Las declaraciones de Mónica
Oriol, Presidenta del Círculo de Empresarios, han producido estos días un
enorme revuelo. Esta señora se ha atrevido a decir que los empresarios prefieren contratar a mujeres menores de 25
años o mayores de 45 para evitar las bajas por maternidad y las reducciones de
jornada. Los medios no han tardado en crucificarla haciendo bueno el dicho de
que “el tonto, cuando se le señala la luna mira el dedo”.
Porque cuando una mujer,
empresaria de éxito y madre de seis hijos, osa decir algo así en un país en que
impera la ley de lo políticamente correcto, solo un ciego puede obviar que hay una
realidad que no podemos desconocer. Y la realidad es que al empresario titular
de una micropyme (el 95% de las empresas españolas), con tres empleados por
ejemplo, cuando uno de ellos se le da de baja por maternidad sin fecha de
retorno, acaba de perder de golpe y porrazo la tercera parte de su fuerza laboral. Imagina alguien a Telefónica,
con una plantilla de 30.000 personas en España, si de repente se le dieran de
baja 10.000?
Así, en lugar ejercitar la
demagogia, sería mucho más inteligente ver la forma de conciliar los intereses
en juego, que son muchos y muy importantes: la necesidad de proteger a la mujer
que trabaja, la necesidad de que esa mujer pueda tener los hijos que quiera,
que son el futuro de todos nosotros, y la necesidad de proteger el legítimo
derecho del empresario a buscar lo mejor para su empresa.
La realidad es tozuda y se empeña
en demostrarnos que cuando se traslada la carga de la conciliación sobre el
empresario, éste hará lo posible para aligerarla dentro de la legalidad. Por
eso, en lugar de llevarnos las manos a la cabeza por las declaraciones de
Mónica Oriol, haríamos bien en empezar a preguntarnos cuáles son los fallos del
sistema de conciliación y las medidas para corregirlos. Alguno debe tener
cuando siempre se subvenciona la contratación de jóvenes y mayores, que son
precisamente los que Oriol dice que prefiere contratar.
Pero seguiremos con debates sobre
la renta básica, ese supuesto derecho a cobrar un sueldo de quien no quiere
trabajar, y perderemos la oportunidad de abrir un debate serio sobre el
problema de las mujeres que sí quieren trabajar y además tener hijos. En
conclusión, la presidenta del círculo de empresarios ha señalado una luna del
tamaño del Sol. Me temo que, como casi siempre, optaremos por la solución más
tonta: mirar el dedo y matar a la mensajera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario