lunes, 11 de julio de 2011
Toi fadao!
Sin tratar de dramatizar, la subida de la prima de riesgo por encima de los 300 puntos pone en peligro el propio modo de vida de los españoles, mientras nuestro gobierno se dedica a lo suyo, que nadie sabemos lo que es. Y yo estoy como si me hubieran puesto banderillas de fuego y me llevan los demonios. ¿O es que sólo pueden indignarse los de acampadasol? ¿No podemos enfadarnos los que trabajamos como galeotes para tratar de mantener a nuestras familias y lo que queda de este país? ¿Es más democrático el cabreo de los que ocupan ilegalmente la vía pública y se dedican a perseguir a los políticos por las calles? ¿No dicen los políticos que hay que fomentar el gobierno en la red y la democracia abierta?
Pero mientras el coste de la deuda sube a niveles de “sálvese quien pueda”, nuestro presidente anda remodelando ese gobierno que no va a ninguna parte. Y para que no falte de nada, el indignado Rubalcaba se dedica a predicar sandeces como la de subirle los impuestos a los bancos para crear empleo. Pues están los bancos cómo para que les digan uuuh!
Nada, nada, a animar a los mercados a que nos hundan en la miseria. En el post anterior comentaba que los mercados premian la seriedad y el esfuerzo. Por lo mismo, castigan los despropósitos y la falta de rumbo. Y que el rumbo de España lo decida un tipo que no vio la crisis hasta dos años después de que se diera la voz de alarma, manejado por un delfín de 60 años que se dedica a hacerle guiños a los esforzados del 15-M, es definitivamente lo peor para nuestros bonos.
Me gusta poco la política, pero la sociedad civil no puede permanecer al margen de unos gobernantes que se afanan en superar el listón de despropósitos. Y el gobierno que tenemos es lo peor que le puede pasar a este pobre país. No sólo se trata de que nos hayan hundido en una ruina económica que no era necesaria, sino que se empeñan en rematar la faena tocando una sinfonía final disparatada, como la orquesta del Titanic mientras el coloso se iba a pique. La diferencia es que aquella orquesta tenía grandeza.
¡ELECCIONES YA!
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