sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Corona o Coronita?



Nunca he escrito en el blog sobre la monarquía así que voy a aprovechar, no sea que se acabe y pierda la ocasión. No soy monárquico, republicano ni juancarlista, expresión que recuerda mucho a las adhesiones inquebrantables del régimen de D. Francisco, aunque acepto sin problemas la Monarquía parlamentaria que, al privar a la Institución de poder efectivo, se hace tolerable para todos.

Hasta hoy. Porque en el momento en que el Rey deja de cumplir la misión que le asigna nuestra Carta Magna, como “Jefe del Estado y símbolo de su unidad y permanencia”, tenemos que empezar a cuestionarnos su conveniencia. Un símbolo debe representar unos valores y metas que nos identifiquen y de los que enorgullecernos, especialmente ante otros países. Y el Rey está bastante mayor lo que hace que, en tiempos en que la imagen es tan importante, no resista la comparación con otros símbolos nacionales como Rafa Nadal, por ejemplo.

Pero el problema es que no resiste la comparación ética. Cuando un monarca se convierte en el cabeza de una familia que empieza a parecerse más de la cuenta a los inquilinos de la finca Ambiciones, resulta difícil considerarlo ejemplo de autoridad y majestad. Lo del yerno, que nadie con sentido común puede pensar que el Rey desconociera, ha conseguido escandalizar incluso a los de moral más flexible. Alguno dirá que me salto a la torera la presunción de inocencia, mas no hago sino seguir el criterio de la propia Casa Real, que ya ha echado al foso de los leones al “presunto” calificando su conducta como “poco ejemplar”.

No se trata de cuestionarnos el coste de la monarquía o de la república. Para pagar unos palacetes y las vacaciones en Mallorca siempre algo habrá en la caja. El problema es si podemos tener como símbolo de nuestra patria a un monarca achacoso, renqueante, lleno de bollos y, lo que es peor, cuya moral está bajo sospecha pública. Las amistades peligrosas, los reales líos de faldas y el borboneo en general se podían tapar en tiempos en que no había Internet. Pero es posible que a la Casa Real, en su afán populista, le haya pasado como a los cuadros cuando se les mira demasiado de cerca, que la proximidad pone de manifiesto sus trazos más borrosos.

A lo mejor es el momento de pasar la página de Don Juan Carlos y empezar a leer la del Príncipe, antes de que la figura de éste empiece a adquirir los tintes patéticos de otro “joven heredero” como es Carlos de Inglaterra. Porque como al pueblo español, de sentimientos monárquicos bastante vacilantes, se le hinchen las narices puede que decida cerrar por completo el libro de la monarquía y probar suerte con otra cosa.

3 comentarios:

  1. Me imagino la conversación:

    S.M. El Rey: Y dime, yerno, ¿tú a que te dedicas?

    Iñaki: Yo presido un instituto de investigación (tomado, literalmente, de una entrevista realizada por F. Schwartz a Urdangarín).

    S.M. El Rey: ¡Anda ya!

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  2. Ja,ja,ja. Pues verás las bonitas conversaciones que van a tener suegro y yerno estas Navidades, cuando están mano a mano con la cervecita y las aceitunas.

    Ajustando las velas.

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  3. Repartiendo el aguinaldo en familia estarán todos contentos, deseándose lo mejor para el próximo año y bien aprovisionaditos

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