En estos días asistimos al mercadillo,
celebrado cada cuatro años, en el que los políticos tratan de vendernos su
producto para los siguientes cuatro. Y la verdad es que no lo tienen fácil,
porque sus ofertas están ya muy vistas y no consiguen entusiasmar al gentío que
visita los puestos. Además, en ocasiones anteriores, timaron en el precio
metiéndose en el bolsillo parte de la mercancía, y los clientes se han dado
cuenta. Así, salvo los fans de la marca y los que se llevan comisión por la
venta, el público anda reacio.
En el comercio, cualquier
vendedor mediocre tiene claras unas normas que constituyen el ABC de la venta.
Dos muy básicas son que “el cliente siempre tiene la razón” y que “descalificar
a la competencia es un mal argumento de venta”. Pero el político es un personaje
con ideas propias que sabe, porque es muy listo, lo que necesita el público. Y
así, han decidido implicarse activamente en la campaña con sus propias teorías
sobre ventas. Y cuáles son éstas? Pues muy sencillo: “El producto de la
competencia es muy malo” y “el cliente se equivoca si no me compra a mí”. En
defensa de estos curiosos argumentos se basan en que siempre les han funcionado.
Lo que parecen perder de vista es
que siempre han funcionado por otro principio del mercado: "El cliente
medianamente satisfecho es reacio a cambiar de producto." Pero las
circunstancias han cambiado y el cliente actual está muy enfadado con los proveedores
habituales, como revelan los estudios de mercado.
Las soluciones tradicionales
cuando bajan las ventas son renovar el producto, cambiar a los vendedores y
mejorar el servicio de postventa. Pero estos vendedores no están por la labor
de renunciar a sus puestos, ni de renovar el producto o los servicios, entre
otras cosas porque eso implica esfuerzo y bajar sus márgenes de venta. Ni siquiera se han planteado la
posibilidad de despedir a los colegas que han sido pillados engañando en el
cambio.
Tal vez consideran que la pérdida
de clientes que puedan tener será temporal y que, al final, los insatisfechos volverán.
Desconocen otros principio básico de la venta: “es mucho más fácil hacer un
cliente nuevo que recuperar al que se pierde”.
Ellos parecen estar muy seguros
de que el mercado político es totalmente diferente a los demás. Pero… y si no
lo fuera?
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