domingo, 5 de febrero de 2012
De bancos, burbujas, pinchazos y gobiernos
El gobierno aborda al fin una reestructuración en serio del sector financiero. Entre la opción de sajar de una vez el inmenso abceso que nos mantiene desde hace cinco años postrados con fiebre crediticia o seguir tratándolo con infusiones para ver si se reabsorbía, el doctor ha optado por intervenir.
Por supuesto que la valoración a precio de mercado de los activos tóxicos será un varapalo enorme para los balances bancarios. Pero seguir en la mentira de unos mercados inmobiliarios en los que nada se vende y a pesar de eso los precios no bajan es suicida. Al igual que lo es tener unos bancos que no pueden prestar dinero porque cualquier asunción de riesgo implica unas necesidades de provisiones a las que no pueden hacer frente.
Hacer efectiva la bajada real de los inmuebles supondrá un golpe psicológico para muchos, puesto que los españoles, a diferencia de los americanos, contabilizamos rápidamente los beneficios y en cambio somos incapaces de reconocer las pérdidas. Así, todos hemos dicho o escuchado cosas como “si mi vecino ha vendido su casa por 400.000 la mía, que está mejor orientada y tiene piscina, vale 450.000”, a gente que había comprado por menos de la mitad de esa cifra y sólo había pagado una parte de los intereses.
Lo curioso es que esa ceguera afectaba y afecta, en igual medida, a los profesionales del ladrillo. Basta escuchar las tonterías de los jefes de las patronales del sector o las grandes agencias inmobiliarias: “Los precios en el centro de las grandes ciudades ya deben repuntar”, “no queda margen para descuentos”, “es un buen momento para comprar”. Y aunque la realidad se empeña en desmentirlas, las mismas frases se vienen oyendo año tras año. En consecuencia, mientras en Miami hace tres años que reconocieron bajadas del 50%, el propietario de un piso en Valladolid se niega a considerar la posibilidad de que su precio haya bajado un 20%. Lógico, pues todo el mundo sabe que Miami no es lo mismo que Valladolid.
Pero lo cierto es que en cuanto reconozcamos el problema habremos avanzado un paso de gigante en la solución. Es posible entonces que haya un verdadero mercado con oferta, demanda, financiación y negocio. ¿Un mercado más humilde? Seguro que sí, pero mercado al fin y al cabo. Y una vez que el bisturí limpie la podredumbre del sistema, aunque la operación sea muy dolorosa, estaremos en condiciones de empezar a caminar de nuevo sin temblores ni convulsiones financieras.
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¿Todavía no han pensado en colgar por los pulgares a Botín?
ResponderEliminarSería una medida muy acertada para tan célebre pirata.