sábado, 23 de julio de 2011
Hacemos como que pagamos y hacen como que trabajan…
Cuando se pregunta cuánto deben ganar los políticos y funcionarios la respuesta unánime es… MENOOOS!!! Y lo cierto es que es una respuesta que sale de las tripas. Otra cosa es que sea razonable cuando se piensa con la cabeza.
Porque luego queremos calidad. Y buena prueba de ello la tenemos en estos tiempos de cambios en que todos miran con lupa los nuevos nombramientos, normalmente para poner el dedo acusador sobre la mediocridad de los nombrados… no sabe idiomas, sólo tiene una diplomatura medianeja, carece de experiencia en gestión, demasiado joven, demasiado viejo, es desconocido, y cosas así. Cuando no decimos eso de “mi cuñado, que estudió con él, me ha dicho que no vale nada”.
¿De verdad pensamos que un profesional experto, con prestigio, plurilingüe y en plenitud de facultades va a dejar su carrera en la empresa privada para ganar bastante menos, renunciar a bonus e incentivos y aguantar críticas? ¿Y eso para que le den la boleta a los cuatro años, haga lo que haga, si el que le ha nombrado pierde las elecciones? ¿Se puede esperar que un funcionario trabaje duro cuando se le ofrece un sueldo rácano y el desprestigio sistemático de su profesión?
La solución no es fácil. Si no podemos tener representantes y empleados públicos buenos y baratos, las alternativas son que sean mediocres o que sean caros. ¿O no? a lo mejor la solución, en lugar de atacar a los encargados de la cosa pública es dignificar su profesión. Y eso pasa por pagar bien pero exigir más. En la práctica eso se puede traducir en limitar el número de años para desempeñar cargos políticos, evitando los “profesionales de la política” y, en el caso de los funcionarios, en reducir su número sustancialmente. Eso sí, acompañado de nóminas dignas que sirvan de acicate a que los mejores opten por la cosa pública. De lo contrario nos encontraremos con políticos de tercera, que están allí porque en otro sitio ganarían menos, y con funcionarios que en lugar de mirar al ciudadano miran al reloj.
Aunque lo mejor del caso es que es que a los mismos ciudadanos que critican sin piedad a políticos y funcionarios negándoles el pan y la sal, cuando se les pregunta qué quieren ser responden que ¡¡¡¡funcionarios!!!
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