Con este palabro se refiere una conocida gurú del management al hecho de que “los líderes empresariales adolezcan de un agotamiento silencioso que resta energía para continuar ilusionando a los equipos”. Y añade que “líderes que han servido para gestionar los tiempos de bonanza no siempre están preparados para gestionar momentos de dificultad económica”.
A ver si la erosión emocional va a ser lo que antes se llamaba tener la moral por los suelos. Por cierto, muchos de esos supuestos líderes que no sirven para gestionar la crisis son los que se siguen subiendo el sueldo mientras reducen plantilla o sus empresas caen en pérdidas, prueba de los valores en que fundamentaban su liderazgo.
En estos tiempos pasados todo el mundo era líder porque el liderazgo no dependía más que de la cuenta de resultados, y con crédito y despilfarro ilimitado la cuenta siempre estaba bien. Gestionar la bonanza es muy fácil, pero tan poco liderazgo real ha habido cuando atábamos los perros con longanizas que casi nadie previó que las cosas podrían cambiar (ay, la soberbia) y preparó los aparejos del navío para resistir la marejada.
El carácter del verdadero líder se pone a prueba en los tiempos de tempestad. Esto no es nuevo (recomiendo una relectura urgente de “if” de Kipling) lo que pasa es que lo habíamos olvidado. Ahora nos hace falta recuperar el valor y los valores. Valor para tirar hacia adelante, sin pararnos a pensar en las dificultades del camino. Y valores para que nuestro empuje se traduzca el logros duraderos y dignos del esfuerzo invertido. Porque los líderes no se forjan en la suave brisa de primavera, aunque ésta sea muy agradable, sino en las mismas condiciones que el acero, con el fuego y los golpes. Solo así se consigue el temple necesario para resistir la erosión.
La buena noticia es que este año ha comenzado con un aumento en el número de autónomos, prueba de que queda gente con la dosis necesaria de coraje para liderar su propio destino, sin esperar a que la cosa cambie o a que vengan buenas noticias. Esos son los que harán realidad la frase de uno de los grandes líderes de la humanidad: Tú mismo debes ser el cambio que quieres ver en el mundo...
Espero, amigo Juan Luis, que el hombre, o la mujer, capaz de tomar las riendas de este caballo desbocado, en que se ha convertido España, haya nacido ya. Sería demasiada tardanza, si sus papás no se conocieran aún.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Amén Tio Chinto. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que, a pesar de las dificultades e incluso del "desprestigio" de los empresarios (tanto que ahora hay que llamarlos emprendedores para disimular), aumente el número de ellos, sean grandes o pequeños.
ResponderEliminarPorque, como siempre te digo, la salvación es una empresa personal.