martes, 12 de abril de 2011

Colegios profesionales ¿To be or not to be?


El anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales está levantando ampollas. Se plantea suprimir la colegiación obligatoria, salvo para los profesionales jurídicos y sanitarios y, claro, colectivos como arquitectos o ingenieros ven peligrar sus profesiones y han puesto el grito en el cielo.

No lo tengo demasiado claro, pero lo cierto es que en todas partes cuecen habas. Por ejemplo en protección de datos, materia que precisa de conocimientos jurídicos y tecnológicos, tenemos que soportar la competencia de “profesionales” cuya cualificación es un cursillo de 20 días. Efectivamente, es poco gratificante que en determinadas actividades coexistan profesionales titulados y expertos con tuercebotas y chapuceros. Pero también hay ilustres ejemplos de tuercebotas colegiados, lo que demuestra que la colegiación no es, ni mucho menos, la panacea. Al final, el mercado pone en su sitio a unos y otros.

En cualquier caso la globalización y la liberalización son imparables, y me temo que ponerle puertas al campo ya no es solución para casi nada. Sobre todo cuando las barreras profesionales no han servido en muchos casos más que para crear administraciones paralelas en las que se refugiaban algunos de los ejemplares más inútiles de cada profesión y sus amigos.

En fin, cuando se pone en cuestión cada euro de gasto público, no veo porqué no se va a cuestionar el cobro coactivo de cuotas colegiales para mantener organismos semipúblicos (también es aplicable a las cámaras de comercio, oiga). Estamos en la época de la colaboración, y el asociacionismo es necesario para unir fuerzas y sobrevivir creciendo junto a otros. Pero para que dicho asociacionismo tenga sentido es necesario que cree sinergias y valor para sus miembros. De lo contrario no hacemos otra cosa que añadir al carro una quinta rueda, inútil y cara.

¡Bienvenidos sean los Colegios Profesionales y Cámaras de Comercio a la incierta pero apasionante aventura de cobrar a cambio de prestar servicios y añadir valor!

1 comentario:

  1. Y digo yo ¿por qué exceptuamos a los colectivos de juristas y sanitarios? ¿Qué los distingue de los arquitectos, por ejemplo?

    Los colegios profesionales son una muestra más de lo que los italianos llamaban el "parastato", un Estado paralelo e innecesario.

    Los conozco muy bien, y puedo afirmar que son el refugio de los botarates.

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