miércoles, 11 de junio de 2025

La ´NdranghAEAT

 


Que Hacienda somos todos… aunque unos más que otros, es algo sabido por cualquier español mínimamente informado.

Pero parece que ha llegado la hora de que lo sepan también en el resto de Europa. Así, el bufete Amsterdam & Partners LLP ha presentado en Madrid una macro causa colectiva contra la AEAT —esa institución que alegra tus mañanas con requerimientos certificados— ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

El despacho acusa a Hacienda de violar sistemáticamente los derechos fundamentales de los contribuyentes españoles. ¿Y cómo lo hace? Pues con una serie de prácticas que harían las delicias de la mafia calabresa:

Persecución selectiva, sin garantías ni controles previos, en lo que vendría siendo una “caza del contribuyente” indiscriminada.

Utilización de medios propios de un thriller, como geolocalizar el móvil de Shakira para probar su residencia fiscal, husmear en redes sociales o emplear inteligencia artificial para detectar perfiles de defraudadores. (¿Big Brother? No, Big Hacienda).

Elusión del control judicial en casos de grandes liquidaciones. Esto se logra disuadiendo al contribuyente del recurso a la vía contencioso-administrativa mediante la amenaza de acciones penales si no acepta el “acuerdo” propuesto. Ahí tenemos el caso de Xabi Alonso, quien —a diferencia de Cristiano o Messi— se negó a pactar y fue perseguido con tenacidad bíblica. Todavía le buscan las cosquillas, a pesar de haber sido revolcados en los tribunales una y otra vez.

Y si a los grandes contribuyentes les aplican técnicas de caza, a los pequeños les aplican técnicas de pesca. Pero no de curricán, sino de arrastre. ¿Te equivocaste en una casilla del IVA? ¿Te faltó un punto y coma en una declaración trimestral? ¡Enhorabuena! Hacienda te premia con una sanción de 100 , que saben que no vas a recurrir porque cuesta más el café con el asesor que la propia multa. Y así, millones de pequeñas sanciones injustas van llenando el estómago insaciable del fisco. Porque todo es bueno para el convento, que decía el fraile.

Para hacer funcionar este sistema perverso se ha implantado un sistema de bonus igualmente retorcido: inspectores con incentivos económicos por abrir expedientes según volumen de recaudación, rapidez y acuerdos con los contribuyentes. La calidad técnica, la equidad o la seguridad jurídica son, al parecer, cuestiones secundarias. En Hacienda, abrir una investigación injustificada también tiene premio. Y, como en Los Soprano, los de abajo llenan el sobre de los de arriba, mientras reciben el suyo propio.

Por no hablar del goteo constante de casos de corrupción individual que se suceden discretamente. El último afecta nada menos que al presidente del Tribunal Económico-Administrativo Central, acusado de recibir sobornos a cambio de estimar recursos. Todo un ejemplo para los contribuyentes.

Lo preocupante no es que la AEAT actúe como un organismo sin control judicial real, con un poder desproporcionado y una capacidad de presión propia de regímenes totalitarios. Lo más grave es que este sistema se aplica de forma desigual, según las ideas o contactos del contribuyente. Si eres un youtuber independiente, que quiere escapar del infierno fiscal, te geolocalizarán el móvil o revisarán las cámaras de la frontera, a ver si pueden residenciarte en España por haber ido al IKEA de Badalona. Pero si eres hermano del Presidente del Gobierno puedes percibir un sueldo fijo de la Diputación de Badajoz y declarar que resides en Portugal. Y los inspectores de la AEAT redactarán un informe jurídico que certifique que este fenómeno paranormal de bilocación tributaria es perfectamente legal. ¡Con un par! Tanto es así, que un exdirector de la propia AEAT, el prestigioso Ignacio Ruiz-Jarabo, ha afirmado que la Agencia presentó un informe falso.

Ahora, con la causa colectiva en marcha y la opinión pública internacional atenta, se abre la posibilidad de que el Estado español tenga que responder en Estrasburgo por su trato a los contribuyentes. Sería el momento de poner sobre la mesa reformas como suprimir el viciado sistema de incentivos, recuperar el carácter vinculante de los planes de inspección —para poner coto a la arbitrariedad y garantizar la seguridad jurídica— o reforzar los canales de denuncia y protección frente a represalias.

Pero, siendo honestos, no tengo demasiadas esperanzas. La ´Ndrangheta lleva siglos operando en Calabria sin que se haya podido poner fin a sus desmanes, hasta el punto de que un informe de Europol la considera la organización criminal más rica del mundo. Eso es que Europol todavía no ha investigado a la ´NdranghAEAT.



miércoles, 4 de junio de 2025

No hay dos sin tres. Y en fraude electoral tampoco.

 


“No se pueden robar unas elecciones en Estados Unidos”, dijo Nixon, tras ver a JFK alcanzar la presidencia gracias a un fraude monumental en Texas e Illinois, facilitado por algunos colaboradores influyentes y la inestimable ayuda de la Mafia.

En España, muchos repiten el mantra de que aquí tampoco es posible robar unas elecciones. ¡Ah, la democracia española! Ese sistema tan robusto, tan confiable, tan transparente… Los americanos deberían aprender de nosotros. Resulta curioso que en un país con una arraigada tradición en el fraude electoral, hasta el punto de tener una palabra propia —pucherazo—, se piense que eso es cosa de los antiguos y no nos puede pasar a nosotros.

Tal vez es por ello que la UCO tiene abiertas investigaciones por presunto fraude electoral en la mitad del territorio, desde Tenerife hasta Mojácar. O que hay directivos de Correos que denuncian prácticas tan inusuales en la gestión del voto por correo como que fuera Leira Díaz, responsable del área de filatelia puesta a dedo, quien lo validara con su firma, en lugar del director de operaciones.

Según el propio CIS (sí, el oráculo de Tezanos), el voto por correo al PSOE y Sumar fue estadísticamente muy superior al presencial. Concretamente del 51% por correo, mientras se quedaba en el 44% en mesa. Anomalía estadística que solo cabe explicar porque, como todo el mundo sabe, los votantes del PSOE y Sumar son los más ocupados de España y no tienen un domingo libre para acercarse a una urna. ¿O vais a hacer que Pepe Álvarez, el incombustible secretario de UGT, interrumpa la preparación del arroz con bogavante y vaya a votar presencialmente?

En las películas policiacas el detective de homicidios siempre anda a vueltas cuadrando los tres elementos del crimen: móvil, oportunidad y medios.

Aquí el móvil es claro: había que seguir gobernando. O como dicen en Ferraz, “seguir transformando España desde el BOE”. Porque una vez se ha probado el Falcon, cuesta volver al cercanías. O al trullo.

La oportunidad la tenían en el verano de 2023, con media España en la playa y la otra media en modo automático. Era el momento oportuno para que un aumento en el voto por correo pasase desapercibido. Igual que los ladrones aprovechan el estío para desvalijar casas, algunos supieron aprovecharlo para desvalijar las sacas de votos que durmieron días bajo custodia de Correos. Esa institución cuya profesionalidad es tan incuestionable como la de su presidente, nombrado por Sanchez como premio por acompañarle en el periplo para su vuelta a la Secretaría del PSOE.

En cuanto a los medios, ahí tenemos, entre otros, a Leire Díez, la fontanera del PSOE, que se presentaba a sí misma como responsable de más de 2.500 oficinas de Correos, presumiendo de estar “mano a mano” con el voto por correo el 23J. Una exconcejala sin experiencia conocida en logística ni procesos electorales, pero con el carné del partido en vigor. Y miles de empleados colocados a dedo, estómagos agradecidos entre los que no parece muy difícil encontrar a algunos dispuestos a devolver los favores y a hacer carrera en la administración. Meritocracia en estado puro.

—"Tonterías", dirán algunos. "No se pueden manipular millones de votos."—
Es que no hacen falta millones. Basta con unos pocos miles bien distribuidos en circunscripciones clave. En el Congreso, muy pocos escaños arriba o abajo pueden marcar la diferencia entre un "Gobierno Progresista" y un “vuelvan ustedes mañana”. En las del 23, concretamente, bastaba con cambiar el sentido de seis escaños.

Por supuesto, el castillo de naipes se desmorona si consideramos que Sánchez nunca haría algo así. ¿Cómo iba a hacerlo quien trató de colocar una urna tras un biombo para realizar una votación secreta en su propio partido?

Tal vez la UCO se aburra y los funcionarios exageren. Tal vez sean todo coincidencias y cosas de conspiranoicos. Pero se me ocurre que, si anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, tal vez sea un pato.

Y si hubo un pato en las elecciones que auparon al poder al Frente Popular en 1936, otro en las del verano de 2023, y la oposición sigue en la inopia, esperando que la democracia se autorregule sola... nos podemos encontrar con el tercer pato en las siguientes.

Mientras tanto, sigamos confiando en el sistema. Total, ¿qué podría salir mal cuando el zorro cuida del gallinero y los votos duermen en sobres apilados en el sótano de la oficina de correos, junto a la máquina de café?

 

martes, 27 de mayo de 2025

El problema no es Sánchez.

 





A estas alturas del juego, culpar a Pedro Sánchez de la deriva democrática de España es como culpar al peón por perder una partida de ajedrez. El problema no es el peón. El problema es el tablero. Y en este tablero, la Unión Europea no solo mueve fichas: las fabrica, las pinta y, cuando conviene, las barre debajo de la alfombra.

Es cierto que Sánchez hace y deshace a su antojo en España, sin reparar en gastos, corruptelas, nepotismo ni desvergüenza, hasta el punto de que no hay delito que no le sea imputable a él y los suyos. Pero no nos engañemos: su margen de maniobra es el que le dan quienes realmente mandan. Y esos están en Bruselas. Si hubieran querido, ya habrían hecho sonar la campana hace tiempo.

¿Se acuerdan de cuando la sombra de los hombres de negro planeaba sobre las cuentas públicas españolas por superar el déficit del 3%? Ahora Sánchez se chulea alegremente los fondos Next Generation, sin informar siquiera de a quién se ha pagado, y no pasa nada. ¿Y las advertencias sobre la politización del poder judicial? Todavía estamos esperando las sanciones. Corrupción, ataques a la independencia judicial, asaltos a las instituciones, incluida la policía… Todo eso suena muy grave, hasta que lo comete alguien de la familia.

Porque si Europa pusiera pie en pared con Sánchez, ¿qué haríamos entonces con Von der Leyen y sus conversaciones con Pfizer, guardadas bajo más llaves que los archivos del Vaticano? ¿O con la votación anulada en Rumanía porque, según el comisariado, los bots rusos suplantaron la voluntad de los electores, como si estuviéramos en una secuela de La invasión de los ultracuerpos? ¿O con la utilización de esa nueva Stasi alemana, camuflada de Oficina para la Protección de la Constitución, para elaborar informes que permitan ilegalizar a los partidos políticos contrarios al régimen?

Sánchez no es un cáncer aislado. Es el síntoma más claro de una enfermedad sistémica.

La UE se rasga las vestiduras con Orbán o Meloni, pero la Emperatriz de la Galaxia invita a Pedro a cenar y le pone caritas, sin importarle que en España se haya normalizado la demolición del Estado de derecho hasta extremos de náusea. Porque Sánchez, al fin y al cabo, es un peón obediente. Uno de los suyos que hace lo que se espera de él. No molesta a los grandes fondos de capital, ni a los burócratas, ni a los gigantes farmacéuticos. Ni se le ocurre.

Y mientras en España no deja a nadie indiferente —los de su banda le quieren, aunque él los desprecie, y la mayoría lo detesta— en Bruselas lo ven como lo que realmente es: prescindible. Sustituible. Perfectamente intercambiable por otra marioneta con buena facha y cero escrúpulos. Sin ir más lejos, Feijoó acaba de confirmar su disposición a ocupar el puesto, votando en contra de la comisión de investigación sobre los contratos de Úrsula con Pfizer. Porque lo importante no es el nombre del presidente del gobierno. Lo importante es que el engranaje siga girando.

Así que mejor no nos engañemos, el problema no es Sánchez. El problema es el ecosistema que lo hace posible. Un ecosistema que no solo tolera la corrupción, la opacidad y el autoritarismo, sino que las cultiva de forma intensiva, mientras se envuelve en banderas azules con estrellitas doradas.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Feijóo y cierra España.

 


Ante el panorama desolador que se nos presenta en esta España desgobernada por un lunático pendiente solo de sí mismo —y a cuyo paso el caballo de Atila parece el corderito de Norit—, un rayo de luz atraviesa el cielo tenebroso. Viniendo de Galicia, como el apóstol, el caudillo del Partido Popular cierra filas con los suyos para arreglar el desaguisado.

Corrupción, independentismo, deuda pública, descrédito internacional, inmigración descontrolada, apagones, colapso ferroviario, ataques al Poder Judicial… No es fácil el desafío para el campeón. Pero, rodeado de un selecto grupo de fieles —Cuca, la logroñesa moderadita, Borja, el de la sombrilla de Verano Azul, Cayetana, encarnación del ardor guerrero, y González Porn, encarnación del otro ardor— no parece haber obstáculo que se le resista.

Y, sin necesidad de esperar a que termine el Congreso que ha de cohesionar a sus huestes, ya tiene entre manos la piedra filosofal para solucionar los males de España. Porque Feijóo ha decidido abordar de manera inmediata los dos grandes dramas que desvelan a la nación: va a dar 600 € a los celíacos y a armonizar la EBAU en las comunidades autónomas. ¿Qué corrupción ni qué separación de poderes? Una vez arreglemos lo de las harinas sin gluten y los exámenes de acceso a la universidad, lo demás caerá por su propio peso.

