Estos días todos andamos haciendo
chistes sobre el fin del mundo pregonado por los mayas. Pues, a unas horas del Apocalipsis, pienso que los mayas tenían razón. El mundo que conocíamos se ha ido
al infierno y nada volverá a ser lo mismo. La tecnología y la Nueva Era abierta
por Internet se lo han cargado. “Vaya estupidez”, dirán algunos, “ahora nos va
a hablar de Internet”. No se trata de Internet sino de sus implicaciones, que
la mayoría no quiere ver aunque estén delante de nuestras narices.
La cuestión es que la
tecnología y la globalización se han llevado por delante referentes que parecían
inmutables. Es curioso ver al gobierno hablando todavía de la importancia de la
construcción como generadora de empleo cuando el sector de la construcción está
muerto. Y no solo porque haya pisos sin vender sino porque, cuando se vuelva a
edificar, la construcción será diferente. Pero es más preocupante ver que muy
pocos captan las consecuencias de una tecnología capaz de hacer en minutos, y a la centésima parte del coste, el trabajo por
el que hoy se paga a un administrativo un sueldo mensual (tomen nota los sindicatos).
Tampoco voy a hablar de twitter o
facebook que, aunque pronto serán sustituidas por otra cosa, son una revolución de la que muchos permanecen al margen considerándolas tonterías. Son los mismos que creen que perder una mañana “de
bancos” para hacer unas gestiones que se pueden realizar en minutos desde el
sofá de casa es trabajar.
Hablo de una revolución
tecnológica traducida en dos palabras: “transparencia” y “valor añadido”. La
tecnología ha roto las barreras para la ocultación, permitiendo que todos los
ciudadanos de a pie sepan tanto lo que piensa el Departamento de Estado
Americano sobre Cameron o Berlusconi (Wikileaks) como la opinión de un
funcionario sobre el concejal de urbanismo de su pueblo. Y el valor añadido ha quedado en evidencia con
la transparencia, puesto que nadie está dispuesto a pagar por aquello que se le
aparece ante los ojos inútil y desnudo (que le pregunten a las cámaras de
comercio o los colegios profesionales, arruinados en cuanto han tenido que
salir a “vender” sus servicios)
Como en todas las revoluciones, la
encrucijada que se nos muestra tiene dos caminos: opresión o libertad. La
tecnología puede hacer de los ciudadanos los dueños de su destino si la
transparencia les permite conocer qué hacen sus gobernantes y qué valor
ofrecen. O por el contrario permitir que los gobiernos, nacionales o supranacionales,
controlen el destino de los gobernados, sabiendo qué hacen éstos y ocultando,
por el contrario, las miserias del poder.
El combate se está librando ya, y
en estos días se ha debatido en Dubai la posibilidad de control de Internet en el seno
de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU). En el bando de la regulación
se sitúan países como Rusia, China, o los países árabes, mientras en el de la
desregulación se encuadran Estados Unidos, Canadá o la vieja Europa, si bien con algunas reticencias en esta última. La ONU, burocratizada y liberticida, se ha posicionado con los partidarios del
control y la censura. Por suerte la batalla la han perdido esta vez las
potencias totalitarias.
Decía un dramaturgo que “las
cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al
hombre libre o esclavo”. No permitamos en el mundo post-profecía que el
poder ate nuestras mentes. Los partidarios de la libertad debemos permanecer vigilantes,
velando armas y con las pinturas de guerra en el rostro.
Que razón tienes, yo pertenezco desde su reciente creación a The Internet Defense League y todos tenemos un parche de alertas automatizado que avisa en los blogs, paginas webs etc., de cuando existe una maniobra para amordazar a internet. Lo divulgo en el blog y en g+. Lastima que tiene pocas visitas el blog, pero espero que estas alertas que son a nivel mundial se extiendan por los blogs y paginas de mucha gente para inundarles de correos a esos tipos y que sepan que los vigilamos.
ResponderEliminarSaluditos.
Estoy viendo el tema de The Internet Defense League. Muy interesante Zorrete.
EliminarUn cordial saludo
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