El tema de Cataluña es una cosa
que se me escapa. En primer lugar nunca estuve allí por lo que, aunque conozco a algunos
catalanes, no sé de primera mano cómo respiran
por aquellas latitudes. Además es que no entiendo los nacionalismos, ya que una
cosa es el natural aprecio al terruño y otra liarla por la defensa del pan de
payés y la butifarra.
Lo que sí tengo que decir es que
el mito catalán se me ha caído por completo. Toda la vida oyendo hablar de su
laboriosidad, lo buenos empresarios que eran y el famoso seny, y resulta que les
pasa como a la justicia, que de lejos impresionan mucho las togas y la puñetas,
pero cuando la miras de cerca se le ven los lamparones. Fíjate si no en el
textil, que en cuanto se suprimieron los aranceles que les pusimos a las importaciones
extranjeras para que el resto de los españoles no tuviéramos otra que comprarles
los trajes, va y se les cae el chiringuito. Toma nísperos! Resulta que con la
libre competencia los que sabían de telas eran los gallegos.
Pero es que en política tres
cuartos de lo mismo. Años dando la tabarra con el hecho diferencial y parece
que la diferencia entre sus políticos y los del resto de España es cuestión de porcentajes,
que según parece allí está en el 3% de los contratos. Porque políticos
trincones tenemos para repartir, pero los Pujoles y su escuela pueden dar kilómetros
de ventaja a cualquiera. Y si hablamos de calidad yo, después de ver a Carod
Rovira que en otro lado no valía ni para tonto del pueblo, de primer Consejero
del Gobierno Catalán, dejé de quejarme de nuestro bellotakari.
Eso sí, tienen un buen equipo de
fútbol, aunque el mejor jugador tenga acento argentino. Anda que se van a
divertir mucho de independientes, jugando contra el Hospitalet! Bueno, Rosell cuando
le hablaron del tema dijo en un alarde, no sé si de prepotencia o gilipollez,
que ellos se separan pero juegan la liga española. Pues no quieren ser un país?
Liga propia no, pero Hacienda propia sí… coño con “la pela es la pela”. Yo les
recomiendo que, si quieren jugar una liga extranjera, pregunten en la polaca
que para eso tienen el mismo idioma, y ya nos veremos en Europa que es lo que
le gusta a Artur Mas.
Y así en todo. Esto es como cuando el Estado privatizaba sus
empresas y se guardaba la acción de oro para dar por saco en los consejos de
administración. Pues los catalanes igual, quieren separarse pero guardando una acción
de oro de España para mangonear todo el rato. Sí que le están sacando jugo a la
famosa balanza fiscal, que hicieron las cuentas del Gran Capitán y resulta que
los de Madrid son los que pagan y ellos quienes reclaman.
Yo no sé si se ha consumado el
cisma entre Cataluña y el resto de España, pero sería de agradecer que nos lo
comunicaran a la mayor brevedad para saber a qué atenernos. A mí me da tres leches
que se queden o se vayan, o sea que pueden contar con mi voto para reformar la
Constitución. Lo único que les pido es que si se quedan dejen de dar el coñazo,
porque no se puede estar poniendo el cazo y protestando. Y si no les gusta
compartir el camino con nosotros a lo mejor es el momento de darles puerta pero
de verdad. Porque si se largan tampoco es plan seguir invirtiendo en AVES,
rescates y ejes mediterráneos. Y el
puerto de Barcelona que se quede para la exportación de fuet y de coches
(bueno, eso si los de SEAT no se van como los de Coca-Cola) que con Valencia y
Algeciras nos vale.
Decía Churchill que “Un
apaciguador es alguien que alimenta a un cocodrilo con la esperanza de que será
el último en ser comido por él”. Como para apaciguar a los nacionalistas nos
van a comer hasta el fondillo de los pantalones, va a ser mejor que dejemos de
apaciguarlos a base de millones que luego se gastan la pela, bueno las que no
meten en Suiza, en embajadas para colocar a los de su clan. Porque si hay que
pagar cocodrilos prefiero que sean los de Lacoste.
Estoy deseando que llegue el momento de la independencia.
ResponderEliminarPero, sobre todo, el de la post-independencia: con un gobierno lleno de tipos con trajes gris brillante y camisas moradas, liderados por un cantamañanas sin el menor bagaje como Artur Mas, y todos ellos vigilados por Pujol y la Ferrusola.
Y, campando a sus anchas, Oriol y los 40 ladrones.
Por supuesto, todo regado con Vichy Catalán.