Nada de reformas estructurales, ni propuestas sobre la vivienda, los inmigrantes ilegales, la energía, el campo o la lucha contra la corrupción. Eso es para políticos vulgares. Feijóo ha venido a darnos lo que de verdad importa: pan sin gluten y una selectividad igual para todos. España, respira tranquila porque, si no se arregla el país, al menos se arreglarán las dietas.

No tengo claro que el mensaje cale entre los electores hasta el punto de darle la mayoría que necesita. Sobre todo porque Sánchez, otra mente preclara, está ocupado ahora con su particular cruzada por corregir el voto televisivo en Eurovisión, lo que demuestra que, en estrategia, no le va a la zaga al gallego. Porque el mensaje de Alberto puede calar entre los alérgicos al gluten, pero el de Sánchez va dirigido a los idiotas. Y estos superan ampliamente en número a aquellos.


domingo, 11 de mayo de 2025

La corrupción y la primera piedra.



Salta la noticia de que la empresa catalana FCS Select Products, principal proveedor de mascarillas del Gobierno, ha tomado la de Villadiego tras cobrar 253 millones de euros sin presentar sus cuentas desde 2020. Nadie podrá decir que esto no se podía saber, porque bastaba con leer el BOE durante la pandemia para intuir que el latrocinio que se venía iba a superar todo lo conocido hasta el momento.

Cuando, por ejemplo, en 2020 se publicó la adjudicación de un contrato para compra de hisopos, por importe de 4,3 millones de euros,  a una empresa sin dirección, con dos empleados y especializada en moda, quedó claro que lo que se avecinaba no era una crisis sanitaria, sino un saqueo de manual. Nuestros políticos, con gran generosidad, debieron pensar que no bastaba con meternos el palito sólamente por la nariz.

Parece ser que hasta los chinos alucinaban viendo las comisiones y sobrecostes que aplicaban los contratistas locales a suministros tan sofisticados como una mascarilla o un bastoncillo con un algodón. ¿Quién nos iba a decir a los españoles que ahora nos tocaba a nosotros entregar el oro a cambio de baratijas? Aunque ojo, que no era solo cosa nuestra, porque la contratación de vacunas por parte de la emperatriz Von der Leyen daría para un capítulo del Buscón. La pandemia supuso un salto cualitativo en los métodos de enriquecimiento ilícito. ¿Qué 3% ni qué 3%? Se añade un cero y todo queda mucho más redondo... y divisible.

El problema de la corrupción en la contratación pública es que se parece mucho al crimen perfecto. Quienes la niegan suelen alegar que no hay pruebas, como si las corruptelas se documentaran con contratos, facturas, recibís y pólizas notariales. Y eso de pedir factura por el pago de comisiones para desgravarlas, solo lo ha hecho un club de fútbol al vicepresidente de los árbitros. Spoiler, no salió bien del todo.

Los corruptos que siguen el procedimiento reglamentario lo hacen con más pudor. Se licita un contrato por un importe hinchado, se establecen criterios de adjudicación a medida del contratista “adecuado”, se adjudica, se ejecuta, se paga, y el contratista abona la comisión al político o funcionario trincón mediante una transferencia a una empresa interpuesta. Si, además, la empresa está radicada en el extranjero —pongamos, la República Dominicana—, miel sobre hojuelas.

¿Y no se pueden detectar estos delitos?, dirán algunos. Pues sí. Y es bien fácil, porque basta con aplicar la coplilla chulapa: “¿De dónde saca pa tanto como destaca?”. No nos engañemos: cualquier político, o sus familiares y allegados sin oficio conocido, que llevan un tren de vida muy por encima del que permiten sus ingresos oficiales deberían estar en el punto de mira. Nos referimos a expresidentes que compran caballos con billetes de 500 euros, ministros que se hacen con pisos en el centro de Madrid sin hipoteca, o los áticos puestos a nombre de sociedades administradas por el abogado del novio.

Un conocido gay decía: “Todos los que lo parecemos, lo somos… y muchos que no lo parecen, también”. Podemos aplicar su frase a la política sin temor a equivocarnos: todos los políticos que parecen corruptos lo son… y muchos que no lo parecen, también.

La prueba de lo dicho es que, si de verdad se pretendiera perseguir estos delitos, existen mecanismos de sobra. Siguiendo el rastro del blanqueo saltarían sorpresas que, paradójicamente, no sorprenderían a nadie. El problema es la falta de voluntad. Porque, a estas alturas, lo único vigente es la frase bíblica: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Y no parece que gobiernos —estatales, autonómicos o locales— ni oposición estén muy por la labor de acercarse a la cantera.


martes, 29 de abril de 2025

UN GOBIERNO CON POCAS LUCES.

