Cuando las caravanas del oeste con sus carretas en círculo se veían asediados por los indios, el sonido de las cornetas del séptimo de caballería suponía, al menos en los western, que los colonos se abrazaran dando gritos de alegría. Pues ahora que la caballería europea ha decidido acudir al rescate de nuestros bancos, con sus lonas llenas de flechas y agujeros, parece que debemos mesarnos los cabellos y golpearnos el pecho entre sollozos.
Nadie sabe con certeza las consecuencias de este rescate, y seguramente ésta vez nos cobren el pienso de los caballos. Pero, al igual que no es bueno confundir el tocino con la velocidad, tampoco lo es confundir la solución con el problema. Y el motivo de preocupación no debe ser que venga la caballería, sino que estuviéramos rodeados de indios.
Lo más curioso es que muchos de los que decían que nuestra situación era desesperada se hacen cruces sobre el salvamento. Pues a mí hay algunos puntos que me tranquilizan. En primer lugar que los que vienen son rostros pálidos como nosotros, y los prefiero a los pieles rojas especuladores y las agencias de rating. Además, entre las condiciones que quieren imponernos están las de limpiar la caravana de algunos de los traidores que nos han llevado a la emboscada, eliminando sus bonus y privilegios. Y sobre todo porque seguramente espantarán a los indios, que haberlos haylos.
No falta quien dice que esto nos pone a la altura de Grecia, Irlanda y Portugal. Bueno, el rescate bancario también se ha hecho en USA, Reino Unido o Alemania. Y aunque está claro que no somos Alemania, más lo está que no somos Grecia. Tampoco escasean los que anuncian un cese del gobierno como sucedió en otros países rescatados, lo que supone olvidar un par de detalles importantes. El primero es que este gobierno no fue el que nos guió a la trampa sino el que eligieron los colonos, cuando estaban ya sitiados, para organizar la resistencia. Y sobre todo, que le quedan tres años y medio de mandato y no parece que el jefe de la caravana tenga mucha intención de tirar la toalla. Especialmente cuando los que la piden son los mismos que habían vendido los rifles y el whisky a los indios.
Seguro que el rescate no es gratis pero nada lo es en esta vida y, cuando una flecha acaba de atravesar tu sombrero, la postura más inteligente al divisar una nube de polvo y oír el toque de carga de los que vienen en tu auxilio no es lamentarse sino abrazarse y gritar hurra!
Se trata de algo tan obvio y tan elemental que parece mentira que haya que decirlo.
ResponderEliminar¡Y claro que hay que decirlo!
¡Y BIEN ALTO!
Fernández "Tocho", legítimo representante de todos los trabajadores/as, acaba de pedir que se someta a referendum a Rajoy.
ResponderEliminarP'a echarse a temblar con el sindicalista viajero.
De aquí a los soviets de trabajadores y soldados hay un paso.
Eres el rey de la metáfora !!!
ResponderEliminarUn beso
Tu hermana