“Y el no llegar da dolor… más ay de ti se te pasas, si te pasas es peor”. Así explicaba Don Mendo sus problemas con el juego de las siete y media en la famosa comedia. En parecido lance se encuentra nuestra monarquía, porque no se ve la manera de que la apuesta del Duque de Palma resulte ganadora.
Si no llega a conseguir endosarle el muerto a su socio, y acaba con sus huesos en la cárcel, el golpe para la Corona española será terrible, por las críticas y chistes que pueden circular sobre un Urdangarín en pijama de rayas. Pero ay de él, o mejor dicho de su suegro, si se pasa y sale del juzgado absuelto o con la causa prescrita o archivada. Porque a estas alturas no hay un español que no piense que sólo saldrá libre si, como nos tememos, no somos todos iguales ante la Ley.
El destino de la Corona, como el de los equipos que fallan en los primeros partidos de una fase de clasificación, ya no depende de sus propios resultados sino del de los demás. Si Rajoy endereza la economía, es posible que los españoles olvidemos las miserias de nuestra Monarquía y el tiempo sane los pecados de Urdangarín y la Infanta, socia y secretaria en los negocios. De lo contrario, será difícil que un país con dificultades y harto de sus políticos aguante el espectáculo de una familia real sonriente y feliz, cuando algunos de sus miembros forman parte del bando de los “trincones”, que tanto perjuicio han causado. Su mejor defensa será, tristemente, lo engorroso del procedimiento de "desahucio real", con trámites más complicados que los aplicables a quienes no pagan la hipoteca.
Porque aunque griten mucho, son muy pocos los partidarios de una 3ª República, y menos con una bandera tricolor ajena al pueblo español y de infausto recuerdo. Pero esta posibilidad depende, más que de la fuerza de los republicanos, de la debilidad de una monarquía que ha dilapidado su mayor capital, el prestigio.
Se cumple otra vez la frase “los Borbones nunca aprenden y nunca olvidan”. El Rey, en lugar de tapar los atropellos de su yerno, debía haberlos impedido. No ha aprendido que, si los pocos republicanos que había en tiempos de su abuelo proclamaron la República, tras unas elecciones en que no se decidía la forma del Estado, fue porque no hubo ni una pareja de guardias civiles dispuestos a defender el trono. Gracias entre otras cosas al caso Urdangarín, tampoco habrá nadie que lo haga si se vuelve a plantear la ocasión.
En cualquier caso, resulte lo que resulte, el daño a la monarquía quedará consumado, y, de rebote, España saldrá malparada.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
De un lado, los Borbones, incorregibles.
ResponderEliminarDe otro, la República, de miserable recuerdo.
¡Menuda ratonera!
A éste chicarrón del Norte lo acabarán trincando como a Al Capone, por Hacienda !!!
ResponderEliminarUn beso, hermano
Con la cara de panoli que tenía el tipo.
ResponderEliminarSi ya lo decía mi abuelita, que aquí el más tonto hace relojes.
Y lo de la infantona ya es la monda: me caso por amor con un pobretón, pero quiero vivir como una reina.
Si ya lo decía mi abuelita, pero me niego a glosarlo, por si acaso.
Y hablando de la infantona, parece mentira que haya olvidado la primera regla: nunca firmes nada, monada, porque en la firma está la responsabilidad.
ResponderEliminar¿Por qué crees, bonita, que al Rey siempre lo refrendan?
Como escribió Carpentier, "mi firma me condena".
Algo habrá aprendido de sus mayores un aberchale tan fino en esto de la tela, la idea de la corona se la trae floja pero se comporta con la felonía propia de los borbones que siempre termina prevaleciendo, alguna fuga temporal y algo de ruido ... a estos no hay forma de quitárselos de encima. A mi el que me cae bien es Marichalar, qué punto de tio! a la antigua usanza, vicioso mas no avaricioso
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