 




Maestros de primaria, cajeras y, especialmente, concejales y alcaldes forman el núcleo duro de la élite designada por el iluminado doctor Sánchez para dirigir los destinos de España. A ellos se suma una infinidad de nombramientos a dedo que ha colonizado la cúpula de instituciones y empresas públicas, transformando el Estado en un cortijo que ni el mismísimo Jesulín de Ubrique habría soñado.

Como los ejércitos de antaño —las legiones romanas, los tercios de Flandes o las tropas de Napoleón—, que marchaban seguidos por cocineras, taberneros, prostitutas y carreteros, este nuevo ejército de chusqueros tampoco avanza solo. A su alrededor acampa un variopinto séquito de contratistas a comisión, asesores de todo pelaje, conductores todoterreno —capaces de transportar con la misma naturalidad a un ministro o un alijo de cocaína— y fulanas en nómina de empresas públicas.

Y del mismo modo que aquellos ejércitos dejaban tras de sí un reguero de miseria, la huella de las huestes de Sánchez va desmantelando un país donde lo público se tambalea. Solo parece funcionar la maquinaria recaudatoria, especialmente para beneficio de algunos, como el hermano del presidente. Como lamentaba Quevedo, al observar los muros de su patria “si un tiempo fuertes, ya desmoronados”, basta con mirar hoy la sanidad, la educación, la red viaria o la administración para constatar una decadencia que ayer alcanzó su culmen con el apagón nacional.

En una España incapaz siquiera de conservar una carretera nacional en condiciones mínimas de seguridad, mantener operativa la red eléctrica comienza a parecer una quimera. No se puede vaciar los ministerios de técnicos e ingenieros para llenarlos de paniaguados, incapaces de distinguir una línea de alta tensión de un tendedero... y pretender que no pase nada.

Cuando el Ministerio de Industria y Energía se convierte en el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, difícilmente puede esperarse un buen desenlace. La Transición Ecológica, al menos, parece haberse logrado: hemos retrocedido hasta la Edad de Piedra. En cuanto al Reto Demográfico, la inquietud es aún mayor. A este paso, uno teme que le apliquen la solución del viejo ganadero que, cuando le preguntaron cómo combatir una plaga de langostas que amenazaba cruzar el estrecho para devorar las dehesas del sur, respondió: “sencillo, basta con capar a los machos”.

Visto lo visto, quizá no baste con el kit europeo de emergencia de 72 horas. Tal vez los españoles debamos meter algunas latas más de fabada Litoral para sobrevivir los dos años que aún nos quedan con este grupo de iluminados, porque lo que se avecina son tiempos aún más oscuros. Esperemos que, al menos, esto sirva para encender una bombilla en el cerebro de sus votantes.

martes, 22 de abril de 2025

LA MUERTE LO SANTIFICÓ.

 



Mi padre utilizaba la frase que encabeza este post cuando entregaba la cuchara alguien que podía considerarse “discutible”. Y de lo que no cabe duda es de que la figura del Papa Francisco es discutida y discutible. Curiosamente, quienes parecen discutirla menos son aquellos del sector de los enemigos tradicionales de la Iglesia. Es casi unánime la tristeza (verdadera o impostada) que ha sembrado el óbito del pontífice entre comunistas, globalistas, islamistas, progresistas y un largo listado de “istas”, caracterizados tradicionalmente por su desapego —cuando no hostilidad manifiesta— hacia todo lo que oliera a incienso.

Por el contrario, y aunque dentro de una prudencia muy contenida, entre los propios católicos la figura de Francisco suscitaba división de opiniones. Yo no tengo muy claro si su pontificado ha sido premiado al terminar con más pitos o con más palmas.

Carezco de datos para poder enjuiciar en profundidad el papado de Francisco I, y además sería una osadía pretenderlo. Pero si lo comparo con otros papas cuyos pontificados he conocido, la diferencia que veo entre aquellos y este —y todos han sido discutidos— es la transparencia y la verdad que emanaban los anteriores, frente al velo que envolvía la figura del último. Porque hay cosas de este Papa que nunca he conseguido explicarme.

