lunes, 2 de mayo de 2011
“Hay que matar al patrón…”
“… ya lo decía mi madre, es la forma más barata de tener un empleo estable”. Realmente pegadiza la coplilla que coreaban los sindicalistas en la manifestación del 1 de Mayo en Mérida, como cuenta el diario Hoy.
Este es un ejemplo más del carácter dinámico y adaptación a la modernidad de nuestros sindicatos “de clase”. Luego se sorprenden porque el personal no acude a sus convocatorias cuando, dicen, hay motivos para un estallido social que no se acaba de producir.
Pero no creo que el alejamiento de la realidad social sea la causa principal de que el poder de movilización sindical sea menor que el de un equipo de balonmano, entre otras cosas porque el despiste de estos tipos no es una novedad. Recuerdo como no hace mucho tiempo un sindicalista comentaba que “ya no eran tiempos para hacer la revolución agraria en Extremadura”. ¡Sólo iba con un siglo de retraso aquel genio!
Pienso que la causa es otra, y se puede explicar poniendo en Google sindicatos+corrupción, lo que nos da la bonita cifra de casi nueve millones y medio de entradas para elegir. Curiosamente, si ponemos políticos+corrupción salen “solo” algo más de seis millones de entradas.
El problema de nuestros sindicalistas es la distancia entre lo que predican y lo que practican. Son un ejemplo de holgazanería y desvergüenza y la gente lo sabe. Cada día es más difícil engañar a la opinión pública y tampoco se esfuerzan demasiado en ocultar su falta de principios.
En fin, que no cunda el pánico entre los emprendedores (“patronos” para entendernos) porque, además de ser bastante más numerosos que los afiliados a los sindicatos, están en mejor forma debido a que trabajan el triple. Por eso, si el descontento social provoca un estallido, seguramente los sindicalistas no corran detrás de los patronos sino delante.
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