sábado, 1 de septiembre de 2012

De ex banqueros, chorizos, políticos y tangos.


“La honestidad es la mejor política.” (Benjamin Franklin)
La irrupción en escena del partido Sociedad Civil y Democracia ha sido otra de las noticias del verano. Las aspiraciones de su promotor, Mario Conde, a presidir el gobierno no pasarían de ser una anécdota si no fuera por la preocupante naturalidad con que la prensa trata la nueva de que un condenado en firme por falsedad, estafa y apropiación indebida probadas pretende gobernarnos, llegando un diario supuestamente serio a presentar su candidatura en portada a toda página.
Pese a las nefastas consecuencias para España de la falta de honestidad de quienes han dirigido nuestra economía y finanzas, parece seguir vigente la letra del viejo tango Cambalache:
“¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!”
La  acogida en los medios de las aspiraciones de Conde me parecen un síntoma evidente de la enfermedad moral de una sociedad cuyos ciudadanos trinan pidiendo honradez a los personajes públicos, sean políticos, banqueros u otros, cuando sufren directamente sus desmanes, pero que cuando las víctimas son otros siempre encuentra razones para disculparles, algunas de tanto peso como “todos lo hacen”.
En cualquier país desarrollado se exige a los aspirantes a un cargo representativo de cierto nivel una trayectoria intachable. Quizás no haga falta llegar a los extremos de los vecinos nórdicos, donde copiar algunos párrafos de la tesis doctoral provoca la dimisión de un ministro. Pero entre eso y el relativismo moral de admitir a un personaje que cuenta en su currículum con penas  de más de 20 años de cárcel por delitos comunes hay un abismo. Menuda imagen tercermundista daríamos si llegara a representarnos en el exterior! En USA, Alemania o Dinamarca la presentación de un candidato con ese bagaje sería recibido con un lanzamiento masivo de tomates y huevos podridos.
Y no basta con decir que ya cumplió su pena. Nadie le niega el derecho a rehacer su vida, pero el lema “el pasado no importa” es aplicable en la Legión Extranjera, no en la vida pública. Colocar en el mismo rango moral a Mario Conde y al Dalai Lama solo porque ninguno de los dos tiene asuntos  pendientes con la ley es de una injusticia manifiesta. Siguiendo esa línea ética, no podríamos sorprendernos si el de Tuy se hace acompañar en su candidatura por Juan Guerra y el Dioni, cuyas cuentas con la justicia están saldadas igualmente.
Mi pronóstico sobre las perspectivas de Mario Conde es reservado en el sentido médico, es decir, pienso que incierto y con perspectivas oscuras. No me cabe en la cabeza que, con la fama que tienen los banqueros y los políticos, y estando la sensibilidad de la ciudadanía a flor de piel por las chorizadas a las que hemos asistido en estos años, pueda tener éxito quien reúne la triple condición de banquero, político y chorizo. Más aun cuando el cóctel se remata con una soberbia desmedida. Confío en que los gallegos pongan las cosas en su sitio y, siguiendo con el tango, respondan al “despliegue de maldá insolente” de su paisano dándole la patada en las posaderas que se merece.

3 comentarios:

  1. jijijiji si señor un gran Self-made men a la americana, con un par joe señor Carande que malitos estamos.
    Saluditos.

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  2. Es que tiene tela Zorrete! En este país nadie se para en barras. Así nos va. Un saludo cordial y encantado de verte por estos lares!

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  3. La candidatura del Sr. Conde (que esconde la calidad y el dinero) es una nueva demostración de que éste es un país de desmemoriados, notable condición que nos ha llevado incluso a dotarnos de una singular Ley de Memoria Histórica.

    Pero nada puede sorprendernos, habida cuenta de que ya hasta hemos olvidado al audaz Zapatero, precisamente impulsor de aquella desdichada ley.

    Aunque para desmemoria, la del propio Sr. Conde, que ya se presentó a unas elecciones con el CDS y sacó menos votos que el Partido Humanista.

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