La “Operación emperador” me ha traído a la memoria lo que contaba un profesor de comercio internacional que conocía bien China. Según decía, si coincides con un japonés en el centro de un puente con un solo carril éste, aunque haya entrado en el puente antes, no discutirá la preferencia sino que hará una reverencia, retrocederá y cederá el paso. Por el contrario, si es un chino, incluso si ha entrado después, se sentará en el capó de su coche y no hará caso a tus protestas, esperando a que te canses y des marcha atrás. Con ello manifestaba sutilmente la capacidad de los chinos para manejar el tiempo a su favor y su concepto de la ética.
Y si del manejo de los tiempos sobrecoge un poco la forma en que aparentemente extienden sus tentáculos en la economía española, de su respeto por las normas parece que el entramado puesto al descubierto en Fuenlabrada es un ejemplo. Blanqueo de dinero, préstamo usurario, extorsión, mafia y fraude en proporciones gigantescas, unido a los funcionarios corruptos que siempre aparecen en estos casos y el actor porno, han colmado las expectativas de las mentes más calenturientas.
Al final el desmantelamiento de esta mafia china en España es una muestra de debilidad del sistema de comercio practicado por ese país. Si para competir necesitan mano de obra semiesclava en Oriente, extorsión a los comerciantes y distribuidores en Occidente, y fraude a las normas fiscales, penales, administrativas y de propiedad intelectual e industrial, es que no son tan competitivos como muchos piensan.
El tema del made in China no es nuevo. En los setenta todo era made in Taiwan y los denominados “tigres asiáticos” (Taiwan, Corea del Sur Hong Kong y Singapur) parecía que se iban a comer el mundo con sus exportaciones baratas. Al final resultó que las garras de aquellos tigres no eran tan afiladas, cuando sus ciudadanos decidieron que también les gustaba el nivel de vida occidental, y sus economías acabaron siendo integradas en la economía mundial. Tanto que la marca Daewo, por poner un ejemplo, acabó siendo absorbida por Chevrolet.
Hace un año escribía en este blog que no me acabo de creer que el futuro de la humanidad pase por Pekín. Pensar que los 400 millones de chinos de la costa este (los campesinos del interior no cuentan ni para el gobierno chino) van a dominar la economía mundial en unos años es mucho suponer. Sus enormes tensiones interiores, dictadura, diferencias sociales, y explotación laboral acabarán pasándoles factura más pronto que tarde.
En cuanto a las mafias, es tentador echar la culpa de nuestros males también a los chinos, pero recordemos que cuando se trata de meter mano en el dinero público no necesitamos su ayuda. Si el fiscal de la Operación emperador estima que la mafia del polígono de Cobo Calleja defraudó 1.200 millones en cuatro años, la juez Alaya estima a su vez que el fraude de los falsos EREs andaluces anda por los 1.400 millones, saqueados directamente de las arcas autonómicas por Griñán y sus muchachos que, por cierto, no han sido detenidos a centenares como los orientales.
Hay que encerrar a los delincuentes entre rejas, pero es un error meter a sus víctimas en el mismo saco. Debiéramos tomar nota del espíritu sacrificado y emprendedor de los chinos españoles, que aspiran a crear su propia empresa en mucha mayor medida que el resto de nuestros jóvenes. Luego no debe sorprendernos si son los que nos acaban contratando. En cualquier caso puede que vaya siendo hora de dejar de pensar en ellos y nosotros. Hace poco escuché en Huelva a una chinita encantadora que hablaba un castellano perfecto con un marcado acento andaluz. Y al oírla pensé que la integración está a la vuelta de la esquina, porque en el fondo no hay ningún impedimento para ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario