martes, 18 de junio de 2013

Prohíbo a Facebook que sea Facebook! (Ojo Zuckerberg, que te vigilo)



Últimamente circulan por Facebook rimbombantes declaraciones de los usuarios prohibiendo a Facebook difundir, copiar y no sé cuantas prohibiciones más, las imágenes, declaraciones y cuanto se nos ocurra colgar en nuestro muro. En su apoyo se citan normas de lo más variopinto. Unas no son de aplicación pues, pretender aplicar el Convenio Internacional de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas a las chorradas que escribe cada uno en su muro, es como exigir la celebración de un funeral de estado si se le rompe la Barbie a tu hija. Y otras directamente se han cogido a voleo.
Es cierto que, tanto el Código Penal como la Ley de Protección de Datos, protegen nuestros derechos frente a la Red, especialmente en relación con actuaciones ajenas inconsentidas, como la publicación de imágenes nuestras por terceros, o directamente delictivas, como la distribución de pornografía infantil.
Pero no olvidemos que la batalla entre intimidad y tecnología está siendo ganada por esta última de forma apabullante. Y poner puertas al campo es muy complicado, especialmente cuando las compañías que manejan los principales “social media” tienen su sede en California y se resisten a someterse a la legislación comunitaria. Porque el secreto del éxito de las  redes sociales está en que todo lo que se suba a ellas se difunda al máximo. Si pretendieran proteger la intimidad de sus usuarios, simplemente cerrarían.
Esto quiere decir que estamos indefensos ante los Facebook, Twitter, Tuentis y Youtubes? Por supuesto que no, pero siempre que tengamos en cuenta que el principal enemigo de nuestra privacidad somos nosotros mismos. Así, para protegernos, recomiendo fervientemente aplicar dos normas actualmente en vigor, recogidas en el Convenio Internacional del Sentido Común.
La primera es que, si no quieres que los 2.400 millones de internautas y tu abuela sepan que eres un juerguista, abstente de subir los comentarios y fotos de tus juergas a Internet. La regla es aplicable también para la ideología política, religión, patologías, orientación sexual, manías, drogadicciones y vicios diversos. Las configuraciones de privacidad son papel mojado, en cuanto que cualquiera de tus contactos puede propagar tu información de forma viral.
La segunda es que si crees que en algún momento de tu vida, incluso dentro de 30 años, puedes arrepentirte de lo que vas a subir, simplemente no lo subas. Porque, en flagrante contradicción con la Ley de la Gravedad, lo que sube a la Red no baja, aunque algunos invoquen el “derecho al olvido” y  milongas jurídicas varias. En el momento en que haces click en el botón “enviar”, acabas de perder el control para siempre de lo enviado. Por tanto, si no estás seguro de que lo que haces, cuenta primero hasta cien.
Algunos esperarían cinco o seis referencias a tratados internacionales y un par de agencias gubernativas ante las que hacer valer sus derechos, y se sentirán decepcionados al escuchar que la mejor norma para salvaguardar la intimidad es no exhibirla. Suelen ser los mismos que prohíben formalmente a Facebook que divulgue una información que han colgado encima de un comando llamado “compartir”, al que pueden darle tus cientos de contactos para enviarla al resto del mundo. Muy lógico!

3 comentarios:

  1. que razón tienes ! aquí cómo en casi todo lo que prima es el sentido común .

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  2. si señó y que bien explicao !!!!!!!

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