jueves, 16 de junio de 2011
No se sube al cielo sin atravesar los nubarrones.
Recuerdo que, hace unos cuantos años, de vez en cuando te cruzabas por la calle con algún niño con los ojos rasgados. No eran chinitos adoptados, eran niños con Síndrome de Down. Esa estampa es hoy en día bastante insólita gracias al progreso de la ciencia moderna. ¿Se cura el Down? Qué va. Por desgracia, la diferencia entre enfermedad y síndrome es que éste último no tiene remedio.
El avance ha consistido en que el Down se puede detectar antes del nacimiento, lo que abre la posibilidad de eliminar el problema de raíz. Parece que con estos adelantos hemos conseguido mejorar la especie y aumentar nuestra felicidad. ¿O no? Una sociedad cuyos miembros (da igual su religión, ideología o filiación política… todos lo hacen) no se plantean ninguna objeción a la hora de quitarse de en medio sus problemas, sea como sea, se convierte en una sociedad frágil. Es posible que la ciencia sea un instrumento eficaz para evitar cargas y sufrimiento. Pero, por sí solos, ninguno de los descubrimientos científicos puede proporcionar la felicidad. Curiosamente, cuando más medios tenemos para hacer frente a las situaciones difíciles, menor es nuestra voluntad para afrontarlas, lo que agiganta los obstáculos.
En los campos de exterminio nazis el mayor índice de supervivencia lo tenían los prisioneros con un hijo discapacitado o enfermo. Su razón para vivir era tan poderosa que lo lograban. Sólo las cosas que se consiguen con esfuerzo merecen la pena. Y un niño con necesidades especiales exige mayores esfuerzos, pero devuelve alegrías y satisfacciones excepcionales. Renunciar a ellos no nos hace más felices ni mejores, nos hace más vulnerables.
Cuando, ante las adversidades, pensemos en tomar el camino más fácil, no estará de más recordar que “la medida de la dificultad es la medida de la capacidad.”
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Ver la vida de ese modo es lo que te hace grande.
ResponderEliminarSiempre he dicho que un hijo con discapacidad no es un problema, es un reto que te propone Dios.
Y Dios es inmensamente sabio y propone los grandes retos a las personas que pueden sobrellevalos, porque sabe que tienen una capacidad de entrega y sacrificio superior a la de los demás.
Un beso