fantasma de romper la “omertá”, sin que nadie le plante cara.
Decía hace pocos meses en este blog que Rajoy se iba a quedar solo con los democratacristianos del Partido Popular. Me equivocaba porque la forma en que está derrochando el caudal de votos e ilusión que recogió en las elecciones hace suponer que también estos se van a ir, salvo que los tenga bien colocados. Lo curioso es que cree que puede permitirse el lujo de traicionar sistemáticamente a su electorado e irse de rositas si el cambio de ciclo da un respiro a nuestra economía. Pero eso es una muestra más de la ceguera de quien no pisa la calle desde que accedió al poder.
Si Churchill, un estadista de verdad, viviera hoy tal vez le diría a Mariano: “entre arriesgarte a perder las próximas elecciones y traicionar a tus votantes… elegiste traicionar a tus votantes y perderás las elecciones.”
“You were given the choice between war and dishonour... you chose dishonour and you will have war” -W.Churchill-

viernes, 22 de marzo de 2013

Darwin contra el pequeño comercio


El pequeño comercio se debate estos días en lucha contra los elementos que hacen temer por su desaparición. La liberalización de horarios, la competencia desleal de los chinos (esto no lo dicen en voz alta), la subida del IVA o la crisis, siempre la crisis,  son caballos de batalla que les llevan a movilizarse. Y así andan revueltos con la apertura en festivos que, dicen, favorece a las grandes superficies y les condena a la desaparición o a la pérdida de la vida personal y familiar.
Es fácil simpatizar con su causa porque casi todos preferimos a David frente a Goliath. El problema es que los mismos que se solidarizan no les compran, con lo que el horizonte sigue lleno de nubes cada vez más negras.
Yo no creo que el problema del pequeño comercio sea el IVA, ni los horarios, ni los chinos. Ni siquiera creo que sea la crisis, que lo único que ha hecho es desmontar el espejismo de una burbuja en la que los errores se camuflaban porque se compraba todo sin mirar el precio ni la calidad. Para mí va a ser lo de siempre… la inercia y la irresistible tendencia a echar la culpa de lo que nos pasa a los demás, que nos impide ver la viga en el ojo propio.
Porque con el mismo IVA, los mismos horarios y los mismos chinos el comercio electrónico ha crecido a ritmo de dos dígitos durante todos estos años de crisis, y va a seguir haciéndolo. No han pensado los comerciantes que están pagando disparates por locales en sitios céntricos cuando se puede vender el mismo producto a los mismos compradores desde un garaje a 300 km, vestido con el escaparate de Internet? No han caído en que los horarios ya han perdido su importancia porque casi el 50% de los españoles se va a la cama con la tablet o el smarthphone y, por ejemplo,  Windows 8 lo primero que enseña en su escritorio es el icono de shopping? No han tenido en cuenta que los grandes (Inditex, Mango o El Corte Inglés) están en la red desde hace tiempo? Por no hablar de los problemas de siempre, es decir, que en poder de negociación con proveedores y gestión de stocks tampoco pueden competir con Goliath.
Los tiempos han cambiado y pretender conseguir los resultados de siempre haciendo lo mismo es una locura. Al final no es más que una manifestación de la teoría darwiniana de la adaptación de las especies. En un mundo cambiante solo sobreviven los que mejor se adapten al medio, que no necesariamente son los más grandes (los dinosaurios están ahí para recordárnoslo) Ser pequeño en un entorno de evolución permanente otorga una flexibilidad que no tienen otros.
Pero  ello implica desarrollar los órganos necesarios para las nuevas funciones. Con los horarios se puede competir utilizando la Red, porque a los grandes les es difícil manejar una estrategia personalizada en ellas. Con los chinos es aun más fácil porque no saben español, y no pueden bucear en los foros digitales interactuando en tiempo real y hablando con sus clientes. Internet igualmente permite deslocalizar en mayor o menor medida el negocio, facilitando alianzas virtuales, disminuyendo los costes de locales y optimizando los del personal, que puede vender sin necesidad de la presencia física del cliente en la tienda, o traerlo a ella.
Espero que podamos seguir hablando de pequeño comercio dentro de unos años, porque los David de todo tipo empatizamos con nuestros semejantes. Pero solo con especialización, flexibilidad y el uso de las nuevas herramientas de la Sociedad de la Información será posible. Ah, y poniendo nuestro punto de mira siempre en el cliente, en lugar de en las regulaciones administrativas, la competencia o las injusticias de la vida. Porque los pequeños tenemos la ventaja de poder mirar al cliente de cerca y a los ojos, y esa es la mayor ventaja competitiva. Les deseo mucha suerte!

