domingo, 22 de julio de 2012

Será por dinero?

 



Si  hemos de creer los titulares de la prensa nacional, las calles españoles están en ebullición y se han convertido en una caldera que puede estallarle al gobierno en las manos impidiéndole comerse las uvas. Pero eso mismo decían que iba a pasar en Grecia o Portugal y al final ahí están tan tranquilos, intervenidos y sin dar mucho ruido.
Las grandes revoluciones triunfantes, al menos de inicio, podían esgrimir contra sus enemigos una superioridad moral que les llevaba en volandas hacia su ideal. Los padres de la patria americanos tenían enfrente una metrópolis que les imponía cargas sin concederles representación, los revolucionarios franceses un régimen absolutista e injusto que dividía a la sociedad en estamentos y los bolcheviques a un régimen zarista en que los campesinos seguían siendo “de facto” siervos de la gleba.
Las protestas que han recorrido el país esgrimen igualmente sus ideales: los sindicalistas no están dispuestos a permitir el recorte de derechos sociales; los funcionarios se niegan a ser criminalizados como responsables de la crisis; los estudiantes luchan contra los recortes en la enseñanza pública y hasta los yayo-flautas sienten que en su vejez se les priva del derecho a una sanidad universal. Protestan jueces y fiscales por unas medidas cuyo verdadero objeto, según ellos es nada menos que "el desmantelamiento del Poder Judicial, atacando así a su independencia e imparcialidad".
Mas lo cierto es que los sindicalistas han salido a la calle después de ocho años de silencio pagado con subvenciones públicas millonarias que ahora no se pueden mantener; los funcionarios ante la privación de la extra de Navidad; los estudiantes por una subida de tasas que, además, pagan sus padres y los yayo-flautas por tener que sufragar un 10% del precio de las medicinas. En cuanto a la judicatura, qué lástima, su supuesta independencia resulta afectada por la aplicación de las mismas medidas salariales que al resto de los funcionarios, que por otra parte siempre han estado peor retribuidos y más controlados. Presiento que esta revuelta social se va a quedar en agua de borrajas porque la gasolina que la alimenta es de poco octanaje, conseguir dinero y sólo dinero. Un dinero que además no hay.
Las hazañas de la Humanidad siempre han tenido por protagonistas a personajes excepcionales o a gentes que no tenía nada que perder. La mediocridad de los líderes de las protestas es infinita, y la mayoría de los que participan en ellas tienen otras trece pagas que conservar y no se atreverán a tirar de verdad contra un sistema que, al final, nos está imponiendo a todos sacrificios cuyos principales beneficiarios son ellos mismos.
Por eso no me da miedo un estallido social que arrastre este país a la ruina. Ni siquiera ante un gobierno gris e incapaz de hablar claro a los ciudadanos y de tomar las medidas que realmente se necesitan, poniéndose al frente del país y dando ejemplo. Me preocupa la actitud de muchos españoles ante el inmenso reto que tenemos por delante, quejándose lastimeros y preguntando qué hay de lo suyo en lugar de pensar en la forma de conquistar un futuro mejor para sus hijos

3 comentarios:

  1. El verdadero grito de guerra de todos los que temen verse afectados por los recortes es: ¡Recortaos!

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  2. Pareces desdeñar, Juan Luis el histórico carácter explosivo de éste país. Aquí no hemos sido nunca capaz de hacer una verdadera revolución. Sin embargo, tenemos una capacidad contrastada para la algarada y el motín al entrar en autocombustión espontánea. Para hacer un verdadero cambio del sistema hace falta liderazgo, cohesión y nervio y músculo social. Para el motín solo hace falta... desesperación.

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