Todo el mundo habla estos días de
los problemas de la derecha española, que seguro no es la mejor del mundo. Pero
a la vista de lo que dicen unos y otros, de lo que no me cabe ninguna duda es
de que tenemos la peor izquierda posible. Cualquier parecido entre el PSOE y
los partidos laborista británico, o los socialdemócratas alemán y de los países
nórdicos es mera coincidencia.
Lo malo no es que tengan un
proyecto agotado gestionado por auténticos muertos vivientes. Si lo mejor que
pueden ofrecer es un líder como
Rubalcaba, viejo, feo, balbuceante y con
un pasado que se mueve en el entorno delimitado por las palabras GAL-SINTEL-ZP-Faisán,
asistido por una indocumentada del calibre de Elena Valenciano, no quiero ni
pensar que puede ser lo peor.
Tampoco que los que ponen el
grito en el cielo por las cifras de paro tengan los records históricos en
generación de parados. Buena muestra de ello está en el único centro de poder
relevante que conservan, Andalucía, el mejor ejemplo de cómo convertir una
comunidad con todos los ingredientes para el éxito (riqueza agrícola, clima,
comunicaciones, mar, grandes núcleos urbanos, fama mundial… hasta nieve) en la campeona
nacional del desempleo.
Ni siquiera que quienes instigan
a la toma de las calles con la coartada de la corrupción sean los que la
inventaron en nuestra historia democrática. No está de más recordar el despachito
de Juan Guerra, otra vez Andalucía; al gran Roldán, capaz de estafar a los
huérfanos de la Guardia Civil; o el expolio de los fondos reservados,
repartidos en los despachos del Ministerio de Interior en fajos de billetes, como los gansters
de Chicago tras un golpe. No solo fueron los precursores, sino los que la han
llevado a su mayor refinamiento, pues malversar casi mil millones de euros de
los fondos de empleo en la autonomía con mayor paro de España hace palidecer al
resto de corruptos nacionales, que pasan a la categoría de meros aprendices.
Menos aún que los que se empeñan
en dar patentes de legitimidad democrática hayan vuelto a alentar al acoso del
adversario político mediante maniobras de agitación vía sms, practicando nuevamente
el noble deporte del asalto a las sedes
del partido rival. Por cierto, es una práctica que tienen el privilegio de
compartir en exclusiva con ejemplares de un talante democrático como son los cachorros de ETA.
Lo que me fastidia es que todo lo
anterior solo puede significar que nuestra izquierda es esquizofrénica, mala
noticia, o, más probable, que tiene muy claro que la recuperación económica de
este país si no gobiernan ellos redunda directamente en su perjuicio político, y harán todo lo que
esté en su mano para impedirla. Por ello, cuando oigo hablar a periodistas y
tertulianos de un gran pacto de Estado para salir de la crisis me da la risa,
porque no concibo la forma de lograr un acuerdo entre los unos, que no tienen
muy claro cómo ir para adelante, y los otros, que tienen claro que lo que les
interesa es que esto vaya para atrás.
A la vista de las encuestas del
CIS, que muestran el descrédito de un partido incapaz de remontar lo más mínimo
a pesar del enorme desgaste del gobierno, parece que no soy el único que ve estas cosas. Por eso tengo la esperanza de
que el hundimiento del PSOE dé lugar a una izquierda capaz de acceder al
gobierno en el futuro sin la tentación de pensar que es la única legitimada
para regir los destinos de España y que todo le está permitido. Porque tal vez
no consigamos tener una izquierda a la altura de la de los países del entorno,
pero lo que no podemos permitirnos es el
lujo de soportar ésta.
¿Una izquierda decente?
ResponderEliminar¿En España?
No me hagas reir, que tengo el labio "partío".