La primera es su negativa tajante a viajar a España en más de 12 años de mandato, durante los cuales visitó 60 países, algunos tan exóticos como Madagascar. Un pontífice argentino y jesuita no encontró ocasión para viajar al país que vio nacer a San Ignacio, fundador de su orden, con motivo de su quinto centenario. Tampoco para celebrar el de Santa Teresa de Jesús, figura universal e indiscutible de la Iglesia Católica. Ni siquiera honró con su presencia al apóstol Santiago en el Año Santo compostelano. No sería por la distancia, ni por la escasa relevancia de los temas, ni por barreras idiomáticas. En cualquier caso, el agravio de la cabeza de la Iglesia Católica hacia la nación que la hizo universal es muy difícil de explicar. Cuando se le preguntó por el tema, dejó aquella frase misteriosa de: “Iremos cuando haya paz”. Si la causa de su omisión es su carácter argentino (ellos son así), u otra más conspiranoica, que prefiero guardarme, nunca lo sabremos.

La segunda, y mucho más importante, es su papel durante la pandemia. El entreguismo de la Iglesia Católica a las directrices de mandatarios que tomaron decisiones en muchos casos contrarias a las leyes civiles, al sentido común y a la caridad cristiana, es digno de estudio. No olvidaré la imagen del sacerdote anciano que quiso celebrar misa en solitario desde la puerta de su parroquia —separada de la vía pública— con unos altavoces, siendo conminado a recoger cálices y biblias por un par de policías municipales sin autoridad ni criterio. Tampoco olvidaré que nadie en la jerarquía eclesiástica se rebeló ni opinó sobre esa ni otras restricciones totales —y sin fundamento— a la práctica de las creencias religiosas de los ciudadanos en un momento tan duro para ellos.

Miles de católicos murieron privados, en el instante más trascendental, del auxilio espiritual de los ministros de su Iglesia. De repente, los sacramentos, esencia de la religión católica, fueron encerrados en el trastero, a la espera de que individuos tan despreciables como Macron, Sánchez o similares dieran la señal para “desenvolverlos” y volverlos a sacar. Parece que la preocupación del Papa —y en general de la jerarquía eclesiástica— estuvo más ligada a cumplir estrictamente las restricciones impuestas por el poder civil y no ofender a la opinión pública, que a pastorear al rebaño de Cristo. Es cierto que no se conocía con certeza la peligrosidad del virus, pero creo que entre desafiar al emperador —asumiendo el riesgo de enfrentarse a los leones en la arena— y rendirse con armas y bagajes, suspendiendo incondicionalmente el ministerio sacerdotal, había términos medios.

No dice mucho de la valentía del Papa y sus ministros el hecho de que los dignatarios seglares fueran más audaces que ellos, desafiando sus propias prohibiciones para irse de francachela. Curiosamente, las exhortaciones más notables del Papa durante la pandemia fueron para inducir a los católicos a vacunarse, como si ponerse inyecciones fuera parte del Credo.

En fin, Dios me libre de juzgar al Papa en el momento de su muerte. Tendrá que dar explicaciones al de las llaves, como todos nosotros. Solo puedo decir que siempre he sido partidario de los líderes que lo dan todo por su equipo, sin importarles demasiado lo que opinen los hinchas rivales, frente a aquellos que son más aplaudidos cuando juegan fuera de casa.

lunes, 14 de abril de 2025

LOS MANGANTES DE TERUEL




Cuenta la leyenda que, en la ciudad de Teruel, en el siglo XIII, el joven Diego de Marcilla murió de amor tras regresar de buscar fortuna, con la esperanza de hacerse digno de su amada, Isabel de Segura. Su desgracia fue llegar justo después de que ella se hubiera casado con otro.  Y su muerte llevó consigo la de Isabel.

La versión contemporánea de los amantes de Teruel es mucho más alegre, sin muertes ni tragedias. Aquí, los afortunados no son enamorados desdichados, sino ministros y sus acompañantes que, mientras mantenían encerrada a la ciudadanía, se encerraban ellos también... pero rodeados de una corte de prostitutas.

Aquí nadie niega un beso. Como dijo el ministro Ábalos, lo que hacía falta durante la pandemia eran besos y mucho contacto físico. Y dicho y hecho: para que hubiera donde tocar, decidió que no le bastaban una ni dos. Hasta quince prostitutas se trajo de Valencia, porque —igual que el padre de Isabel de Segura rechazó a Diego de Marcilla por falta de numerario— Ábalos despreció a las furcias locales por falta de belleza. En Teruel no quieren pobres... ni putas feas.

Aquí no hay bodas, ni falta que hace. Donde se ponga una buena conga de ministros, Koldos, delegadas del Gobierno y meretrices desfilando en paños menores por los pasillos de un parador, que se quite la tarta nupcial con sus dos figuritas. Además, ¿quién quiere fumarse un puro con vitola conmemorativa, pudiendo esnifar trufa blanca en las posaderas de una pilingui?