domingo, 17 de marzo de 2013

Las políticas de impulso (a ninguna parte)




Crecen las críticas a las políticas de austeridad impuestas por los países de la UE. A los clásicos, como Krugman y Toxo, se unen muchos más que las consideran suicidas, hasta han acuñado el término “austericidio”, y piensan que ha llegado el momento de las políticas de impulso, sonora palabra que no significa nada.
Todavía estoy esperando que alguien me explique claramente qué demonios son las políticas de impulso. Aunque intuyo que lo que esconde la palabreja no es otra cosa que el Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos sigan gastando a manos llenas el dinero que no tienen. La última política de impulso promovida en nuestro país fueron los Planes-E de Zp, con un gasto de 50.000 millones de euros, que arruinaron nuestras arcas públicas, provocaron los déficits que todavía estamos pagando y casi acaban con la tesorería de la SS, la sanidad y la educación. Eso sí, a cambio de llenar nuestras ciudades de carriles bici, polideportivos inútiles y pistas de pádel.
La explicación de que el engendro sea tan popular la tiene Homero en la Odisea. Es tentador dejarse embrujar por el canto de unas sirenas que nos prometen terminar con la situación en que nos encontramos sin esfuerzo y a corto plazo. Pero no olvidemos que estas sirenas, que nos piden que saltemos a una piscina vacía, son quienes se han bebido el agua, por lo que es mejor taparnos los oídos con cera y no dejarnos llevar al abismo donde quieren terminar de devorarnos.  No sucumbamos a la paradoja de creer, cuando la confianza en los políticos está por los suelos, que serán ellos los que gastando sin tasa nuestro dinero nos saquen de la crisis. Eso es más que el triunfo de la esperanza sobre la experiencia, es simple y llanamente una estupidez.
La culpa de nuestros problemas no la tiene el euro, ni Europa, ni los mercados, ni la Merkel. La tiene el que todos en mayor o menos medida nos hemos equivocado, viviendo por encima de nuestras posibilidades y permitiendo que nos robaran la cartera mientras creíamos que no nos afectaba. Tendremos que pagar por ello, lo estamos haciendo, igual que se pagan con la resaca los excesos de una fiesta. Es duro porque, ya lo decían en You Tube los vejetes del pueblo de Soria, “pa arriba se va mu bien, pero ir pa abajo se va mu mal”, más no hay atajos. Vamos a salir de ésta sin ninguna duda, pero no será comprando las políticas de impulso como una lotería que nos proporcionará el bienestar repentino, pues lo dice bien claro el refranero: “no hay más lotería que el trabajo y la economía”.

