sábado, 12 de marzo de 2011

Acostumbrémonos



Son tiempos complicados. De repente nos topamos con una situación con la que no contábamos, y ante este nuevo estado de cosas la gente se ve incapaz de encontrar una salida. Llevamos demasiado tiempo escuchando la frase “hay que aguantar este año”, esperando que el siguiente se acabe la crisis como por arte de magia. Y claro, cuando aparece el Presidente de Mercadona diciendo que lo único que le gusta de 2011 es que va a ser mejor que 2012, se le echa el personal encima. Matar al mensajero es una solución siempre tentadora.

Aquí casi lo único que está claro es que nos ha llevado al foso gastar más de lo que había, y ese endeudamiento es el que está lastrando la recuperación económica (y lo que te rondaré). Lo injusto es que muchos de los que han sido prudentes en el gasto están pagando los excesos del sector inmobiliario, financiero y, no lo olvidemos, del sector público con sus déficit del 13 o el 10% que no es capaz de reducir. En contra de lo que muchos todavía piensan, lo público no es la solución, sino parte del problema.

De la crisis no nos va a sacar nadie, tendremos que salir nosotros solos. Y no hay muchas opciones que no pasen por ser más competitivos. Dado que a corto plazo es imposible aumentar la competitividad cualificando a los recursos humanos (especialmente a los miles y miles de desempleados del sector del ladrillo y auxiliares), no quedan muchas más opciones que trabajar más y ganar menos. Aunque no les guste a los sindicatos, desbordados por las nuevas realidades y enrocados en la defensa de sus propios intereses lo que les lleva a remar en la dirección contraria (el tema de la huelga de AENA es especialmente sangrante).

Las familias ya se están apretando el cinturón, lo que no es descabellado frente a los que dicen que somos ricos y que gastemos con alegría. La solución no puede ser gastar más, porque eso es apagar un incendio con gasolina, sino producir más y vender más. En una economía globalizada hay mercados y oportunidades para todos y ha llegado la hora de los emprendedores. Pero a los que se la juegan en sus empresas no se les puede pedir que carguen con todo, simplemente porque no es justo. Bastante tienen con remar en las turbulentas aguas en las que nos encontramos. Las administraciones públicas, los intermediarios financieros y cada uno de los ciudadanos tendremos que asumir nuestras responsabilidades.

En fin apretemos los dientes y acostumbrémonos a los nuevos tiempos. En peores plazas hemos toreado.

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