El 75 cumpleaños del Rey culmina un
annus horríbilis, otro más, de la Casa real española. Los borbones salen del 2012
bajo mínimos de popularidad en las encuestas y con una lamentable imagen en
redes sociales. Si hace un año escribía en este blog que solo la recuperación
económica podría salvar la figura real, hoy pienso que no hay quien salve
semejante desecho de tienta. La esencia de la Monarquía constitucional está en que
el Rey compense la falta de poder con su autoridad, autoridad que no se adquiere
por decreto sino por la dignidad con que ejerce sus funciones, entre las cuales
la primera es la suprema representación del Estado.
Pero Juan Carlos I ya no está en
condiciones de representar a nadie como demostró su mensaje de Navidad, vacío de contenido porque
no hay un solo tema que el Rey pueda tocar. Va a hablar de honradez aquel cuya
enorme fortuna tiene un origen inexplicable? De esfuerzo quien, cuando no está
de vacaciones, se escapa a Botswana de tapadillo a cazar elefantes? De
transparencia quien encubre las golfadas y robos de su yerno? De familia el que
no se habla con la mitad de la suya? De austeridad alguien que vive de palacio
en palacio y tiro porque me toca? De lealtad una persona que engaña a su mujer
con una rubia casi 30 años más joven? Hoy el Rey no podría patronear un barco
llamado Bribón como antaño, porque todos pensarían que lleva su nombre,
debiendo conformarse con navegar en el Fortuna, bueno mejor en ese tampoco.
Los partidarios, cada vez menos, se
agarran a su actuación en defensa de la democracia y como negociador de
grandes contratos para empresas españolas gracias a su amistad con los árabes. Respecto a lo primero, cada vez son más
quienes dudan de su papel en el 23-F. Respecto a lo segundo, aparte de ser injusto
para las empresas españolas pensar que necesitan su mediación para conseguir
contratos internacionales, lo abultado de su patrimonio hace pensar que en
realidad trabaja para obtener sus comisiones, en la misma forma en que lo hacen
esos reyezuelos amigos suyos.
La edad tiene la propiedad de
acentuar, para bien o para mal, los
rasgos de carácter y, actualmente, la figura del soberano evoca más la miserable
imagen de Mr. Scrooge antes de recibir la visita del fantasma de la Navidad futura,
que la nobleza de un miembro del Consejo de Ancianos de la Antigua Grecia.
En suma, aunque algunos se empeñen en no ver las vergúenzas del Rey, cualquiera que se quite la venda de los ojos puede ver que está desnudo e incapacitado para el papel que le encomienda nuestra Carta Magna, lo que plantea dos
alternativas. Una es su abdicación, harto improbable dado que no puede
esperarse un gran sacrificio de quien nunca ha hecho uno pequeño.
La otra es que las Cortes en el ejercicio de sus poderes reconozcan su
incapacidad manifiesta para reinar y le inhabiliten u obliguen a abdicar,
evitándonos el espectáculo de un monarca achacoso e indigno como símbolo de una
España que se merece algo mejor. Y aunque el heredero no muestra mimbres muy
esperanzadores al menos representa la juventud (si se da prisa) y la novedad.
Pero me temo que tendremos
todavía que asistir a una agónica decadencia, entre caídas y meteduras de pata, que
ponga en riesgo a la institución misma haciendo disminuir las posibilidades de
que los monárquicos puedan gritar “viva el rey” en la coronación del heredero.
Punto 1.- Los borbones, en general, nunca aprenden y nunca olvidan.
ResponderEliminarPunto 2.- Nuestros borbones, en particular, creen que todo les es debido y nada tienen que agradecer.
Punto 3.- El baranda, en especial, bajo esa imagen campechana sólo esconde grosería y mala intención.
Total, una alhaja.
Y desnudo... puajjj, que horror.
Ahora dice el tío que está "divinamente".
ResponderEliminar¡Menudo morro que gasta el gachó!