sábado, 5 de noviembre de 2011

Del 20-N: Hundimiento y esperanza.



El lunes se celebra el debate entre Rajoy y Rubalcaba, aperitivo para el amargo banquete electoral del día 20. Amargo porque el botín electoral es el menos apetecible que se ha servido en nuestra historia democrática. En cualquier caso, alguien tiene que lidiar el toro, y las encuestas coinciden unánimemente en que el diestro será Rajoy, porque la distancia que le separa de Rubalcaba es insalvable y solo puede aumentar.

Pero no hacen falta encuestas. Sólo algunos periodistas y analistas de esos que viven en la nube y se miran al ombligo mutuamente, pueden pensar que todavía queda partido, o que algún imprevisto o el voto indeciso del que habla José Blanco, el único en este país a quien pagan por repostar, pueden dar “chance” al PSOE.

La realidad está a la vista de todos, cinco millones de parados, cientos de miles de empresarios que han cerrado sus negocios, funcionarios a los que se les ha machacado en el prestigio y en el bolsillo, dejándolos sin pagas extras y culpabilizándolos de la situación, instituciones casi en bancarrota y un gobierno que se debate entre la incompetencia absoluta y la corrupción. Por no hablar de los fracasos en las diversas políticas sectoriales: territorial (con el escándalo de Bildu en las instituciones), educativa, energética… y no sigo porque me deprimo.

¿De verdad alguien piensa que queda margen para la incertidumbre? ¿De verdad alguien cree que este infausto gobierno no ha tenido nada que ver en el desastre? ¿De verdad queda quien considera que se le puede echar la culpa de todo esto al neoliberalismo, a Aznar y al coco? ¿De verdad se puede advertir en Rubalcaba, al que me suena haber visto antes en alguna parte, al salvador que tiene la solución a nuestros problemas?

Si hay algo que me da esperanza es que el pueblo español va a demostrar su madurez castigando sin contemplaciones a los que nos han llevado a esta situación. Esto al menos nos diferencia de los países, en Hispanoamérica tenemos ejemplos notorios, que se empeñan en reelegir a los políticos que les hunden en la miseria, en una incomprensible espiral suicida. Y por eso creo que tenemos futuro, y que la marca España volverá a brillar con fuerza.

Quedan tiempos duros por delante y todos tendremos que arrimar el hombro. Nunca se habrá entregado el poder a un partido en una situación tan difícil. Pero ninguna empresa grande se consigue sin esfuerzo. Esperemos que quienes tienen que liderarnos en ese trayecto estén a la altura de las circunstancias.

Ad astra per aspera.

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