domingo, 2 de junio de 2013

Los burros transparentes.





Se tramita a bombo y platillo en nuestro parlamento la Ley de Transparencia, que ha de suponer la regeneración de la vida política y la devolución a la ciudadanía de la confianza en sus representantes. Además, va a ser una ley innovadora pues incluirá a todas las instituciones, hasta a la Corona. Se trata, en suma, de que los mismos que, aun estando sometidos al código penal, las leyes de incompatibilidades de cargos públicos y el control de los diversos tribunales de cuentas, han saqueado el erario público, sean purificados a través de una ley cuya aplicación correrá por cuenta de un órgano compuesto por ellos mismos. Anda ya!
A mí, cuando me hablan de transparencia, me viene a la cabeza aquella frase que decíamos de pequeños cuando alguien se interponía entre nosotros y la pantalla de televisión: “Aparta, que la carne de burro no es transparente”. Pues eso, entre nosotros y la decencia política se interponen un montón de burros, con las alforjas llenas por cierto, a los que es ineludible apartar de nuestro camino si queremos restaurar la confianza en la cosa pública. O de verdad piensan que los españoles somos tan estúpidos como para creernos la Ley de Transparencia mientras Ana Mato, Pepiño Blanco, los Pujol o Griñán sigan en primera fila de la política? Seguro que la Corona queda libre de sospecha por publicar sus ingresos presupuestarios mientras se trata de evitar a toda costa que la Infanta sea investigada por los que obtenía a través de empresas dedicadas al tráfico de influencias?
Por qué no se pone en marcha el sistema de listas abiertas que, sin ser la panacea, puede servir para apartar a los corruptos de la vida política? Por qué no se establece como medio de adjudicación de licencias la declaración responsable del ciudadano y su control posterior, evitando trabas previas y la posibilidad de “mordidas”? Por qué no se imponen límites temporales a la permanencia en cargos públicos? Por qué no se suprime definitivamente la figura del aforamiento, residuo histórico que carece hoy de fundamento? Por qué no se aplica la Ley de Prevención de Blanqueo de Capitales a los políticos españoles, que se excluyeron expresamente dejando en cambio a los extranjeros ("vaya morro!", que diría mi hija) La respuesta es sencilla: se trata de cambiar para que nada cambie.
Algunos argumentan, poniendo el carro delante de los bueyes, que Dinamarca tiene una ley de transparencia política y la corrupción es insignificante. No será que lo que tiene son políticos honrados?  Cuando vea a los políticos honestos, que todavía los hay, expulsar de sus partidos a los deshonestos, empezaré a creer en la transparencia y regeneración. Mientras, seguiremos pensando que quieren aparecer ante nosotros vestidos con una nueva ropa pero, eso sí, sin haberse duchado antes. Y el cambio de hábito no va a poder disimular el olor a podredumbre que actualmente acompaña a la política en nuestro país.
“Res non verba”.

2 comentarios:

  1. Ah, no, por ahí no paso. A Ana Mato que no me la toquen.

    ¿Cómo iba a saber quién pagaba el viaje a Disney?
    ¿Cómo iba a saber quién pagaba la comunión de los niños?
    ¿Cómo iba a saber quién pagaba el Jaguar de ocho cilindros?

    Es verdaderamente injusto. Ella se siente como Calimero.

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  2. ¿Y Pepiño qué?

    Total, por equivocarse con la manguera del gas-oil.

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