viernes, 15 de marzo de 2013

De ministros y tontos con IVA



La variedad de tontos que pueblan la Península Ibérica es infinita. Entre los más característicos tenemos al tonto sexual, siempre pensando en lo mismo, que al recibir la noticia de la aproximación de un meteorito que acabará con la Humanidad, se preocupa en mirarle el culo a la meteoróloga. Destaca también el tonto místico. Éste, cuando no está viendo a la Virgen, está hablando con San Pancracio por el móvil. Otra especie es el tonto heráldico que, se apellide  García o se apellide Martínez, remueve a sus ancestros vivos y muertos hasta armar un árbol genealógico que enlace con la pata del Cid o de Don Pelayo. Hay más… el tonto de capirote, el tonto de los cojones, muy de Getafe, el tontolahaba y así.
Y luego está Montoro. “Alto ahí!”, dirán algunos, “que Montoro no es ningún tonto”. Pues si seguimos la teoría de Forrest Gump (recuerden: “un tonto es el que hace tonterías”) no cabe duda de que el ministro se ha puesto a la cabeza del pelotón. Empezó con la publicación de las listas de morosos, que lleva con la matraca que ya ni me acuerdo. Siguió diciendo que había que enseñar impuestos en las escuelas. Agárrate! Los niños españoles no saben si el Pisuerga es un río o una cordillera y les vamos a enseñar las deducciones fiscales por mecenazgo. Posteriormente puso a los deportistas en el punto de mira, pero sin cobrarles a los clubes de fútbol. Con los artistas la tomó en la Gala de los Goya, cuando todos sabemos que no tienen un duro y los que los tienen tributan en USA.
Y la última ha sido ir a las fallas a cobrarles el 21% de IVA a los ninots. A dos días de la mascletá no se le ocurre otra cosa que mandar un batallón de inspectores a mirar las cuentas a las comisiones falleras, que llevan todo el año currando para montar los muñecos. Haciendo amigos! Como buen tonto no ve el peligro, y no ha caído en la cuenta de que estos valencianos lo mismo rellenan de pólvora una réplica de la Cibeles que a un funcionario de hacienda.
Lo gordo del tema es que este tontaina se dedica a meterle el dedo en el ojo a todos los españolitos, que un día le van a dar una leche, y ni siquiera se lo lleva él, que se lo llevan otros a la chita callando. Yo no sé si Montoro está catalogado dentro de una de las familias de los tontos, el tonto recaudatorio, o es un espécimen único. Pero mejor que nos echemos todos la mano a la cartera, porque es bien sabido que, cuando el tonto coge la vereda, la vereda se acaba y el tonto sigue.

sábado, 9 de marzo de 2013

De mujeres trabajadoras y cuotas.



En mi casa no celebramos el Día de la Mujer Trabajadora ni hay cuotas, porque en la familia nunca fueron necesarias. Mi madre, además de trabajar, anduvo metida en política cuando no se cobraba por ello, promovió la creación de la Universidad de Extremadura y se ganó el respeto de todos en tiempos en las únicas cuotas eran las de la comunidad de vecinos.
Por eso yo lo de las cuotas no lo tengo muy claro. En primer lugar, ni hombres ni mujeres se las plantean en los temas realmente importantes. No conozco a nadie que precise ser operado a corazón abierto preocuparse de la distribución por sexos del equipo de cirugía. Además, las mujeres más competentes que conozco no son partidarias de las cuotas. Ahí está Ángela Merkel que, sin cuota, nos tiene a los 400 millones de europeos firmes como velas.
Con todo, me es indiferente la existencia de cuotas en sitios como el Congreso, aunque den cabida a nuevas Leires Pajín o Andreas Fabra. Total, visto el nivel de sus señorías en general y lo que hacen. Ahora, cuando oigo hablar a los políticos de paridad en las empresas se me ponen los pelos de punta. Según un estudio que manejan los euroburócratas para justificar las cuotas, las empresas con mujeres en los consejos de administración son más rentables. No me cabe ninguna duda, pero seguro que se debe a que sus directivas no son de cuota, sino que están donde están por méritos propios. Mujeres como Amparo Moraleda o Mónica Oriol no necesitan valerse de su condición femenina para presidir grandes compañías.
Así, tiemblo imaginándome a esos políticos paritarios, que jamás han ganado un euro no salido de los bolsillos del contribuyente, nombrando y destituyendo a los directivos de Inditex o de Mercadona: “Fuera Amancio, que mi prima está más preparada que tú”, “Juan, o metes a una emprendedora, de la lista que hemos consensuado los grupos parlamentarios, como consejera delegada o te cierro el Hacendado en menos canta un pollo en salsa”. Menudos cretinos! Se nota que con ellos no va la cuenta de pérdidas y ganancias. Si pretenden jugar a la igualdad que lo hagan con sus cargos, que a los españoles tanto nos da, pero con las empresas ajenas y las cosas de comer no se juega.

miércoles, 6 de marzo de 2013

El racismo tercermundista.