Aquí, para participar, no hace falta fortuna. Los gastos corren a cuenta del contribuyente. INECO, Tragsatec y demás empresas públicas te contabilizan lo mismo quinientas horas de masajes que el mobiliario destrozado en la pelea de almohadas de la suite del parador. Eso sí: los primeros van a la partida de “otros aprovisionamientos” y los segundos al “inmovilizado material”. Que las cuentas públicas son cosa seria.

Aquí no hay tristeza, barrida por el despendole, el alcohol, los polvos de toda índole, la juerga y la desvergüenza. ¿Cómo estar triste en una fiesta a la que el mismo Lobo de Wall Street habría calificado de matrícula de honor? Y, encima, con cargo al IRPF de los contribuyentes españoles. ¡Está tó pagao!

Aquí tampoco hay un Pedro de Segura aguafiestas poniendo condiciones a los novios. La encargada de poner condiciones durante la pandemia en Teruel, la Delegada del Gobierno, estaba allí en plena fiesta. Aunque, según parece, no se enteró de nada. ¡Cómo debió de pasárselo para no recordar lo ocurrido en un parador cerrado de sesenta habitaciones, con la cuarta parte ocupadas por mujeres de la vida alegre!

Lo que cualquiera diría que hay, en esta versión moderna de los amantes de Teruel, es un guion de otro Segura, Santiago. Porque un episodio tan casposo, cutre, machista, rancio y corrupto solo está al alcance del protagonista de Torrente.

 


miércoles, 9 de abril de 2025

Kit contra los aranceles.



Al grito de “¡que vienen los aranceles!”, anda medio mundo como pollo sin cabeza, dudando entre cortarse los propios o dejárselos largos. Al contrario que todas las opinatrices que pueblan las tertulias patrias, yo no tengo claro el fin último de los aranceles del pelirrojo, ni tampoco sus consecuencias. Hombre, lo que no suena muy equitativo es que se quejen de los aranceles americanos a la importación los mismos que le ponen a USA aranceles a la exportación.

La idea que me parece más acertada es que los aranceles de Trump son el reflejo de su opción de abrazar el soberanismo, frente a un globalismo que solo favorece a su gran competidor por la hegemonía mundial: China.

Una China que lleva años jugando en el comercio internacional con dos barajas, y que no duda en reírse de las normas de propiedad intelectual e industrial, de los convenios de protección medioambiental, y de actuar como un depredador en todos los países donde ejerce su influencia… y en todos los mares donde pescan sus barcos.

Por no hablar de sus métodos diplomáticos, consistentes en corromper a los dirigentes del resto del mundo. La Unión Europea es el mejor ejemplo, donde lo mismo aparecen miles de euros en la habitación del hotel de una vicepresidenta del Parlamento, que hay que tapar a toda prisa la investigación sobre los sobornos de Huawei, para no encarcelar a una docena de eurodiputados.

Si la opción de Trump va a producir resultados beneficiosos para la economía a medio plazo o va a provocar una recesión mundial, solo Dios lo sabe. Bueno, también Gonzalo Miró y Esther Palomera, que igual te diseccionan la alineación del Atleti que la balanza comercial de Myammar.

Pero lo cierto es que se han agitado los cimientos de todo lo que estaba podrido en el concierto internacional. Así, vemos cómo los chinos han contraatacado vendiendo sus bonos americanos, señal de que el golpe no está mal dado. En la Unión Europea, el caos es absoluto. Y mientras la lista de la clase, Meloni, ha decidido saltarse el turno para ir a negociar directamente con Trump, Von der Leyen ya está pidiendo árnica y ofreciendo aranceles cero para los productos industriales americanos.

Sorprende la rapidez con que cambian las prioridades en la UE. Una semana te llaman a la guerra nuclear contra Rusia y a la siguiente a la guerra arancelaria contra Estados Unidos… para acabar pidiendo papas. El espíritu bélico europeo ya no es lo que era. Aunque no es de extrañar, si lo encarnan Macron, un tipo tan despistado para elegir pareja que se casó con la madre de E.T., y la comandante Palpatine, la lince que manifestó el otro día que Europa refleja los valores del Talmud.

En cualquier caso, yo no estaría demasiado preocupado. Porque, gracias a las instrucciones de Úrsula, todos debemos tener ya el kit anti-crisis: con sus dos rollos de papel higiénico, su navaja suiza y su bote de aceitunas gazpachas. Y un kit que te permite sobrevivir a un conflicto nuclear no debería tener ningún problema para enfrentarse a unos aranceles de chichinabo.

miércoles, 26 de marzo de 2025

TAMBORES DE GUERRA.



