
Me dice mi amigo Julián que le eche algo de estúpida osadía al blog. Y yo, que en cuanto me enseñan el trapo embisto como un Miura (es que no aprendo) en lugar de hablar mal de los catalanes que siempre gusta, pongo en cuestión el terruño. Voy a ver si consigo que la parroquia, escasa pero selecta, me tire tomates.
No se trata de cambiar Mérida por Madrid como capital autonómica, aunque tampoco tengo muy claras las ventajas competitivas de una frente a otra, sino de ver cuál puede ser la orientación económica que haga viable nuestra Región.
Ahora los políticos regionales nos dicen que falta gente en Extremadura, aguda observación, y que no hay masa crítica para hacer cosas aquí. Y como no hay masa, mercado para entendernos, aunque ahora cuando se habla de los mercados es para equipararlos a la Bicha, lo que hay que hacer es internacionalizarse. Así, a lo bestia: como no nos comemos una rosca en casa, porque no la hay, vamos a triunfar al extranjero. Y organizamos expediciones comerciales a Panamá, Rumanía y Dios sabe dónde. No tengo nada en contra de las expediciones, de hecho nos ronda en la cabeza una a Chile, pero me traen a la memoria a Marco Polo: suenan más a aventura que a plan de negocio.
¿Y por qué no miramos a Madrid? Está a un paso, hablan nuestro idioma, tiene un mercado de más de 6 millones de consumidores apiñados como la plaza de toros de Olivenza, utilizan nuestra moneda, lo que elimina los riesgos de cambio, y nos miran con simpatía. Además no abusan de las especias en la comida. Yo los conozco un poco (estudié allí) y la mayoría tienen en común que no son de Madrid, jeje, con lo que todo el mundo está en su casa. Encima, todos los extremeños tenemos en la capital un hermano o un primo, con lo que te ahorras pagar un guía local. Y, sobre todo, ya que nuestro nivel de vida es menor, podemos ofrecer calidad a menos precio. Es cierto que allí la competencia es más dura pero, por eso mismo, si tenemos algo bueno que ofrecer nos lo comprarán.
Tenemos algunos sectores muy competitivos, especialmente el agrícola, que no necesitan internacionalizarse porque ya están triunfando por todo el mundo. Y otros, como el del vino, que si no se internacionalizan no tienen futuro, porque no hay sitio para su producción en Extremadura ni en el resto de España. Pero sectores como el TIC, del que tanto presumimos, y otros relacionados con el conocimiento, no pueden internacionalizarse por una razón: no tienen volumen y los desplazamientos se comen los márgenes. Y por mucho que pensemos que Internet es la solución, que en parte sí, un empresario TIC en Castañar de Ibor tiene menos futuro que un cubito de hielo en el escote de Paris Hilton. Aunque le pongan un ADSL de muchos megas.
¿Estoy proponiendo un segundo éxodo y que volvamos a emigrar? En absoluto, a mí me gusta mi tierra y no tengo intención de dejarla. Lo que digo es que pensemos en grande y nos lancemos a competir en plazas de primera, como Madrid, pero desde aquí, como ya están haciendo algunos (mis amigos de “think big” se van a hacer los madriles, por cierto). Y que no nos despistemos mirando a plazas de tercera, eso sí exóticas y lejanas, porque las aventuras están bien y pueden ser un complemento, pero no dejan de ser aventuras.
No tengo ninguna duda de que en Extremadura hay talento e iniciativa para hacer cosas grandes: utilicémoslos con sentido común. Lo único que les pido a los políticos de esta Región, para que podamos salir fuera, es que nos traigan el AVE. Luego, como dicen los toreros: dejarme solo.
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