domingo, 5 de octubre de 2014

La empresaria machista.



Las declaraciones de Mónica Oriol, Presidenta del Círculo de Empresarios, han producido estos días un enorme revuelo. Esta señora se ha atrevido a decir que los empresarios  prefieren contratar a mujeres menores de 25 años o mayores de 45 para evitar las bajas por maternidad y las reducciones de jornada. Los medios no han tardado en crucificarla haciendo bueno el dicho de que “el tonto, cuando se le señala la luna mira el dedo”.
Porque cuando una mujer, empresaria de éxito y madre de seis hijos, osa decir algo así en un país en que impera la ley de lo políticamente correcto, solo un ciego puede obviar que hay una realidad que no podemos desconocer. Y la realidad es que al empresario titular de una micropyme (el 95% de las empresas españolas), con tres empleados por ejemplo, cuando uno de ellos se le da de baja por maternidad sin fecha de retorno, acaba de perder de golpe y porrazo la tercera parte  de su fuerza laboral. Imagina alguien a Telefónica, con una plantilla de 30.000 personas en España, si de repente se le dieran de baja 10.000?
Así, en lugar ejercitar la demagogia, sería mucho más inteligente ver la forma de conciliar los intereses en juego, que son muchos y muy importantes: la necesidad de proteger a la mujer que trabaja, la necesidad de que esa mujer pueda tener los hijos que quiera, que son el futuro de todos nosotros, y la necesidad de proteger el legítimo derecho del empresario a buscar lo mejor para su empresa.
La realidad es tozuda y se empeña en demostrarnos que cuando se traslada la carga de la conciliación sobre el empresario, éste hará lo posible para aligerarla dentro de la legalidad. Por eso, en lugar de llevarnos las manos a la cabeza por las declaraciones de Mónica Oriol, haríamos bien en empezar a preguntarnos cuáles son los fallos del sistema de conciliación y las medidas para corregirlos. Alguno debe tener cuando siempre se subvenciona la contratación de jóvenes y mayores, que son precisamente los que Oriol dice que prefiere contratar.
Pero seguiremos con debates sobre la renta básica, ese supuesto derecho a cobrar un sueldo de quien no quiere trabajar, y perderemos la oportunidad de abrir un debate serio sobre el problema de las mujeres que sí quieren trabajar y además tener hijos. En conclusión, la presidenta del círculo de empresarios ha señalado una luna del tamaño del Sol. Me temo que, como casi siempre, optaremos por la solución más tonta: mirar el dedo y matar a la mensajera.

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