Un nuevo fantasma recorre Europa. Desde las cancillerías de la Unión Europea, en Berlín, en París e incluso en Londres, se llama a las armas para combatir al enemigo ruso. Ese enemigo cruel y despiadado que, según se dice, está esperando el momento para desfilar por los Campos Elíseos.

La mayoría de los medios y muchos ciudadanos aceptan este discurso y debaten acaloradamente sobre la necesidad de rearmarse hasta los dientes para evitar que, tras la caída de Ucrania, el oso ruso decida expandirse hasta el Atlántico.

Y así vemos cómo Ursula von der Leyen, la nueva canciller, incapaz de distinguir un carro de combate de una cosechadora, pretende erigirse en jefa de un nuevo ejército europeo, que deberá estar listo para 2030 y al que se planea destinar un gasto de 800.000 millones de euros. No entraremos aquí en el disparate de pretender integrar en cinco años a 25 ejércitos distintos, con diversos idiomas, diferentes mandos, doctrinas militares incompatibles, armamento heterogéneo y sujetos a legislaciones nacionales que no contemplan su disolución o integración en este «ejército de Ursula».

Lo absurdo es que la Unión Europea, cuyo objetivo fundacional fue acabar definitivamente con las guerras en Europa, pueda convertirse ahora en un instrumento que lleve al continente entero a enfrentarse directamente con una potencia nuclear.

Nadie reflexiona sobre lo ridículo que resulta que una Unión Europea con 500 millones de habitantes y 20 billones de presupuesto tema una invasión por parte de Rusia, un país que tiene menos de un tercio de su población, la décima parte de su presupuesto y que ha sido incapaz de conquistar siquiera Ucrania. Nadie recuerda tampoco que ese país, al que ahora imaginan ocupando las praderas francesas, se retiró voluntariamente hace treinta años de los territorios que ocupaba desde la Segunda Guerra Mundial. Rusia posee abundancia de materias primas y el mayor territorio del mundo, con 17 millones de kilómetros cuadrados en su mayoría despoblados, por lo que difícilmente le resultaría atractivo ocupar los huertos holandeses o los viñedos italianos.

Sorprende también que una guerra que dura tres años, desaparecida durante dos de ellos de los medios, repentinamente se haya convertido en eje de noticias y debates públicos justo en el momento en que Trump ha tomado la iniciativa para detenerla. Sin duda no es justo que Rusia se apropie de una quinta parte del territorio ucraniano, pero llama la atención que nadie mencione la injusticia que representa la quiebra de la integridad territorial de Chipre, país de la Unión Europea invadido desde hace 50 años por Turquía, que ocupa aún un tercio de su territorio.

La Unión Europea es una potencia en decadencia. Ha pasado de representar el 25% del PIB mundial en el año 2000, estando por delante de Estados Unidos, a representar actualmente solo el 15%, tornándose irrelevante en la política mundial. Este fracaso no es desconocido para los líderes europeos, quienes lo han provocado mediante políticas suicidas en materia energética, agrícola, de desindustrialización y sustitución poblacional, promoviendo la baja natalidad mientras se fomenta la inmigración ilegal desde países subdesarrollados con culturas incompatibles con la europea.

Este fracaso es patente, aunque sus responsables pretendan ignorarlo. Y, como siempre han hecho los líderes fracasados, en estos casos se busca un chivo expiatorio en el exterior. O mejor dos, porque junto con Rusia, el enemigo estadounidense es otro clásico para avivar el miedo.

Que no nos engañen los mismos líderes corruptos que han arruinado Europa, que se llenaron los bolsillos utilizando como excusa la pandemia y que ahora están siendo investigados por ello. Han encontrado una nueva excusa perfecta para matar dos pájaros de un tiro: exculparse de errores pasados y continuar con su corrupción en el futuro.

No podemos escuchar sin preocupación la noticia de que fábricas alemanas están dejando de producir automóviles para fabricar armas. Nada es más estúpido e inmoral que una carrera armamentística, cuyo resultado último solo puede ser la guerra o la ruina. Ruina para todos, menos para quienes fabrican y venden las armas.

Decía Samuel Johnson que «el patriotismo es el último refugio de los canallas». Hoy podríamos decir que el europeísmo es el nuevo refugio de aquellos canallas que han llevado a Europa a la situación actual. Pero si los líderes que ahora baten los tambores de guerra utilizan el europeísmo como coartada para sus delitos, los ciudadanos europeos no podemos entregarles nuestro dinero ni nuestra sangre en nombre de ese falso europeísmo, porque aunque quizás no nos convierta en canallas, desde luego sí en imbéciles.