jueves, 18 de julio de 2013

De hijos de puta (nuestros y suyos)





Cuando parece que la cosa económica se va calmando (guste o no, hemos tocado fondo y solo queda ir hacia arriba) prensa y políticos han decidido tener al país otro verano en ascuas. Parece que el PP, como el resto de partidos y los sindicatos, se ha financiado ilegalmente. Eso no lo dicen los papeles de Bárcenas y El Mundo, sino los 42 millones en Suiza que las empresas entregaron a Luis Bárcenas no por atención a él, sino por su condición de tesorero del PP y se supone que a cambio de algo (favores, influencias…)
A mí, tras ver los papeles del Mundo me sorprenden tres cosas. La primera el silencio culpable del PP, que callando otorga. No consigo explicarme si su “líder” es un necio o el pánico por lo que pueda salir les paraliza. Aunque si todo las pruebas que tiene Bárcenas son su palabra, los cuatro papeles que ha escrito y un excel en un pendrive, solo tienen que temerse a sí mismos. Pero la ceguera de Mariano es infinita, hasta el punto de hacerle pensar que un bombazo de éste calibre puede desactivarse sentándose al lado de la espoleta. La única solución posible cuando saltó el escándalo era coger el toro por los cuernos, expulsar a Bárcenas y querellarse contra él. No lo hizo y eso le ha convertido en rehén de ese aprendiz de Capone.
La segunda es el cinismo de los políticos españoles. Y no me refiero a los de PP solamente, sino a todos los que se hacen cruces hablando del mayor escándalo de la democracia. Acaso hemos olvidado cómo nos tragamos el sapo de Felipe González, autorizando el secuestro y asesinato de etarras (y algún civil que pasaba por allí) mientras la cúpula del Ministerio de Interior saqueaba los fondos reservados. Por no hablar de CIU o de IU, gobernando en comandita con los de los ERE´s falsos.
Y la tercera es la falta de rigor de la prensa española. Es pasmoso que El Mundo denomine “documentos de pago” a unos garabatos escritos por Bárcenas en una cuartilla, con cifras expresadas en euros antes de que éste entrara en vigor, o que aporte un recibí supuestamente firmado nada menos que en 1992. Eso lo único que demuestra es que no ha encajado que su petición de ayudas públicas para enjugar la catástrofe financiera del periódico cayera en saco roto. Al final los mensajeros no dejan de ser otros corruptos más, cuya ética periodística está al lado del dinero.
Así nos encontramos con un triste panorama: políticos corruptos y prensa corrupta, por no hablar de una monarquía, unos sindicatos y un poder judicial corruptos. Y lo que es peor, con una ciudadanía que consiente esto y que solo protesta cuando le va mal, lo que demuestra que, si en España no hay más corruptos, no es por abundancia de ética sino por falta de oportunidades. Espectacular la desfachatez de la izquierda callejera, gritando contra la misma corrupción que ha tapado celosamente mientras gobernaban los suyos.
Roosevelt se refería a Somoza diciendo: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. El problema es que en este país todos defienden a sus hijos de puta y así nos va. Los monárquicos justifican las indecencias del Rey, mientras los de izquierdas niegan los EREs. Los populares dicen que lo de Bárcenas no va con ellos, en tanto los sindicalistas piden decencia sentados sobre una contabilidad llena de comilonas y falsedades. Los independentistas se atreven a poner condiciones soberanistas para apoyar una moción de censura, cuando les explota la instrucción del expolio del Palau. Por si fuéramos pocos, tenemos hasta movimientos ciudadanos de apoyo a jueces condenados por prevaricación, lo que es para nota.
Yo, visto lo visto, he perdido la esperanza de una regeneración y creo que la única forma de controlar la corrupción es reducir la burocracia y el gasto que la alimenta. Porque cuantas menos posibilidades tenga el poder para meterse en nuestras vidas, menor será el número de hijos de puta de todo tipo que podrán lucrarse a nuestra costa. Pero primero deberíamos empezar mirando dentro de nosotros y comprobar si no estamos en la categoría de los hijos de puta.

4 comentarios:

  1. Casi totalmente de acuerdo. Me ha encantado como está escrito, ahora me explico de cuando te llamaban Mini en el Colegio (creo que soy dos promociones menos que tú). Me quedo con la frase de que "si en España no hay más corruptos, no es por abundancia de ética sino por falta de oportunidades". No comparto la pérdida de fe en la regeneración, para eso hay que trabajar y en eso estamos, en educación, educación y más educación en valores (lo otro no tiene mérito, o no tanto).
    Por último, también comparto que "primero deberíamos empezar mirando dentro de nosotros y comprobar si no estamos en la categoría de los hijos de puta"

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  2. Me alegro de que te haya gustado Ricardo. Creo que me acuerdo de ti porque si no me equivoco le pegabas muy bien al balón. El problema es que se ha olvidado educar en los verdaderos valores, honradez, esfuerzo, integridad, para sustituirlo por paparruchas como la paridad de sexos, el orgullo gay y demás moralinas light. Un abrazo.

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  3. A mí también me ha gustado mucho lo que dices, y es una pena que tengas tanta razón.
    A los valores verdaderos yo añadiría el respeto por los demás, sean de la condición que sean, y a la libertad -tanto propia como ajena-, y así no haría falta utilizar paparruchadas para que otros se aprovechen de las circunstancias y necesidades de los demás.
    Aún así, el ser humano sigue teniendo buen fondo y espero que algún día se utilice en este país de forma mayoritaria y consigamos mejorar este desastre que llevamos entre manos.
    Un saludo, y gracias por tu contribución a la auto-reflexión.
    Gisela

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  4. Gracias a ti por seguir el blog, Gisela. Esperemos que se cumpla lo que dices. Un abrazo.

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