viernes, 23 de diciembre de 2011

Después de la tormenta siempre, siempre vuelve a salir el sol.



Bueno, otro año llega la Navidad que esta vez será más austera para todos. Quien más quien menos se lo ha pensado antes de tirar la casa por la ventana, y ha elegido con más cuidado, no con menos cariño, los regalos o los vinos que han de acompañar nuestras comidas. Tampoco pasa nada. Recuerdo un programa de televisión hace ya tiempo en el que una familia en apuros económicos se sorprendía de la poca importancia que tenían ahora el BMW, el televisor de plasma, el jacuzzi y demás objetos que se habían convertido en el centro de sus vidas en los momentos de vacas gordas.

Cierto que “donde no hay harina todo es mohína” pero salvo casos dramáticos, que los hay, el hecho de que ya no seamos todos millonarios (sobre todo en créditos) no puede ser motivo de que nuestras vidas no valgan la pena. Porque si pensamos así, es que no la valían antes del crack.

Quizá sea el momento de dejar de mirar hacia afuera y empezar a mirar nuestro interior para sacar lo mejor que llevamos dentro, de ver la importancia de lo que somos y no de lo que tenemos. Y pensar que las posesiones inmateriales como el valor, el espíritu de sacrificio, la hombría de bien, el respeto a los demás, son lo que nos hace importantes. Tal vez sea tiempo para recuperar los valores que habíamos perdido entre tanto lujo innecesario.

Son también tiempos de solidaridad, pero no solo la de quienes pueden ayudar a los que están en peor situación sino la de todos, porque todos sin excepción debemos ser solidarios, dejando de quejarnos y arrimando el hombro para contribuir a la tarea de levantar España.

Y tenemos que dejar de mirar los problemas como algo que nos viene de fuera y nos supera. Estamos vivos, coleando, y rodeados de gente por la que dejarse el pellejo. No hay nada contra lo que no podamos luchar. Siempre se puede luchar. La Historia de la Humanidad está llena de gestas increíbles. De situaciones peores hemos salido y esta vez no va a ser una excepción. Juntos podemos darle la vuelta a la tortilla, porque nada está escrito y el éxito sólo depende de que pensemos que podemos conseguirlo.

Son, sobre todo, tiempos de esperanza, y de conquistar el futuro que está a la vuelta de la esquina. Feliz Navidad amigos!

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