Tras las elecciones en
Extremadura hay tantos análisis como analistas, aunque la mayoría adolecen del
sesgo ideológico de quien los firma. Para entender lo que realmente ha
sucedido, conviene alejarse del ruido y basarnos estrictamente en los hechos,
analizando en primer lugar la perspectiva regional.
Hay datos indiscutibles: hace
apenas dos años, María Guardiola era una desconocida que se enfrentaba a un
peso pesado como Guillermo Fernández Vara, un candidato con buena imagen
transversal que partía desde la posición de poder y sobre quien no pesaba sombra
alguna de corrupción. En aquel entonces, el PSOE nacional padecía unos niveles
de escándalo que podrían considerarse "soportables".
Sin embargo, el escenario de este
domingo era radicalmente distinto. La convocante era la propia María Guardiola
desde la presidencia de la Junta, contando con todo el aparato institucional a
su favor y una maquinaria mediática regada con generosa publicidad
institucional. Enfrente tenía a un candidato, Miguel Ángel Gallardo, imputado
por corrupción y, de tal ineptitud, que no ha conseguido ser el más votado ni en
su propia localidad de origen, encabezando a un Partido Socialista en plena
descomposición y lastrado por un aluvión de escándalos.
En este contexto de absoluta
ventaja, y sin negar el hecho indudable de que Guardiola ha ganado las
elecciones, nada menos que 10.000 de los votantes que la apoyaron hace dos años
han decidido ahora darle la espalda. Considerar esto un éxito y actuar
como si se hubiera obtenido una gran victoria demuestra una soberbia o una
ceguera que suelen ser la antesala de sucesivos batacazos. Ningún atleta que, tras competir en las condiciones óptimas y en el mejor escenario posible,
empeora su propia marca, se permite el lujo de felicitarse por el resultado.
Pero lo verdaderamente
trascendente de estas elecciones es su impacto a nivel nacional. Los datos
permiten extraer conclusiones demoledoras: el desplome del PSOE ya no es una
conjetura, sino una realidad incontestable. Si, en uno de sus graneros de votos tradicionales, el socialismo no logra superar el 25%, la extrapolación de estos resultados al
resto de España es terrorífica para el partido de Gobierno.
Por su parte, el Partido Popular
acaba de mostrar su actual techo electoral. Nunca un partido lo tuvo tan fácil
ni, seguramente, lo volverá a tener y, a pesar de ello, ha empeorado sus
resultados brutos, siendo el escaño adicional un consuelo menor en una de las
pocas regiones donde, además, el tema de la inmigración ilegal es todavía
tangencial. Cabe señalar el detalle de que en Talayuela —el único municipio
extremeño con un porcentaje de inmigración sustancial— VOX ha sido la fuerza
más votada. Pensar que el PP va a superar a nivel nacional los 137 escaños de
julio de 2023 es, hoy por hoy, una utopía.
Porque, además, al PP se le
plantean dos problemas añadidos. En primer lugar, el mantra del "voto
útil", que funcionaba como un eficaz dique de contención frente al
trasvase de apoyos hacia VOX, se ha derrumbado definitivamente; ya nadie puede
sostener que votar a esta formación sea un voto desperdiciado electoralmente. En segundo
lugar, ha quedado desarticulado el mecanismo de uso partidista de las encuestas
demoscópicas publicadas en medios afines —regados con dinero público— como
herramientas de orientación del voto, en tanto que todas ellas han quedado en
evidencia al errar estrepitosamente, otorgándole a VOX apenas la mitad de los
sufragios que finalmente obtuvo.
Podemos decir, sin temor a
equivocarnos, que el bipartidismo ha muerto. En esta tierra, que forjó imperios
y vio nacer figuras legendarias, se ha firmado el domingo su acta de defunción
política. No hay nada que permita suponer que el tsunami iniciado en tierras
extremeñas no vaya a continuar en Aragón, Castilla y León, Andalucía y, más
pronto que tarde, en unas elecciones generales. Su final es una buena noticia,
en cuanto que el sistema había devenido en una estructura podrida desde sus
cimientos. Ahora queda por ver si las nuevas alternativas serán capaces de dar
soluciones a los graves problemas que afronta España. Esperemos que así sea.

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