Ha muerto Hugo Chávez. Descanse en paz Venezuela, libre al fin de un tipo ególatra y ridículo, a la vez que brutal y corrupto, que ha llevado a su país a niveles de indigencia económica y moral que no se merece. Pero no he venido a hablar del gorila, sino de aquellos que lloran su muerte desde la cómoda barrera de un océano que los separa de quienes han sufrido bajo su mandato.
Hablo de quienes ponen el grito en el cielo si un presidente democrático da una rueda de prensa sin preguntas de periodistas, pero aplauden que un dictador silencie a la prensa de su país mientras ocupa la televisión durante horas para rebuznar con retórica panfletaria.
Hablo de quienes se duelen de los recortes de la sanidad española, pero ven normal que un dictador se trate de sus dolencias en las clínicas de un país extranjero.
Hablo de quienes rodean los parlamentos democráticamente elegidos al grito de “no nos representan”, pero aprueban que un caudillo con pasado golpista cambie las normas constitucionales a su antojo para perpetuarse en el poder, aprovechando que sus partidarios ocupan las calles.
Hablo de quienes se hacen cruces si oyen la palabra “sudaca”, pero consideran que lo que no está bien para ellos puede valer para esos mismos sudacas, demostrando un racismo inconsciente que camuflan con el lenguaje de lo políticamente correcto.  Hablo en suma de los que se llenan la boca hablando de los derechos pero olvidan la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano que proclama: “Todos los hombres nacen libres e iguales en derechos”. Los venezolanos también.

domingo, 3 de marzo de 2013

Pepe Grillo I de España



Andan los analistas políticos dándole vueltas el éxito electoral del payaso italiano Pepe Grillo, que unido al de Berlusconi, payaso no oficial, han convertido la política italiana en un vodevil. La cuestión que se plantean, para marcar distancias a continuación, es si se puede reproducir un resultado parecido en nuestro país.
Pues yo no lo veo descabellado. Al fin y al cabo lo que tenemos no difiere mucho de un circo. Un partido de gobierno en manos de un golfo bronceado que se permite denunciarlo por despido improcedente, una oposición desaparecida entre su pasado y un futuro incierto con escisiones motivadas por su propia incoherencia y, a la cabeza, una familia real salpicada por todo tipo de escándalos.
Sin menospreciarlas, nunca he creído en las mareas de indignados, porque la fuerza que las mueve es el interés de quienes se rebelan. Pero ahora se percibe en la calle la sorda indignación de los que solo piden decencia y ejemplo, y han perdido la fe en aquellos en quienes pusieron su confianza.
Lo cierto es que no parece que exista un proyecto político que merezca la pena defender frente a los aventureros que pudieran surgir en el horizonte. Quienes deberían estar más interesados en mantener el status quo no se preocupan demasiado por las fuerzas que amenazan su futuro, y quieren seguir bailando mientras las bases sobre las que se asienta la pista de baile se resquebrajan sin visos de solución.
Podrían echar un vistazo a la historia para darse cuenta de que ningún régimen ha podido sostenerse durante mucho tiempo sin el apoyo o, al menos, la aquiescencia de una base social. Si no lo consiguieron regímenes absolutistas como el francés o la Rusia zarista, cuya legitimidad se sustentaba directamente en Dios, no es probable que lo consiga un régimen de partidos agotado, sustentado por algo tan cambiante como el veredicto de las urnas. Son esos mismos partidos los que están abonando generosamente el suelo en el que han de brotar, sin duda, los Pepes Grillos españoles