martes, 27 de diciembre de 2011

Feliz Navidad, con perdón!



Últimamente en Navidad hay que tener cuidado con lo que se dice, porque empiezan a ser unas fechas que no encajan dentro de lo políticamente correcto. Ya el tema del Niño Dios es espinoso. “¿Religión en un país laico? Qué disparate, y qué retroceso en las conquistas sociales”. Un Christmas no debe tener Reyes, estrellas ni, por supuesto, nacimiento. Así un nuevo jacobinismo pretende desterrar todo lo que huela a religión, tradición o familia, curiosamente todas las cosas que han alimentado el espíritu del pueblo español y, con variaciones, de la inmensa mayoría de las naciones del mundo desarrollado.

No quiero decir que la familia sea perfecta, aunque todos intentan formar una incluso después de romper la anterior, que todos los cristianos sean ejemplares, ni siquiera que lo sean más que el resto de los mortales, o que nuestras tradiciones y fiestas sean mejores que las del vecino. El problema es que después de tirar por tierra todo ese bagaje lo único que queda es El Corte Inglés.

Pero no hay miedo, porque los gurús que nos quieren salvar de tan primitivas tradiciones han preparado una nueva religión, basada en dogmas como la igualdad de género, la ecología y el respeto a la orientación sexual. Cuando habíamos conseguido separar la Iglesia del Estado, aparece un nuevo credo pregonado por apóstoles de la talla de los Wyoming, Leires, Zerolos y similares que se impone a todos los ámbitos de nuestra vida. Lo curioso es que estas nuevas ideas pretendidamente salvadoras son más antiguas que la polka y además no se oponen a nuestras tradiciones ni al espíritu navideño. Siempre ha habido mujeres que conciliaban el trabajo fuera de casa, y en igualdad con los hombres, con montar el portal en familia y preparar la cena de Nochebuena. Lo sé porque mi madre era una de ellas.

Lo único que han conseguido es pervertir principios básicos como la tolerancia, educación y respeto a los demás, convirtiéndolos en un montaje artificioso y ridículo en base al cual unos indocumentados pretenden revisar la literatura de Mark Twain porque aparece la palabra “negro” o castigar con la excomunión civil a quien cuente un chiste de homosexuales, aunque el chistoso sea homosexual. En el colmo de la estupidez, los ecologistas han levantado una cruzada en twitter contra el consumo en estas fechas de “langostinos manchados de sangre”, porque pone en peligro un manglar en no sé donde.

No pretendo imponer a nadie mis creencias ni tradiciones, pero me niego a que me impongan la religión de lo políticamente correcto. No voy a pedir perdón por poner un Belén en mi casa, enviar una felicitación navideña con el nacimiento o cantar villancicos con mis hijos. Y mucho menos pienso cambiar el lenguaje de Cervantes por el de los analfabetos del todos/as y ciudadanos y ciudadanas. Y desde luego no pienso hacer un examen de conciencia cada vez que monte en mi coche o compre en Mercadona.

Recuperemos el sentido común, porque lo único que nos falta es sustituir nuestras tradiciones por las gilipolleces impuestas por unos indigentes intelectuales cuya intransigencia solo es comparable a su capacidad para vivir del presupuesto.

6 comentarios:

  1. ¿Langostinos manchados con sangre?

    Siempre dije que el Capitán Pescanova era un maldito pirata.

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  2. Ríanse, ríanse, pero hace unos años en mi empresa, que entonces era pública, quitaron los villancicos de la megafonía porque un par de cartas de reclamaciones de clientes censuraban que en una empresa pública de un país aconfesional, se radiara música religiosa. Ríanse, ríanse.

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  3. Yo no me río Gavión. Tengo muy claro de que la postura que defiendo hoy en día es perdedora. Se ha impuesto la tésis de los progresistas y estamos librando batallas de retaguardia porque, o mucho cambia la cosa, o la guerra está perdida. El Corte Inglés, por ejemplo, ha suprimido de sus adornos navideños los motivos religiosos que han sido sustituídos por adornos "neutrales".
    Un saludo.

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  4. Vamos a ver si construimos un discurso medianamente razonable:

    En alguna parte de El Espectador, Ortega escribió que "los grandes errores incitan a ser debelados".

    Sin embargo, lo verdaderamente cierto es que, frente a determinados errores, incluso frente a doctrinas perversas que han tenido consecuencias criminales, nos hemos aquietado.

    No hemos dado la batalla y, las batallas que no se dan se pierden siempre.

    Por eso, entre otras cosas, y no la peor de todas ellas, se ha impuesto un pensamiento progre, una moral progre, lo que podríamos llamar "el sentimiento progre de la vida".

    Y, desgraciadamente, ya no tiene remedio. Sólo nos queda resistir.

    En otra parte, el antes citado Ortega dejó escrito que "existir es resistir". Y añadía "hincar los talones en tierra para oponerse a la corriente".

    Eso es lo único que, modestamente, podemos hacer desde muy reducidos foros.

    En un fado de Amalia Rodrigues se escuchaba, más o menos, en mi mal portugués, "Mesmo na noite mais triste, en tempos de ingratidao, ha sempre alguen que resiste, ha sempre alguen que diz nao".

    Pues eso.

    José Andrés

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  5. Corrijo, el fado decía "en tempos de servidao", esto es, en tiempos de servidumbre, que es a lo que quería referirme.

    Vale.

    José Andrés

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  6. Con unos hermanos así, una va bien acompañada en la vida !!!
    Un beso para José Andrés y otro para Juan Luis.

    Charito

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