sábado, 5 de mayo de 2012

La piel de la serpiente.



Pensaba dedicar el post a los conocidos líderes bananeros Kirchner y Evo Morales, pero escribir sobre una rata y un camello me parece una pérdida de tiempo y prefiero hacerlo sobre serpientes, animales que como todo el mundo sabe, de vez en cuando cambian de piel. Hablando de pieles, la de la economía española en los años del boom tenía dos componentes muy destacados: una capa de ladrillo y cemento que llegó a representar el 20 % del PIB y una capa de sector público derrochador cuyo peso en el PIB estaba en torno al 45%.

Hemos visto que tanto la construcción como el sector público se han pegado el batacazo en una medida mucho mayor de la que lo ha hecho la economía española, disminuyendo su peso específico dentro la misma. La caída de todo lo que hemos conocido en los años de bonanza, unido a la brutal crisis financiera, debería tener como consecuencia un país en la más absoluta de las miserias.

Pues a pesar del desastroso 2009, nuestra economía solo se contrajo un 2% en conjunto desde sus máximos en 2007, y en 2011 creció ligeramente. Esto significa que poco a poco está cambiando de piel, aunque el coste haya sido alto especialmente en parados, muchos de los cuales se podrían haber evitado si nuestros gobernantes no hubieran dedicado tantos recursos a la tarea imposible de tratar de apuntalar lo viejo. Hay otros elementos que corroboran que algo se está moviendo, como el aumento en el número de autónomos en los tres últimos meses, que seguramente no han montado agencias inmobiliarias ni empresas para contratar con las administraciones.

Cosa distinta son las ganas cambiar de piel de cada uno de nosotros. Oímos que los activos de las principales empresas del mundo son inmateriales (Apple, Google, Microsoft, IBM, etc.) pero seguimos queriendo agarrarnos a empresas industriales con máquinas grandes y chimeneas echando humo. El pequeño comercio languidece mientras echa pestes de los chinos, pero los comerciantes se preocupan de arreglar los escaparates y pasar horas en el mostrador en lugar de trabajar la venta “on line”, que lleva creciendo durante el último decenio al ritmo de dos dígitos anuales. Y leemos que los funcionarios verán reducidos sus privilegios y retribuciones, pero en cuanto la administración saca una plaza de conserje las colas de aspirantes dan la vuelta a la manzana.

Sobre la crisis se han dado múltiples definiciones, más o menos afortunadas. Me quedo con la que dice que” es el momento en que muere lo viejo y lo nuevo no acaba de nacer”. Ahora hay indicios claros de que algo nuevo está naciendo, lo que significa que podemos estar ante el principio del fin de la crisis. De nosotros depende formar parte de la economía y el mundo nacientes o, por el contrario, agarrarnos a las células muertas de la vieja piel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario