domingo, 19 de junio de 2011

Memento mori.


Parece que el tema del día es el tsunami extremeño y sus consecuencias para la región. No seré yo quien hable de la necesidad de consenso entre las fuerzas políticas, de colaboración entre los distintos partidos para salir de la crisis y todo eso. Siempre he pensado que los grandes pactos entre todas las formaciones políticas son una burla para la soberanía popular expresada en las urnas. La esencia de la democracia es la posibilidad de elegir entre opciones distintas y la alternancia en el ejercicio del poder. Y parece claro que treinta años de lo mismo son demasiados. Los extremeños han optado por el cambio y seguro que lo han hecho por buenas razones.

Defender la gestión de los últimos cuatro años en Extremadura es casi tanto como decir que los votantes se han equivocado. No se trata de hacer leña del árbol caído, pero tampoco de ponerse en ridículo defendiendo lo indefendible. Cuando alguien que detenta todos los resortes del poder para aplicar su programa, se lleva un batacazo del calibre del que se ha dado Vara es seguro que no ha hecho las cosas bien. Lo chocante era ver a nuestros dirigentes sacar pecho y presumir de gestión mientras la casa se caía a trozos. Y al final la soberbia, consecuencia de la adulación y la autocomplacencia, les ha llevado a la ruina, al enajenarles el apoyo tanto de sus votantes como de sus aliados naturales.

Lo único que está claro es que hay que hacer cosas distintas de las que se han hecho hasta ahora, y por personas distintas de las que las han hecho. Le deseo la mayor de las suertes a Monago, y no tanto por él como por Extremadura. Pero, sobre todo, me voy a permitir darle un consejo por si le llega: que haga oídos sordos a los aduladores, que proliferarán como setas, y no pierda de vista la realidad. Los romanos nos dejaron como prueba de su sabiduría la imagen del esclavo que acompañaba al general en su triunfo, sosteniendo la corona de laurel, mientras le recordaba que era un mortal y no un dios.

Pues eso… Memento mori.

1 comentario:

  1. El problema de Extremadura es que Ibarra se cree Dios y Vara su profeta.

    Charo Mtnez-Carande

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