miércoles, 14 de diciembre de 2011
Leña y más leña del árbol caído.
Dicen que no hay que hacer leña del árbol caído, pero yo no estoy muy seguro. Probablemente el mejor destino final de algunos árboles sea servir de astillas o incluso de serrín. En cualquier caso tengo la certeza de que el árbol caído por decrepitud no debe ser utilizado para hacer plantones y repoblar.
Esto viene a cuenta de los disparates que se escuchan en estos días por la despedida del peor presidente de nuestra democracia, que me hacen frotarme los ojos con incredulidad. Según el propio interesado y ciertos corifeos (pocos le quedan) jaleados por algunos periodistas papanatas, Zp ha caído como consecuencia de su patriotismo, que le hizo tomar decisiones contrarias a sus ideales para librarnos del precipicio, aunque fuera a costa de sacrificarse frente al electorado. Imagino que los cinco millones de parados que ha dejado tras de sí se estarán preguntando por qué no se sacrificó cuatro o incluso ocho años antes, lo que les hubiera ahorrado a ellos mucho sacrificios a su vez. Nos hubiéramos evitado, por ejemplo, su negación de la crisis, o sus peregrinas soluciones como los Planes-E, que sirvieron para levantar todas las aceras del país a costa de agujerear más nuestras finanzas.
Pero es que a la desolación económica se une el desprestigio de la marca España, que ha pasado de lucir orgullosa por el mundo a ser objeto de un desprecio sólo mitigado por los triunfos de nuestros deportista de los que, por cierto, también trató de apropiarse adjuntando a presidencia las competencias en deporte. Eso sí, de autocrítica y asunción de responsabilidades ni rastro. Si alguien tiene la culpa de nuestros males son Lehman Brothers y los griegos.
Lo último que he tenido que leer en redes sociales es la sugerencia de que se le proponga para el Nobel de la Paz. Imagino que será una iniciativa que gustará mucho a los portavoces de ETA, que gracias a él están en parlamento. Visto lo visto, pronto alguien le propondrá para el Nobel de Economía.
Y no se trata de dar lanzadas a moro muerto, aunque eso les gustaría a los millones de desempleados y de empresarios a los que este insensato Flautista de Hamelín ha llevado a la ruina al son de su flauta. Por arruinar, ha arruinado hasta al partido que le llevó al poder.
No es el momento de mirar al pasado. Afrontemos el presente y contemplemos el futuro con esperanza. Pero si volvemos la vista atrás no caigamos en la frivolidad de convertir nuestra Historia una mentira encuadernada. Analicémosla sin rencor pero con sentido crítico, y aprendamos de ella. Porque los pueblos que olvidan su Historia están condenados a repetirla. En cuanto a ZP, solo queda decir con alivio que en buena hora se vaya, y que lleve tanta gloria como alegría y bienestar deja.
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En España, por deformación cristiana, tenemos la costumbre de perdonarle todo al difunto, y recordar lo bueno que era.
ResponderEliminarPor eso siempre recuerdo la anécdota de John Huston quien, preguntado por un célebre actor, recién fallecido, contestó: "Era un bastardo en vida, y lo seguirá siendo después de muerto".
Pues lo mismo con ZP, que se ha hecho merecedor del epitafio de Chindasvinto: "impío, injusto, inmoral".
Y le deseo que se vaya a tomar viento que, al igual que la tierra, no es de nadie.