En una ocasión, el Duque de Ahumada puso su cargo
de Jefe de la Guardia Civil a disposición del dictador Narváez, que pretendía
castigar, injustamente, a un cabo del Cuerpo por cumplir estrictamente con su deber.
Esa vez se impuso la rectitud de Ahumada, y el Espadón de Loja
renunció a consumar el atropello. Así, desde su creación, la Guardia Civil ha mantenido
justa fama de incorruptible, apenas manchada por algún episodio desgraciado.
Los españoles sabemos que la opción de intentar sobornar a un agente, cuando te
pilla en un renuncio, es una apuesta casi segura para acabar en el cuartelillo,
como han descubierto algunos extranjeros despistados procedente de según qué
países.
El ministro Marlaska también lo sabe. Lo comprobó al enterarse del informe enviado, por la comandancia de Madrid, al juez encargado de instruir las denuncias, en relación con la ocultación de información del riesgo de contagio del coronavirus, antes de la manifestación del 8-M.
Pero el ministro no se arredra. Conocedor
de la dificultad de comprar a un guardia civil, ha decidido subir la apuesta y
comprarlos a todos de una tacada, eso sí, con nuestro dinero. Hace apenas tres meses se negaba siquiera a tramitar la equiparación de sueldos con las policías autonómicas. Ayer, súbitamente, en la
rueda de prensa para explicar el cese de Pérez de los Cobos, se ha
descolgado anunciando un aumento de sueldo del 20% para las FF.CC.SS.EE.
Al conocer la noticia, la
consideré otra de las promesas del gobierno que no va a cumplir, pues no tiene
dinero. Pero luego cambié de opinión. Si este gabinete no salta en pedazos antes
de lo que esperamos, la promesa del gobierno, por boca de su ministro, es una
jugada maestra. Ante el previsiblemente horroroso horizonte penal que se les
viene encima, lo mejor que pueden hacer es procurar tener de su lado al
instrumento de los jueces para recabar las pruebas que pueden dar con sus
huesos en la cárcel. Y, como el asesino que escondió el cadáver de su víctima
en un campo de batalla, este Gobierno quiere esconder su intento de comprar la voluntad,
de quienes van a investigarle, entre la subida generalizada de sueldo a la
policía.
Es muy probable que yerren en su
intento y tropiecen con el honor, divisa de la Guardia Civil. Pero no seamos
ingenuos, no van a renunciar a poner a las fuerzas del orden al servicio del
poder, en lugar de al servicio de la ley. Es lo habitual en las dictaduras a las
que asesoran sus socios de Podemos. Introducirán el aumento en los
presupuestos, como los aqueos introdujeron el caballo en Troya hace 3.000 años.
Confiemos en que la nuestras
Fuerzas del Orden sigan los consejos del viejo troyano que advirtió “timeo danaos et dona ferentes”, y cumplan con su deber. Que permanezcan ajenos a los
cantos de sirena de la corrupción moral, ofrecida por un gobierno sin reparos
en intentar extender su podredumbre a todo lo que le rodea. Que eviten vender
su alma al diablo. Que se imponga el espíritu inculcado por el Duque de Ahumada
a sus hombres. De lo contrario, que Dios nos asista.