domingo, 14 de abril de 2013

Exprópiese!




Como éramos pocos en esta España de pandereta, aparece un caudillo sureño a echar leña al fuego de la demagogia y la pesca en río revuelto. Y al más puro estilo del gorila Chávez, decide expropiar los pisos de los bancos para dárselos a quien considere oportuno mediante un decreto que pone el principio de seguridad jurídica a los pies de los caballos andaluces.
Lo de menos es que la Constitución regule el derecho a la propiedad privada y a la herencia, estableciendo que “nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización”. Siendo la comunidad andaluza una de las más necesitadas de rescate estatal para hacer frente a sus nóminas, seguro que pagar el justiprecio de las expropiaciones no entra en sus cálculos y eso las convierte pura y simplemente en una confiscación.
Tampoco que Griñán I "el expropiador" esté implicado hasta la médula en el mayor expolio de fondos públicos de la Historia española, lo que nos da a entender cuáles pueden ser la garantías del mecanismo ideado por él y sus socios comunistas. Lo dicho, puestos a robar, cualquier sistema es válido.
Ni siquiera que Andalucía sea uno de los ejemplos más clamorosos de amiguismo, con un sistema de empleo público caracterizado por la ausencia de oposiciones limpias y el enchufismo como criterio selectivo básico. Eso nos da una idea de quiénes pueden ser los beneficiarios de los pisos vacíos.
Lo preocupante es que una porción elevada de los españoles vean la medida como algo normal. La situación española es complicada, pero seguro que con medidas chavistas (del muerto, no de Chaves el predecesor de Griñán, otro experto en el enchufismo y la corruptela)  no saldremos de la crisis. Aunque algunos ya hayan tirado decididamente por la senda bolivariana, imitando incluso el procedimiento de toma de calles para amedrentar a los rivales políticos, siguiendo la estela de la oportunista Ada Colau y sus compinches.
Es humano que, en momentos de dificultad, el desánimo nos lleve a poner nuestro futuro en manos de otros, esperando que resuelvan nuestros problemas. Pero no debemos olvidar que esos políticos populistas, caracterizados por no haber producido nada por sí mismos, los únicos problemas que resuelven son los suyos particulares  mediante la usurpación de lo ajeno. 
Si renunciamos a tratar de salir de esta crisis mediante el esfuerzo individual y colectivo y optamos por la senda tercermundista, sería bueno comprobar los resultados de esas políticas en quienes las siguen actualmente: venezolanos, cubanos, bolivianos, y argentinos. Y tener en cuenta que al final de ese camino lo que hay son bananas y cuencos de fríjoles. Porque como decía un político estadounidense “un gobierno suficientemente grande para darte todo lo que quieres es también suficientemente grande para quitarte todo lo que tienes.”

 

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