sábado, 29 de octubre de 2011

Verdades y mentiras (episodio 1)


Los sindicatos y el PSOE, con Rubalcaba I “el Sensible” al frente (cómo me conmueve la grandeza de su alma, un manantial que solo se revela en lágrimas, que diría Unamuno) han descubierto en la derecha al enemigo acérrimo de la enseñanza pública, a la que pretende destruir para condenar al abismo de la incultura y la miseria a los hijos de la clase trabajadora.

Recuerdo los tiempos en que los colegios públicos eran demandados por pobres y ricos porque su excelencia académica les permitía codearse sin complejos con los colegios privados de Jesuitas o Marianistas. Son buena prueba institutos con fama en toda España como el Ramiro de Maeztu en Madrid o aquí mismo, en la tierra extremeña, el Zurbarán.

Luego, las sucesivas leyes de educación socialistas, a base de sustituir esfuerzo y mérito por relajación y dinero, consiguieron unos centros educativos públicos que da gusto mirar de lejos pero miedo ver los resultados que consiguen en el alumnado. Y hoy los ciudadanos huyen de ellos, para escolarizar a sus retoños en los colegios concertados, cuando no en costosos colegios privados.

Pero en lugar de remediar los males de la enseñanza pública los socialistas prefieren buscar un chivo expiatorio y han escogido como tal a los colegios concertados que, según parece, absorben los recursos que les faltan a los públicos para tener calidad. Lo que no dicen es que absorben también buena parte del alumnado que tiene el derecho y la obligación de ser escolarizado y que, al ser más baratos que los públicos, lo que hacen es liberar recursos para estos. Cuestión de puras matemáticas.

Es más sencillo acabar con la enseñanza concertada, sobre todo si es religiosa, que mejorar la pública. Se trata de eliminar cualquier referencia que señale el fracaso del sector público también en educación. Si con eso empeora la calidad educativa es lo de menos. Total, ellos llevan a sus hijos a centros privados como el Colegio Británico o el Instituto Alemán.

El problema es que no es fácil engañar a todos. Y así, mientras los sindicalistas vestidos con camisetas verdes siguen manifestándose contra Esperanza Aguirre por obligarles a dar dos horas lectivas más, la ciudadanía ve en el niño pijo del anuncio de la campaña socialista al hijo del socialista Pepiño Blanco.

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